LA VIOLENCIA NO TIENE IDEOLOGÍA

Parece que se van dando cada vez más muestras de violencia sin sentido. Aunque la violencia nunca ha tenido sentido. No parece que el descontento, la frustración y el resentimiento y la falta de futuro tengan que adaptarse a ningún sesgo ideológico, tanto de extrema derecha o izquierda.

Tenemos los fundamentalismos religiosos, que en nombre de Dios comenten todo tipo de barbaridades, no se entiende como lo pueden justificar. Pero ya algunos dirigentes y líderes religiosos la justifican, pues ya se sabe que con el miedo y el terror es posible dominar a las poblaciones. Sobre todo cuando están en juego la vida y la integridad física. Canalizan toda la frustración. Lo hemos visto con los últimos atentados de Francia y Viena. El islam y la religión judía en sus extremismos no solo son un problema para todos, sino también para ellos mismos.

Aquí en España desde luego no estamos libres de esos extremismos, que se dan en todas las religiones. ETA, muy cercana en el tiempo, siempre tuvo un apoyo en las conciencias de sus pistoleros dado por la Iglesia católica del País Vasco.

Tenemos por toda España revueltas juveniles, que dan el síntoma del descontento en la juventud ante la falta de futuro económico, de falta de trabajo, de falta de libertad, que está produciendo las medidas para parar la COVID-19.

Si ponemos como centro de toda preocupación y acción política, económica y social la vida de las personas, desde el punto de vista sanitario, con ese mismo planteamiento habrá que preocuparse de la salud mental y del bienestar de las poblaciones, de su calidad de vida. No parece que las medidas para salvar vidas sean suficientes si no se acomete una dirección de futuro y de bienestar para todos. Y eso parece ser que es lo que subyace  en las muestras de violencia, destrozos y saqueo, que no resuelven nada, más bien justifican la represión para no modificar el statu quo actual.


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