Cuarenta años de historia musical carabanchelera

Visitamos Carabox, los locales de ensayo más veteranos de Carabanchel (y probablemente de toda la ciudad), que este mes celebran sus primeras cuatro décadas

Carabox, los locales de ensayo más veteranos de Carabanchel y probablemente de todo Madrid, celebran el 5 de junio su 40º aniversario con una gran fiesta en el Movistar Arena. Cuatro décadas al servicio de la música y el espectáculo en el barrio y mucho más allá, pues la lista de artistas de éxito que han ensayado en ellos regular o puntualmente es enorme y jugosa: Radio Futura, Los Enemigos, Ketama, Def Con Dos, Los DelTonos, Lolita, The Refrescos, Asfalto, Raimundo Amador, Los Petersellers, Rosendo, El Último de la Fila, La Unión y muchísimos más.

En el número 5 de la calle de Alfredo Aléix, donde se encuentran ubicados, me reciben Mai Borrallo, directora de negocio, y Manuel Montoro, propietario (“Todo el mundo me conoce como Manolo Carabox”, me dice sonriente). Les pido que me cuenten la historia completa del lugar, y se ponen a ello con gusto. Manolo me aclara que él es el dueño desde principios de 1996, pero que conoce bien su anterior acontecer, ya que también es músico y empezó a ir por allí poco después de su apertura.

“Carabox abrió en 1985 —rememora Manolo—. Entonces estaba en la calle de Isabela Saverana, como a unos 300 metros de aquí, en un semisótano. Yo empecé a ir por allí en el año 87 u 88 como cliente, pues tocaba la batería, e hice amistad con Nacho Navas, que fue el fundador, el que lo construyó y lo inició. Me trajo Rafa Marín, que luego sería mi socio, con quien he hecho un montón de cosas en la música y somos muy buenos amigos. Ya conocía a más gente por aquí, y me reencontré con personas como el Muelle [el famoso grafitero, también músico] y con otros músicos que estaban por aquí tocando”. Luego Manuel estuvo unos años fuera de España, y al poco de regresar cerraron los locales: “Yo entonces ya no estaba ensayando, pero todavía tenía mucha amistad con la gente de Carabox. La noticia me la dio Rafa, y le dije: ‘No puede ser, hay que ir a hablar con Nacho’. Así que nos fuimos a hablar con él y le hicimos una propuesta. Como nos conocía, aceptó, llegamos a un acuerdo y lo abrimos a primeros del 96”.

Y así es como Manolo y Rafa se ponen al frente del antiguo Carabox, aún en Isabela Saverana, con “12 más 1” locales. Las instalaciones incluían asimismo un garaje en la parte trasera que fue acumulando trastos viejos hasta que a principios de este siglo decidieron convertirlo también en locales, 11 más, lo que hacían 23, permitiéndoles albergar a más bandas. Y es que por Carabox ha pasado un montón de gente, desde los grupos amateur del barrio hasta artistas más que consolidados como los de la lista que enumerábamos en el primer párrafo, ya sea para ensayar regularmente o para preparar trabajos concretos.

Traslado

El traslado se hizo necesario por diversos motivos. Existe un antecedente, y es una inundación que tuvo lugar en torno a 1993, antes del traspaso del negocio, pero de la que Manolo se acuerda perfectamente: “se rompió una tubería del canal, una tubería de suministro bastante grande, y quedó dañado el tema de aislamiento de humedades. Yo estaba ahí cuando ocurrió eso, y recuerdo mi batería flotando con los demás instrumentos... El caso es que hicimos cosas de saneamiento con los dueños, arreglamos todas las bajantes, pero había una humedad que no paraba, olía bastante, aquello no era muy sano y a la gente no le gustaba demasiado”. Entonces descubrieron el local actual, en Alfredo Aléix, y allí se trasladaron. Era el año 2010, y se abría todo un horizonte para Carabox, con 1.300 metros cuadrados, sin nadie encima y por lo tanto con la posibilidad de adaptar el espacio a sus necesidades.

