A.V. CARABANCHEL ALTO
Las fiestas de Carabanchel Alto se remontan a hace muchos años, cuando era un municipio independiente. Durante el franquismo también había, aunque reducidas a un baile de pago en el patio del colegio del Parterre. Fue la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto la que, desde 1976, devolvió a las fiestas su carácter popular, con atracciones de feria, actividades diversas, casetas de comida y bebida, bailes sin pagar y hasta los tradicionales fuegos artificiales. Era la asociación de vecinos la que, en colaboración con otras asociaciones del barrio, se encargaba de toda la organización, celebrándose unos años en un solar que había en la calle Alfredo Aléix, y posteriormente en el Parque de las Cruces.
A finales de los años 90 del siglo pasado la junta municipal de Carabanchel decide asumir la organización de todas las fiestas, siendo las asociaciones del barrio las que colaboraban en la elaboración del programa de actividades y su desarrollo, en el mismo recinto del parque. Hasta que en 2012 el Ayuntamiento decide suspender las fiestas con la excusa de falta de dinero. Las asociaciones del barrio se negaron a la suspensión y volvieron a organizar las fiestas en el Parque de las Cruces, para lo que se contó con los permisos que concedió la Junta; aunque no “comía” al menos ese año “dejó comer”, como dice el refrán. Y las fiestas se celebraron con mayor éxito de participación que años anteriores.
En 2013 las asociaciones volvieron a solicitar el permiso, pero la cosa cambió. Habían nombrado presidenta de la junta de Carabanchel a Fátima Núñez, quien negó los permisos para celebrar las fiestas del barrio alegando molestias a los vecinos que, curiosamente, no se habían producido cuando era la Junta quien las organizaba. En 2014 las asociaciones vuelven a solicitar autorización, en este caso para celebrar las fiestas en dos posibles recintos: en el parque de Salvador Allende (junto al Metro La Peseta) y en el tradicional recinto del Parque de las Cruces, cuya opción se ponía en segundo lugar para evitar estas molestias que de pronto había descubierto la Junta. Tampoco se concedió la autorización; en el caso del recinto del PAU por unas obras que se estaban acometiendo (en una zona reducida del mismo); y en el Parque de las Cruces porque, de pronto, no reunía las condiciones, según un informe de los técnicos que nunca se han dignado a enseñar. O sea, que un recinto que había albergado las fiestas durante décadas, que no habían producido ningún problema de seguridad y que las molestias eran mínimas, ahora “no reunía las condiciones”.
A pesar de las prohibiciones, en estos años se han celebrado fiestas en el barrio, con diversas actividades, aunque mermadas en su repercusión por la imposibilidad de instalar atracciones de feria, escenarios y casetas. Llegamos a 2015 y la asociación de vecinos presenta en enero por registro la solicitud para la celebración de las fiestas en alguno de los dos recintos mencionados. Sin recibir respuesta escrita, se convoca un pleno del Distrito en el que la Junta propone celebrar las fiestas junto al cementerio. Ante la oposición mostrada por los vecinos y los grupos políticos de la oposición, que consideran descabellada la propuesta, por la lejanía respecto de las viviendas, la Junta Municipal retira la propuesta.
El pasado 22 de abril, una delegación de la asociación de vecinos fue recibida por la presidenta de la Junta Municipal y técnicas de la misma para tratar el tema. En dicha reunión las representantes municipales transmitieron a los vecinos la negativa a dar autorización para la celebración de las fiestas con las mismas excusas de informes técnicos y molestias al vecindario.
Los vecinos están recogiendo firmas para exigir la celebración de las fiestas en el barrio, porque las posibles molestias (que se pueden minimizar con unas normas concretas) son nada, comparado con la satisfacción que proporciona a los vecinos unas fiestas a las que tienen derecho, y que son un merecido paréntesis lúdico y cultural a un año de fatigas y trabajos. Eso es lo que ocurre en todos los pueblos de la geografía, y Carabanchel Alto no va ser menos.
La presidenta de la Junta Municipal no ha encontrado una manera más fea de despedirse del barrio que prohibiendo de nuevo las fiestas. Pero las fiestas se celebrarán, como en años anteriores, y Fátima Núñez ya no podrá enviar a la Policía Municipal (como hiciera de forma vergonzosa el año pasado para impedir unas actividades infantiles), porque para entonces ya no estará en el cargo.