‘Es mejor [para las élites] tener a millones de personas flagelándose que organizadas’

AIDA DOS SANTOS, politóloga, ha publicado este año ‘Hijas del hormigón’, libro que refleja la vida de las mujeres de clase obrera a través de más de cien testimonios

La politóloga Aida dos Santos recopila en Hijas del hormigón los testimonios de más de cien mujeres que habitan, o hemos habitado, los bloques de ladrillo y toldos verdes construidos en las periferias en los años sesenta y setenta. El ensayo refleja la vida de las mujeres de clase obrera como una carrera de obstáculos en todos los aspectos: en el hogar, en el barrio, en la esfera íntima y sexual, en los espacios educativos, laborales, deportivos y de ocio, y hasta en el ámbito sanitario.

Con distintas edades, profesiones, nacionalidades y orientaciones sexuales, ¿qué tenemos en común las “hijas del hormigón”?

La coincidencia de pertenencia, el saber que las privaciones compartidas nos interpelan y que debemos organizarnos de alguna forma para poder cubrir nuestras necesidades. Nos une el ladrillo, los bajos con humedades, los toldos verdes, las esperas en la parada del autobús.

Como mujer, como trabajadora, ¿cuáles son los principales obstáculos que has afrontado?

Los relacionados con los estereotipos: ni nací en España ni tengo una familia con capital social para recomendarme en los sitios donde encontrar empleo y casa. En la vida adulta el expediente académico deja de ser una carta de presentación. La primera oportunidad me tardó mucho en llegar, mi primera experiencia como politóloga vino de la mano de las prácticas de un posgrado. Además, encontrar vivienda sin apellidos españoles tampoco es fácil en Madrid.

¿Es una casualidad que las zonas más pobres estén en el sur?

No es casualidad. Las dinámicas centro-periferia y norte-sur se reproducen desde el estereotipo. Obviamente hay excepciones, pero seguimos yendo desde el sur al norte para trabajar, porque hay más trabajo en el norte y más personas trabajadoras en el sur. El norte es restrictivo, las familias empobrecidas no pueden mudarse al norte y pierden más tiempo al día en desplazamientos. Y en términos de país o de mundo es lo mismo: mudarte del sur al norte supone echar de menos a la familia y perder red de apoyo.

Villaverde, Carabanchel y Vallecas aparecen de forma recurrente en el libro. ¿Son los distritos más empobrecidos y estigmatizados?

La cárcel de Carabanchel, esa estrella de la muerte en el franquismo, hizo del distrito un icono en la lucha antifascista que ha llegado hasta nuestros días y se ha vinculado a la izquierda y a la lucha obrera del país. A Vallecas varios acontecimientos lo han puesto en el mapa, actualmente la hinchada del Rayo Vallecano, con sus tifos en defensa de la clase obrera. Villaverde fue un gran polo industrial que hoy está en decadencia. Estos tres distritos fueron pueblos anexionados a Madrid para evitar que Barcelona fuese más grande que la capital.

¿Hay un plan para turistificar y gentrificar el centro de las ciudades?

Por supuesto, y España es el último bastión. Ya convirtieron en un parque de atracciones para ricos el resto de las capitales europeas, por eso sabemos lo que va a pasar. Es una medida cortoplacista para los Gobiernos, porque tienen que estar continuamente dando más prebendas para que las empresas vengan y se queden: bajadas de impuestos y cambios de normativa como, por ejemplo, en Madrid, la relativa al ruido en los conciertos y la Fórmula 1.

¿Cómo nos manipula la élite política y financiera para evitar que nos rebelemos?

Haciéndonos creer que cada una de nosotras es la única responsable de su bienestar, que pasa por ganar mucho dinero para dejar de depender del Estado y tener un seguro privado de salud, un coche para no utilizar el autobús, un cole concertado para los niños, etc. La estrategia es que nosotras mismas, que tanto necesitamos de las otras, caigamos en el pensamiento mágico del individualismo, y que cuando nos vaya mal le echemos la culpa a las migrantes, las LGTB, las jóvenes o las jubiladas, y cuando nos vaya bien lo celebremos yéndonos de compras.

¿Por qué muchas nos hemos culpado de nuestra pobreza?

Es mejor tener a millones de personas flagelándose que organizadas. Si nos organizamos y empezamos a señalar culpables más allá de nuestra mala suerte, quizá las élites se encuentren más de un problema. Mientras nos preocupamos por hacernos a nosotras mismas, no estamos luchando por la redistribución de la riqueza o para que abran las urgencias en nuestro centro de salud.

¿Por qué nos matamos a trabajar como forma de demostrar nuestra valía?

No conocemos otra forma de prosperar que la de matarnos a trabajar, nos han educado en la creencia de que debemos esforzarnos si queremos obtener recompensas. Los ricos las heredan.

A las “hijas del hormigón” nos sobra mes al final del sueldo. Pero dicen que “las ricas también lloran”…

Las ricas no están libres de machismo, misoginia, sexismo y violencia. En el libro una de ellas relata cómo ha sido víctima de violencia vicaria, y otra que veía a sus compañeros cerrar acuerdos en los puticlubs y al margen de su opinión como directiva. Hay otras que hablan de sus experiencias como empresarias, de lo difícil que es sacar un negocio adelante sin apoyarse en el trabajo esclavo, sin pagar mal y tarde a sus empleadas. Los bancos no confían en ellas para darles un crédito y los préstamos públicos tardan mucho en llegar.

¿Viven las millennials peor que sus madres? ¿Qué futuro le espera a la generación Z?

En términos generales, no. Nuestro país ha progresado en muchas cosas, desde la tasa de universitarias y la ocupación femenina hasta la supervivencia a enfermedades que antes eran mortales. El gran problema es que el empleo se ha concentrado en las grandes ciudades y no podemos acceder a la vivienda con las rentas del trabajo. A las Z les espera convivir con una generación de hombres más misógina que la anterior, un repunte de la cultura de la delgadez y el desmantelamiento en algunas comunidades de la inversión en sanidad y educación. Vienen tiempos difíciles en los que deberían organizarse como clase trabajadora.

Comentas que España es un referente en el turismo sexual, y afirmas que la prostitución se nutre de la pobreza, la discriminación y la exclusión social derivadas de la Ley de Extranjería…

Hay tantas, que no puedan llegar y ponerse a trabajar directamente, porque eso te lleva a trabajar interna explotada o a no poder salir de la red de trata y buscar empleo. Las deportaciones también son un gran terror para las migrantes en situación de prostitución, porque vuelven a la casilla de salida en muchas ocasiones con una gran deuda.

¿Qué nos da más miedo?

Ser violadas y asesinadas. Tenemos miedo a la violencia machista, y sobre todo a que nuestras hijas la padezcan. Pero tememos también por todas las mujeres de nuestro entorno, porque sabemos que cualquiera puede ser víctima.


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