Todos los quijotes y sanchos que seguimos siendo

Cuando Don Quijote salió a la luz por el año 1605, Cervantes nos dejó grandes enseñanzas en las aventuras del hidalgo caballero. También nos dejó la incógnita del lugar del que no quería acordarse. Pero entre todas las enseñanzas, podemos describir una muy importante, que perdura por los años y actualmente es muy habitual.

El capítulo VII de la primera parte nos cuenta cómo Sancho Panza acepta ser escudero para ser gobernador de una ínsula. Tenía primero que aprender y después tomar el puesto. Esa ínsula no existía, todo era un invento de don Quijote, Sancho Panza aguantaba por un interés creado y se tenía que esforzar.

Hoy, las redes sociales, las noticias verdaderas y falsas de todos los medios nos hacen estar manipulados. Nos crean sueños imaginarios que no son realidad. Los políticos nos venden lo que queremos oír. Por estas tierras, el barrio cada día con más inseguridad, en las calles mientras caminas te viene el olor constante a marihuana que se está consumiendo, alborotos en parques o plazas, un largo etcétera.

Los políticos y políticas actuales no pisan la calle, no ven la realidad. Todos buscan tener controladas las redes sociales. Tener su guardia pretoriana lista para actuar cuando la necesitan. Y lo más importante, un buen pegamento para no perder el asiento.

“En este tiempo solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien —si es que este título se puede dar al que es pobre—, pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero. Decíale entre otras cosas don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase, en quítame allá esas pajas, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador della. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer e hijos y asentó por escudero de su vecino.”

Y por cierto, el fiel escudero Sancho Panza también engañó a su hidalgo caballero al decirle que había entregado la carta a Dulcinea del Toboso, mujer muy bella, lo que no era cierto.


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