UNA PISCINA CON MUCHOS PROBLEMAS

Este verano nos han llegado a la redacción un montón de quejas de vecinos del Distrito respecto a la piscina del Centro Deportivo Municipal La Mina. No es algo nuevo, ya que antes de las vacaciones, en nuestro número de julio, ya nos hacíamos eco de los problemas que estaba ocasionando el cierre de la piscina infantil de dicho centro por falta de socorrista, con cientos de niños de los distintos campamentos de verano sin poder bañarse (pese a que dichos campamentos habían ofrecido tal actividad a los padres, siendo un factor importante a la hora de inscribir a los chavales), en unos “días de altas temperaturas históricas”, como denunciaba la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid.

Pues bien, los problemas con la piscina han continuado, siendo el motivo el mismo: carencias en personal. Según nos ha comentado un empleado municipal, recientes cambios en la forma de contratación a objeto de tener más control sobre la misma y mejorar la transparencia han tenido como consecuencia que dicho proceso de contratación se haya ralentizado sobremanera.

Y así ha transcurrido el verano. Nuestro compañero David García, en un texto publicado en la edición digital de este periódico el pasado 21 de agosto, recogía el testimonio de un trabajador de la piscina que había decidido hablar con A Voces de Carabanchel para hacer pública la situación y el motivo de los problemas. “Los usuarios merecen saber que las cosas no están funcionando porque no se quiere”, aseguraba este trabajador, explicando que desde el primer momento se dieron cuenta de que no se habían cubierto bajas y que así sería muy difícil realizar el trabajo de forma correcta. El primer día abrieron la piscina tres socorristas, uno por piscina, cuando el número habitual es de cuatro (un socorrista en la piscina pequeña, otro en la mediana y dos en la grande). Pero el problema iba más allá de los socorristas. En La Mina falta personal de mantenimiento, médicos, socorristas y taquilleros.

“Las consecuencias de esta falta de personal afectan tanto a los usuarios como a los trabajadores. Cuando faltan socorristas, se cierran piscinas, normalmente la infantil. Cuando falta el médico, se cierra la piscina olímpica. Cuando faltan taquilleros, los usuarios salen beneficiados, ya que se declaran jornadas de puertas abiertas, pero los trabajadores cuentan entonces con un volumen de trabajo mucho mayor de lo normal”, escribía David basándose en las declaraciones del trabajador. “Parece que pretenden que el público se desencante de lo público, que piensen que esto no funciona y que no merece la pena”, opinaba éste. “En mi opinión, creo que es lo que quieren conseguir: que la gente se canse de lo público y que abracen encantados su fórmula salvadora, la colaboración público-privada”.

Otro problema importante citado por nuestro compañero David García es el de la obra con la que se pretendía arreglar el vaso de las piscinas, la maquinaria de medición de cloro y las escaleras de todas las piscinas, que ha durado diez meses y que, en palabras de un trabajador, “ha sido una chapuza. La maquinaria de medición de cloro no soporta la cantidad necesaria para el tamaño de una piscina municipal, las escaleras de acceso a las piscinas están rotas día sí y día también. Este hecho afecta a nuestros compañeros de mantenimiento y por supuesto a los usuarios, ya que si hay un determinado número de escaleras rotas, por ley, la piscina no puede abrir”.

Así que estamos apañados con la piscina… Es verdad que ya, para bien o para mal, queda poco verano, así que esperamos que este “eterno retorno” nietzscheano de los problemas de la piscina de La Mina pare aquí y no volvamos a lo mismo el año que viene. Por otra parte, habría que preguntarse si un distrito tan grande y poblado como Carabanchel, en una ciudad tan calurosa como Madrid, está suficientemente dotado de instalaciones donde podernos pegar un chapuzón. Parece evidente que la respuesta es “no”.

REDACCIÓN

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