Andrea Domínguez Quirós, educadora infantil y vecina de Carabanchel, ha publicado ‘Corazón en construcción’, una guía para el aprendizaje del desarrollo emocional infantil
Andrea Domínguez Quirós es educadora infantil. En redes sociales es @andydoqui, y habla sobre educación, sobre “cómo tanto familias como profesionales podemos hacer del desarrollo emocional infantil una herramienta diaria que pueda ayudar a crear un mundo mejor”. También realiza formaciones, asesorías educativas con familias y con profesionales, y ha escrito un libro, Corazón en construcción, “una guía para el aprendizaje del desarrollo emocional infantil desde una perspectiva sensible y consciente”.

●●● Estás promocionando tu libro, Corazón en construcción. Preséntanoslo.
Corazón en construcción es un libro compacto. He querido que sea ameno, ligero, útil… Es una guía. También ofrezco juegos didácticos que pueden poner en práctica profesionales o familias, así como ejercicios de respiración, porque es megaimportante por ejemplo para gestionar una rabieta, que suele ser lo más problemático. En el libro insisto mucho también en la comunicación empática entre adultos y niños. Deberíamos derribar esos muros de “yo soy el adulto, soy más que tú, que eres un niño”. Si en vez de mirar desde arriba nos ponemos a su altura, siendo evidentemente adultos, y les miramos a los ojos, podremos comunicarnos de una forma más empática y entenderles. Si el niño está haciendo algo mal y tiene confianza contigo, tiene una comunicación, va a saber bajarse y decir “pues lo he hecho mal”. Y además cultivar esta comunicación desde la infancia nos va a ser de gran utilidad luego en la adolescencia.
●●● Suena sencillo, pero entiendo que hay que aplicarse…
Es un proceso, un trabajo en el cual el adulto es el protagonista. Nos pensamos que es el niño, pero no es así: el elemento activo eres tú, porque además el niño lo que ve en ti es un espejo, y va a copiar todo lo que tú hagas. También lo que haga la gente de su alrededor, pero principalmente tú como adulto responsable. Entonces, si yo cuando el niño hace algo mal y me enfado le pego en el culo, el niño cuando se enfade y haga mal su compañero algo, le va a pegar.
Todo influye. La clave es cómo gestionamos nosotros esas situaciones, trabajando desde un lado emocional, porque las emociones son el núcleo de la persona. Si un niño tiene bien forjada su autoestima, no va a tener ningún problema en dedicarse a lo que quiera. Pero si el niño no tiene ningún tipo de autoestima, va a tener problemas a nivel social, a nivel educativo… Un montón de cosas que le van a influir. Y para este trabajo lo primero que tenemos que entender es que el cerebro de un niño no es el de un adulto.
●●● ¿A qué rango de edad se refiere tu libro?
Al de 0 a 6 años, pero recomiendo que se lea independientemente de la edad que tengan tus niños o tus alumnos, porque muchas veces cuando leemos esta guía entendemos cosas de nosotros mismos que nos sirven para aplicarlas con los niños que tenemos enfrente.
●●● Háblanos un poco de tu experiencia como profesional de la educación…
Soy técnico superior en Educación Infantil. Después de graduarme, me puse a trabajar en una escuela infantil, pero estuve un año y medio y vi que en ella pasaban cosas que no iban con mi filosofía educativa ni con mi convicción. Por ejemplo no se trabajaban las emociones: cuando un niño se ponía a llorar, en vez de sentarse y hablar con él, era: “¡Venga, fuera de la clase!”. Así que me fui de esa escuela corriendo y entré en otra donde era un poco parecido… Básicamente, para resumir mi experiencia, me di cuenta de que a nivel emocional el profesorado y las familias no están todavía muy culturizadas en lo importante que es desarrollar a los niños con su inteligencia emocional. ¿Qué significa esto? Que todavía se entiende la escuela infantil como guardería: dejo a mi hijo, me lo cuidan y luego lo recojo. Y ahí realmente falta mucha vocación de verdad de desarrollar a un niño como si fuese una planta: plantar una semilla de la que te salga una planta y luego una flor. Pero nos quedamos con “cuídame la maceta”. A mí, con muchas macetas, si no me dejan regarlas para que salgan flores no va con mi estilo educativo. Así que terminé por dejar la última escuela en la que estuve trabajando por esos mismos motivos. Hablo desde mi experiencia, evidentemente; no digo que sea así en todas partes. Si yo veo que los niños necesitan una cosa y se puede adecuar la programación a esas necesidades para que se construya un futuro mucho más saludable y fuerte, quiero que mi opinión sea tenida en cuenta para que podamos formar un proyecto más potente, y como al final tu opinión muchas veces se deja en el buzón de opiniones con un “Lo tendremos en cuenta”, decidí emprender por mí misma, dedicarme 100% a mi método educativo, a cómo yo considero la educación. Creo en el desarrollo emocional para fomentar niños y adultos sanos, que al final es el objetivo: crear un mundo mejor.
