HABLANDO DE URBANISMO. Áreas infantiles inaccesibles y obsoletas

Una vecina del PAU acudió a nosotros porque quería saber si en el barrio de Carabanchel Alto había algún parque infantil accesible. El resultado de la búsqueda: ninguno.

Pero, ¿qué les ocurre con la inclusión? En palabras del Ayuntamiento: (las áreas infantiles) “…han de ser accesibles para que los niños con diversidad funcional puedan jugar e interrelacionarse con otros niños de su edad sin obstáculos ni barreras. Es decir, que el concepto de accesibilidad universal comience en la infancia en los lugares que frecuentan en sus ratos de ocio y diversión”.

Qué fracaso más absoluto. Realmente no debería tratarse de cuántas áreas son inclusivas, sino de que todas lo sean, en un grado u otro de adaptación. En 2016, el plan municipal preveía la adaptación de dos parques para todo Carabanchel, un área de 14 km2, más de un cuarto de millón de habitantes. Según la estadística municipal de 2020, en Carabanchel existen 158 áreas infantiles. ¿Un par de ellas bastan? ¿Ninguna en la zona de mayor crecimiento familiar del Distrito?

Pero analicemos a qué nos estamos refiriendo con “adaptabilidad”. Empecemos por lo más sencillo: la accesibilidad. Convertir toda el área infantil en un inmenso arenero es de una obsolescencia difícil de entender. Areneros sí, por favor, pero inclusivos. Que existen, no lo duden.

¿La solución? suelos de caucho continuo o losetas, que garantizan la seguridad y la amortiguación de impactos, así como más higiénicos. Barran ustedes un arenero… Y sin embargo, seguimos prefiriendo ese obstáculo de higiene discutible.

Ahora, el equipamiento. Columpios, trampolines, paneles lúdicos y de ejercicios, balancines y hasta castillos y barcos piratas totalmente inclusivos. Porque precisamente ésa es su cualidad principal: son para todos los niños y niñas.

Y terminemos con el propio diseño del entorno de juego. ¿Sabéis cuál es el área infantil de mayor éxito en todo Carabanchel Alto? Sin lugar a dudas, la explanada, la hondonada y el puente de la zona de restauración del Islazul. Algunos considerarán el hecho de tener los restaurantes de comida rápida alrededor, pero lo cierto es que con un prado verde, un simple tatami curvo y una pasarela de acero y madera, cientos de niños imaginan y disfrutan un lugar del que no se cansan.

En esta línea, no hace falta ser un centro comercial para tener una dotación adecuada. El proyecto de Toyo Ito para el parque de La Gavia en Vallecas o el existente “parque del avión” de Getafe nos muestran el camino a seguir. Hay experiencias en Madrid, así como excelentes guías, como por ejemplo Parques infantiles accesibles, de Jorge Palomero Ferrer.

Continuar negando la evidencia y evitando la evolución es solo una cuestión cicatera. Si consiguiéramos superar el trauma repetitivo de las “playas de arena”, el mercadeo del número de columpios y el modelo de castillito en función del famoso ratio de gasto municipal, podríamos hablar de crear auténticos espacios de diversión. Nuevas topografías donde esconderse, subir y bajar, y deslizarse. Mundos infantiles inclusivos, donde todos hubiésemos querido jugar de niños.

Felo de Andrés, arquitecto


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