Villa Lola

MIGUEL G. ANDÚJAR

Una pequeña y digna edificación de ladrillo próxima al casco histórico de Carabanchel Bajo fue demolida el pasado 14 de enero de 2018. Sin ruido, como otras tantas que desaparecieron antes que ella, nos ha dejado un solar vacío y, a muchos, un recuerdo.

En el número 6 de la calle Carolina Paíno, Villa Lola nos ofrecía el testimonio de un Carabanchel muy diferente al que conocemos hoy día, la etapa previa al éxodo rural en Madrid, la más significativa en términos históricos y urbanos de Carabanchel. Villa Lola era una humilde superviviente de las formas y vidas que se dieron en este barrio de la periferia de Madrid durante el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX.

Los Carabancheles en el siglo XIX transforman completamente su paisaje. Dos pequeñas poblaciones agrícolas vieron aparecer y multiplicarse fincas y palacetes, la Posesión de Campo Alange, la Posesión de Belgida y la Quinta de Buenos Aires, entre muchas otras, pero especialmente la Finca de Vista Alegre, quizá la más importante de los Carabancheles.

El patrimonio es el hilo conductor del lugar, de aquello que debería transmitirse entre unos y otros de forma oral o vivencial, pero que persiste más allá de esa tradición. El patrimonio de los barrios tiene que ver tanto con dónde estaba la bodega, con las amigas de tu abuela en el mercado y, también, con sus edificaciones históricas, de las más modestas a las más singulares.

Las viviendas populares de ladrillo en planta baja poblaban esta parte de Carabanchel. El entorno del casco histórico ha sido mutilado y agredido durante todo el siglo XX.

La falta de homogeneidad actual del espacio histórico de los cascos de ambos Carabancheles dificulta defender su protección. Villa Lola resistía estoica los embates de las presiones del mercado inmobiliario.

Nos preguntamos entonces si es lícito reivindicar la permanencia de una pieza singular dentro de un conjunto desarticulado. Nos preguntamos si es lícito reivindicar para un barrio del sur de Madrid unas mínimas muestras de respeto a sus vestigios, sus trazas y sus recuerdos. Difícil defender lo pobre, lo insignificante o lo aislado, en una sociedad principalmente urbana, en la que operan en las edificaciones las lógicas financieras, en un espacio cambiante que es a la vez objeto de inversión para unos y espacio de habitar para el resto.

Es sorprendente la capacidad de la metrópoli de olvidarse de sí misma. Mantener es más caro que destruir, los antiguos modelos de vivienda no se ajustan ya a las nuevas aspiraciones sociales. En el mejor de los casos, emplaste sobre gotelé y gotelé sobre papel pintado.

Parece como si en la periferia no nos pudiésemos permitir guardar y cuidar nuestros recuerdos. El urbanismo es un constructor de identidad, el contenedor donde discurren nuestras vidas, la forma de nuestras calles, nuestros edificios singulares, nuestras plazas y nuestros parques.

La dinámica destructiva continúa, desde el bodrio de plaza de toros cubierta que vino a sustituir a la Chata en 2001, hasta la demolición por parte de un Gobierno socialista de la cárcel de Carabanchel en 2008.

Una mirada a nosotros mismos y una mirada para reclamar oportunidades y seguir reclamando lo que todavía tenemos, sin más urgencias y sin llegar tarde. Por rescatar lo que tiene valor y queremos que siga siendo nuestro.

En el siglo XIX, ambos Carabancheles eran el principal asentamiento del Madrid actual, más allá del casco madrileño. La pregunta es: ¿no es sorprendente que no exista ningún bien protegido de esta época en nuestro barrio? ¿No es increíble que la Finca de Vista Alegre siga sin ser un jardín urbano abierto al público? Mientras tanto, los planes urbanísticos siguen atravesados por la tensión centro-periferia.

Carabanchel solo puede construirse mejor si se mira a sí misma, la puesta en valor de las periferias autónomas y con personalidad propia.

Los planes del Ayuntamiento siguen empeñados en reforzar esa tensión de centralidad. Así lo podemos ver en la obsesión por reformar la calle del General Ricardos, el plan de trasladar la Junta de Distrito a un edificio de nueva construcción ubicado en Oporto, extirpándola del casco histórico, o en las grandes inversiones en el Distrito ligadas a la operación Madrid Río.

Se han perdido espacios significativos, otros están desconfigurados y los cascos solo guardan algunas construcciones que nos hablan de esos Carabancheles del siglo XIX. Han sufrido sobre estos últimos, donde se han demolido muchas villas como la de Lola. Carabanchel parece otro sitio más de la periferia, un conjunto irregular de construcciones de ladrillo y cerramientos desordenados de aluminio.

Hacer barrio es hacer memoria. El urbanismo debe implicarse en la recuperación y puesta en valor de las preexistencias, reivindicando y haciendo aflorar la historia de Carabanchel y hacer que impregne e implique a sus grandes espacios olvidados, abandonados o derruidos, que ahora son solar, pero en los que todavía queda lugar para el recuerdo.

  Votar:  
Resultado:0 puntos0 puntos0 puntos0 puntos0 puntos
  0 votos