●●● ¿Cuál es el problema que más te has encontrado?
Creo que el problema más gordo es el de no permitir a los niños que sean autosuficientes. Un ejemplo: yo veo muchas veces en la calle a madres o padres cogiendo al niño del brazo para cruzar la calle y el niño está tirado en el suelo diciendo “No, no, no”. Ahí hay un problema, y no porque el niño sea un rebelde sin causa; tiene una causa: quiere cruzar solo. Hablaba con una madre hace poco y me comentaba que tenía muchos problemas en casa con su hija de dos años porque saltaba mucho en el sofá. La madre le decía que no lo hiciera, y la niña se enfadaba y se ponía a llorar desconsoladamente. Imagínate que a ti te dicen que no puedes hacer algo que te gusta hacer un montón, y ya está. Yo le dije: “¿Por qué quitarle ese espacio donde la niña puede disfrutar?”. Y le propuse que en el salón crease una zona, una esquina, con cojines, y lo decorase como si fuese tipo tienda de campaña, estas típicas que hacías cuando eras pequeña. Y que le dijera: “¿Quieres saltar? Genial: en el sofá no saltes, porque yo no quiero, pero te voy a hacer un espacio para que saltes”. A la niña le va a dar igual donde saltar, lo que quiere es hacerlo.
●●● ¿Qué cosas consideras las más importantes a tener en cuenta por un padre o un educador?
Creo que lo más importante es tener en cuenta el procesamiento que tiene un niño de los estímulos y de la vida en general en base a su edad. Empatizar y comprender que lo que un niño puede entender, cómo un niño puede reaccionar, no es lo mismo que como puede hacerlo un adulto. Otra cosa que considero importante es que el adulto tiene que trabajar sus propias emociones: cómo gestionar la ira, la ansiedad, la desesperación, el asco… Todo eso va a influir en cómo lo gestione el niño. Si, por ejemplo, cuando el niño se porta mal, le pegas un grito, que no te extrañe que cuando el niño esté angustiado grite. No se trata de echar culpas, pero tenemos que prestar atención a estas cosas, y si no eres tú tal vez sea otra persona de su alrededor: a lo mejor lo ve en un compañero de la clase, en su profesor o en un vecino al que ve diariamente. Hay veces que los niños copian comportamientos porque se fijan en todo, son esponjas.
Otra: tenemos que entender que muchas veces el niño lo que quiere hacer es expresarse. Una vez estaba trabajando en una escuela y una niña que siempre había sido buenísima empezó a pegar. Cada vez que tenía disgusto con una situación u otro niño soltaba un manotazo. Y los padres, superpreocupados, me vinieron a preguntar qué podían hacer, qué estaban haciendo mal. Casualmente esa niña no hablaba mucho, no tenía esa comunicación como para decir “Oye, no me hagas esto, no me hagas daño”. ¿Cuál era la forma de comunicarse? Pegar. ¿Es una “niña mala”? No, lo único que está haciendo es expresarse. Aunque nosotros tengamos unas creencias, tenemos que ser conscientes de que los niños van a tener comportamientos primitivos.
Luego, otro consejo que daría es hacer participar al niño de todo. Hacer al niño participe de su rutina. Enseñemos al niño a vestirse, a ir al baño, a cepillarse sus dientes, a ponerse su agua en su vaso, que nos ayude a recoger los platos de la mesa… Y dirás: “Pero es que no quiero que sea mi esclavo”. Pero no estás haciendo de tu hijo un esclavo, le estás haciendo un igual que además te lo va a agradecer. Porque tu hijo, tu alumno, te admira, quiere ser como tú. O sea, no es que tú lo obligues, es que le vas a hacer sentirse partícipe. Él mismo está desarrollando esa autoestima de “yo puedo hacerlo solo, soy válido”.
Y otra cosa que quiero recomendar es que, en vez de imponer, pregunten. En vez de decir “Recoge tu habitación”, decir “Oye, ¿qué tal si recoges tu habitación para que se vea más limpia?”. Si preguntas, no estás imponiendo. Muchas veces al ser humano cuando le imponen ya se siente como amenazado.
●●● ¿Quieres enviar un mensaje a los lectores?
Recomiendo encarecidamente a las personas que conecten más con su lado emocional y sensible. La sensibilidad siempre ha sido machacada como si fuera una debilidad, cuando es todo lo contrario... Que se permitan sentir que sus emociones no son una carga ni una vergüenza, que a partir de expresar sus emociones empieza todo lo bonito. Yo siempre digo una frase como si fuese mi eslogan: “Siembra conciencia y florecerá sensibilidad”.