La nueva sede permitió potenciar algo que ya había comenzado con la ampliación del garaje: las actividades. En Isabela Saverana ya habían integrado clases de canto y piano, y el traslado a Alfredo Aléix fue la ocasión perfecta para potenciarlo con aulas más espaciosas, mejor acústica e incluso la posibilidad de acondicionar un salón de baile. Pero poner en práctica más proyectos supone una mayor complejidad, y en esa época Rafa Marín deja Carabox por no poder compaginarlo con sus otras actividades profesionales. Queda pues Manuel en solitario al frente del proyecto, contando con la experiencia del resto de personas que de una u otra forma participaban en él, y así, “entre todos, construimos el actual Carabox”, concluye. Con el tiempo y el crecimiento, todo se va complicando aún más, y Manolo ya no puede estar tan “a pie de negocio” como cuando echaba allí de diez de la mañana a diez de la noche. “Por supuesto —confiesa—, las grandes decisiones al final las tiene que tomar alguien, pero realmente quien lleva Carabox desde 2017 es Mai”. La directora de negocio, su “mano derecha”, recuerda su entrada: “Llegué aquí un poco por casualidad. Me hizo la entrevista Manolo y enseguida nos caímos bien, porque conocíamos a gente en común, nos pusimos a charlar y cuajó la cosa. Y ha ido muy bien: al año siguiente ya teníamos lista de espera, se llenó todo, y actualmente igual. Por lo demás, la actividad aquí es excelente: tenemos suerte con la gente que ensaya, vienen a trabajar y no son problemáticos, y con las clases también muy bien”.

Hay que destacar que están completamente adaptados a la actividad de los músicos. Cuando estaban en Isabela Saverana, para no molestar al vecindario, abrían de diez de la mañana a diez de la noche, los sábados cerraban a las tres de la tarde y no abrían domingos ni festivos. Pero la nueva sede amplió esas posibilidades, y ahora mismo, como ilustra Manolo, abren “más que El Corte Inglés: tenemos un horario de nueve de la mañana a doce de la noche todos los días”, algo muy importante para poder dar servicio a bandas que no se dedican solo a la música y tienen que compatibilizar los ensayos con horarios laborales en ocasiones complicados. Además, continúa Manolo, “los fines de semana y los domingos y festivos en vez de a las nueve de la mañana abrimos a las once, pero seguimos cerrando a las doce de la noche, y los únicos dos días que no abre Carabox es en Navidad y en Año Nuevo”. Además, “adaptamos un sistema de carga y descarga para no tener que implicarnos nosotros personalmente. Yo me bajaba desde Torrelodones, donde vivía, a las tres de la mañana a abrir a los grupos para que pudiesen descargar, y ya con la ampliación del garaje de la sede anterior desarrollamos ese sistema para que tuviesen acceso sin que tuviéramos que venir nosotros y que no saltasen las alarmas, hubiese seguridad y se pudiese hacer. Actualmente tenemos un sistema de consigna que tiene una zona en la que se puede entrar con una serie de controles a través de recepción”.

40 años dan para mucho

Como podéis imaginar, 40 años dan para mucho, más donde se junta gente inquieta: en Carabox se han rodado videoclips, se han construido sets de escenografía para rodajes, se ha ensayado desde el musical de Michael Jackson hasta La Traviata, e incluso montaron una discográfica que llegó a editar un par de discos, aunque luego la tuvieron “que aparcar, porque pegarse con las multinacionales es una locura”, recuerda Manuel. También han albergado otros proyectos, como Lavalab, un estudio de grabación que cerró con la pandemia.

Carabox tiene en la actualidad 30 salas de ensayo, y además las escuelas de Música y de Danza. En la de Música hay clases de un montón de instrumentos para niños y adultos, de todos los niveles. En la de Danza también ofrecen diferentes modalidades para todas las edades, además de alquilar por horas la sala de baile y la de música. En definitiva, cubren todo un abanico de necesidades en torno a la música y la danza, habiéndose convertido con el tiempo en mucho más que unos locales de ensayo y siendo de hecho una gran familia; la “familia Carabox”, como les gusta denominarse. Les pregunto cómo se lleva ser los locales de ensayo más veteranos de Carabanchel y probablemente de Madrid, y me responden con enorme sencillez: “Bueno, con toda naturalidad; trabajando todos los días. No pensamos en eso: cuando hay una dificultad la intentamos solucionar, y ya está. Cuando hagamos 50 años, si seguimos, pues lo celebraremos igual. Mejor no preocuparte, mejor vivir el día: tenemos trabajo, estamos aquí ocupados y bien, y estamos dando un buen servicio”.

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