Cooperante en bolivia. Pienso que no hay una razón común por la que los profesionales de la salud decidimos, en algún momento, dejar la comodidad de nuestra vida

Reflexiones de una enfermera cooperante en Bolivia

Pienso que no hay una razón común por la que los profesionales de la salud decidimos, en algún momento, dejar la comodidad de nuestra vida
 

 

CENTRO DE SALUD QUINCE DE MAYO (VIRGINIA JIMÉNEZ ANTÓN. SOLIDARIDAD MÉDICA)

Pienso que no hay una razón común por la que los profesionales de la salud decidimos, en algún momento, dejar la comodidad de nuestra vida y el desempeño de nuestro trabajo para participar en un proyecto de cooperación internacional, pero sí es común la causa que nos mueve a realizarlo. Esa causa está relacionada principalmente con fracasos políticos y económicos internacionales.

Pero cuando inicié hace cinco meses este proyecto con cinco compañeros sanitarios españoles, nada más llegar al aeropuerto de Barajas para poner rumbo a Bolivia, observé que a los seis nos unía esa inquietud rebelde de cruzar una frontera, no solo geográfica, y con un convencimiento no del todo altruista, porque ya éramos conscientes en ese mismo momento de que los primeros beneficiados de esa experiencia íbamos a ser nosotros mismos.

Mi nombre es Virginia Jiménez Antón, y soy enfermera en el Centro de Salud Quince de Mayo. Desde hacía tiempo valoraba la opción de participar en un proyecto de cooperación. Actualmente la cooperación internacional se ha hecho más necesaria con el proceso de globalización, y las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) han ido ocupando un papel en nuestra sociedad hasta convertirse casi en una moda. Por ello, la oferta para una enfermera como yo, que decide emprender un proyecto así, era muy amplia, y valoré distintas opciones hasta decidirme por una.

La ONG elegida fue Solidaridad Médica. Es una ONG pequeña que hace proyectos sanitarios en el Amazonas boliviano, un lugar abandonado por las organizaciones gubernamentales, y que la única asistencia sanitaria que recibe es por parte de los profesionales de esta organización. Bolivia en un país con una tasa de pobreza extrema del 17,1% en el 2017, según la Encuesta de Hogares que difundió el Instituto Nacional de Estadística (INE). Solidaridad Médica se dedica a dar cobertura a una de esas zonas pobres, donde la desnutrición infantil es el mal de esta población.

Planificación y trabajo previo

Trabajamos en la zona a lo largo del río Maniqui, donde se encuentra el asentamiento de poblaciones indígenas llamadas chimanes. Nuestro acceso para llegar a las poblaciones fue principalmente fluvial. Con todos los problemas de logística que conlleva una misión así, es cuando eres consciente de que las cosas que son fáciles en nuestra sociedad allí se convierten en un verdadero problema. Por ello una buena planificación y todo el trabajo previo que se realiza cobran vital importancia. La expedición sanitaria estaba formada por los seis cooperantes españoles y un equipo sanitario boliviano y chimán, formando un total de 17 cooperantes, que viajamos a lo largo del río Maniqui durante siete semanas y atendimos a un total de 1.623 indígenas chimanes, de los que 509 fueron niños con riesgo alto de desnutrición.

Llegamos donde nadie llega, nos desplazábamos en canoa, descargábamos el material sanitario en barrizales, caminábamos por la selva hasta llegar a las comunidades, en ocasiones no disponíamos ni de un techado para montar la consulta y se improvisaba con maderos o tablas, y comenzábamos a trabajar bajo la lluvia amazónica. Pero todo se realizaba sabiendo que había que atender a esta población vulnerable. Al final de los días estos desplazamientos se convertían en rutina, pero no la pasión con la que los realizábamos, porque dentro de nosotros sentíamos la gratificación de estar haciendo algo que puede cambiar la vida de estas personas.

No todo fue bonito: también hubo días en los que terminaba la jornada y tu cuerpo no daba más de sí. Y reflexionas si tanto esfuerzo merece la pena. O te planteas qué te ha hecho dejar tu centro de salud y acudir allí. No es una decisión racional desde el punto de vista material, pero sí lo es desde el punto de vista moral y de felicidad personal. Para ello solo tenías que concentrar tus pensamientos en los chimanes.

‘Pacientes’ y ‘profesionales’

Por primera vez en mi carrera profesional he entendido la palabra “paciente” tras ver como esperaban largas horas para  ser atendidos. También me he sentido “profesional” al poder dar lo mejor de mí misma, a pesar del cansancio o las largas jornadas, porque esa población lo necesitaba. Un aprendizaje importante sobre la relación entre paciente y profesional que todos deberíamos tener presente cuándo usamos los servicios sanitarios en nuestros centros de salud de Carabanchel, donde, en algunas ocasiones los profesionales no ofrecemos el suficiente tiempo y dedicación los pacientes, y en otras ocasiones son los pacientes los que no disponen de la suficiente paciencia para ser atendidos.

Pero todo es una cuestión de esa palabra, “tiempo”. Allí no disponíamos de relojes, de móviles, de conexión a internet, no había una hora para ser atendido, ni una vida organizada por tiempos. Por tanto, se vive en el ahora y en el presente; se aprende mucho mirando a las personas, lo que necesitan, lo que sienten o lo que transmiten sus miradas, ese tiempo del que muchas veces no disponemos en nuestras consultas.

Ahora que han pasado unos meses desde la experiencia, he querido escribir estas reflexiones, y no precisamente desde la parte técnica del trabajo desempeñado, que es muy importante. Porque he aprendido que el realizar un proyecto de cooperación internacional se basa en el encuentro con personas y en la promoción de una contracultura de solidaridad y gratitud.

 

 

Más información: www.solidaridadmedica.org

 

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