Cartas al director
Hemos recibido una carta de un lector, respondiendo a la publicada en la página 2 del número anterior bajo el título Desahucios y firmada por Alfonso S.L. La reproducimos a continuación.
Texto:
Indiscutiblemente, la falta de una función didáctica e informativa por parte de las instituciones en los últimos 40 años hace que opinemos a diestra y siniestra guiados solo por nuestras necesidades. Podemos hacer una breve revista sin embargo por nuestras realidades y no nos enredaríamos con los temas. ¿Fracasó el “no” de Grecia? Sí. ¿Por qué? Por avanzar sin tener consideración de la relación de fuerzas en que nos encontramos.
Igualmente podemos pensar que el Ayuntamiento tiene gente capacitada en sus oficinas y que saben qué cantidad de pisos tiene a disposición. El tema no es burocrático, sino ético. Hay una lista preexistente de peticionantes. ¿Qué hacer? ¿Pasar por encima de ellos y solucionar los problemas actuales? ¿O generar otro tipo de valoraciones? ¿Estudiar caso por caso? En fin, Alfonso, que si te acercas para echar un cable, seguro que serás bienvenido.
La burbuja
Con el mismo criterio, veamos qué es una burbuja inmobiliaria. Por empezar, comienza en la construcción masiva de viviendas, realizada por empresas privadas a instancias de políticos afines que legislan y disponen permitiendo que lo hagan. Inmediatamente quedan vinculadas las entidades que otorgan los créditos. Bancos y empresas financieras. Muy pocos compran viviendas al contado. A su lado se encuentran los notarios, que colaboran en la lectura y dación de fe de la compraventa. Al paso salen los monopolios de servicios, agua, luz, gas que integran el paquete. Es decir, que para la confección de una burbuja participan bastantes personas que trabajan en despachos y oficinas, cobrando sus comisiones y sobresueldos.
Previamente, los políticos y sus equipos especializados en estructuras administrativas y legislación competente, han hecho un estudio de las situaciones reales en las cuales se debe implantar la burbuja. Cada partido toma el poder local o nacional con esos equipos ya constituidos. Incluso han sido objeto de comentarios y referencias periodísticas.
Después de estas previsiones comienzan las construcciones. El tiempo del riesgo empresarial ya no existe y ha quedado relegado para los pequeños comercios. Las grandes empresas no se tiran a una piscina sin agua. Su finalidad última, el beneficio empresarial, se lo demanda.
Los desahucios
Un obrero metalúrgico ecuatoriano, en el año 2008, en el local de la UGT de Vallecas, reunidos para encontrar una forma de defenderse del ataque burbujero, hizo la mejor síntesis de la situación: “Compañeros, hemos venido a este país a trabajar para mejorar. Ni nos enteramos de que los bancos habían tendido sus redes con buena carnaza; ¿quién no quiere una casa, educación para sus hijos, salud para su familia? Ni mirábamos los préstamos, y los firmábamos. No les importaba si éramos capaces de pagar: nos ofrecían créditos para todo. Corrían detrás nuestro ofreciéndonos los créditos. ¿Cómo no íbamos a firmar?”. Y curraban día y noche para cubrir todas sus necesidades. Así se construyeron los millones de pisos en España.
Después de esa reunión, en poco tiempo surgió la Plataforma de Afectados por las Hipotecas de Madrid. Se extendió por todo el país. En el 2011 se coordinaron con el 15M, y ahí comenzamos a parar desahucios. Desobedecer es la consigna. Si vives en injusticia, desobedece. Participa.
Mucho sacrificio para enfrentarse a la conjura de los bancos, las financieras y los monopolios que emplean a los políticos. Cuando las familias dejaron de pagar, la deuda a los bancos los convirtió en negocios inviables. Pero un banco, una empresa financiera, un fondo buitre, no es la panadería de la esquina. No quiebran. Sus empleados salieron al quite: la deuda empresarial, por ley, se transformó en pública. Otra ley la convirtió en prioritaria en los presupuestos. Es decir, que antes que pagar a las pensiones, dotar a los hospitales, a las escuelas, hay que pagar la deuda de los bancos, las empresas y los monopolios.
Por eso hay que exigir la auditoría de la deuda. Si el banco y los otros quiebran en un pelotazo, que cierren. Igual que la panadería. Hemos pedido dinero, pero la deuda privada no es nuestra. Ésa se debe caer del estado de cuentas del país.
Las “burbujas” destruyen un país donde no es recomendable o posible, por razones políticas o materiales, destruirlo a bombazos. A por ellos van los corralitos, el corralón español, etc. Luego puede llegar el embargo o el aislamiento económico. Todo votado en Parlamentos de obediencia empresarial. ¿La democracia? Bien, gracias.
Lo que queda claro es que, con los nuevos ayuntamientos y el funcionamiento en asambleas, nos lloverán mucho menos —o no nos lloverán— euríbores, púnicas, EREs y cosas parecidas. Alfonso, ¡métete en una asamblea!
Ernesto