Editorial la deuda

La deuda
Mucho se ha hablado sobre la deuda, a raíz de los griegos. Y lo envenenado que resulta ese laberinto de endeudamiento creciente; tanto que sume a la población en la miseria.
Y es claro que los mercados son inmisericordes: una vez entras en el engranaje deudor, has caído en las mazmorras más oscuras, y habrá que pagar con trabajos forzados para expiar todas las culpas. No importa quién te haya llevado a esa situación, pues habrá que recordar que la deuda griega, así como la deuda de los países del sur —incluido el nuestro—, fueron creadas por la voracidad de unos gobernantes que despilfarraron, saquearon y gastaron a manos llenas. También llego el despilfarro a empresas, y a los particulares. Hubo para todos, pero no en la misma medida. Eso sí, a la hora de recortar siempre se habla de los mismos conceptos: pensiones, funcionarios, salarios, Seguridad Social, gastos sociales...
Hay tener en cuenta que una de las características de la deuda griega es que buena parte de ella se debe al enorme gasto militar, durante décadas, del que han obtenido beneficio Francia, Estados Unidos, Alemania, etcétera. Y nos preguntamos: ¿por qué no se puede reducir el enorme gasto militar? En el caso que nos toca está claro que no se puede soportar, pero también está claro que para los países mencionados supone un suculento beneficio que no están dispuestos a perder.
Qué mejor negocio que el de las armas, generando conflictos localizados para el crecimiento floreciente… Y es evidente también la desconfianza del pueblo griego hacia sus compañeros y socios de la OTAN, los turcos.
Y si nos fijamos en España, nuestro presidente, en toda la legislatura, no dudaba en reducir salarios, aumentar la edad de jubilación, suprimir la paga extra a los funcionarios y deteriorar todos los servicios sanitarios y públicos, pero no había problema en inyectar ingentes cantidades de dinero al sistema financiero y bancario.
Esta Europa de los banqueros, de las multinacionales, de los grandes capitales y de los mercaderes, es la que deja de lado y esclaviza a los seres humanos. No se prevé un futuro halagüeño ante tanto despropósito.
En definitiva, nosotros creemos que otra Europa es posible: una Europa de los pueblos, de la gente, de los barrios, de las nacionalidades y diversidades, poniendo como bandera el Estado de Bienestar, con sanidad, educación y atención de las personas, y la solidaridad de los pueblos como modelo de una sociedad más justa y humana. Desde luego, la Europa que nos están vendiendo lleva a la frustración de la gente y del proyecto europeo.

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