‘El oso y el madroño’, de visita en Carabanchel

El vecindario de Carabanchel se llevó una grata sorpresa el pasado 15 de enero al descubrir, en la glorieta del Ejército, enfrente del Hospital Militar Gómez Ulla, a un visitante muy querido aunque inesperado por la mayoría: la famosísima estatua del oso y el madroño que, en representación de las armas de la villa, se encuentra desde hace más de medio siglo en la Puerta del Sol.

Antes de nada, para no llevarles a error, les diré que obviamente no se trata de la estatua original, sino de una representación de la misma. La cosa empezó a rodar el verano pasado, cuando El País y la Cadena Ser, en colaboración con el Ayuntamiento, convocaron el concurso Muchas gracias, Madrid con el objetivo de recoger y premiar las 40 mejores interpretaciones de la emblemática escultura madrileña y su posterior ejecución en otras tantas con la idea de emplazarlas en diferentes localizaciones de la ciudad “en agradecimiento y reconocimiento a los héroes anónimos que luchan diariamente contra la COVID-19 en beneficio de todos los ciudadanos”.

Dicho y hecho: de entre las más de 500 propuestas recibidas se seleccionaron 40, un equipo de cinco artistas se encargó de convertirlas en 40 esculturas en un taller de Sevilla la Nueva, y se han instalado en 40 ubicaciones repartidas por los 21 distritos madrileños, donde podrán contemplarse hasta el próximo 18 de febrero. A nuestro distrito le ha correspondido la denominada La escalera, del profesor universitario jubilado Juan Carlos Navarro, símbolo del que se sirve el autor para referirse a “la cuesta arriba que supuso la lucha diaria en la pandemia y el éxito alcanzado al final de tan ardua subida”, como explican los organizadores del concurso.

El escudo de Madrid

La estatua original que puede verse en la Puerta del Sol es obra del escultor Antonio Navarro Santafé, y se inauguró el 10 de enero de 1967. La primera aparición de un oso rampante y de un madroño frutado en el escudo de la villa se sitúa en el siglo XIII, ya que antes incorporaba únicamente a un oso en actitud pasante. Con el cambio se quiso simbolizar la resolución adoptada por el municipio y el Cabildo de Curas y Beneficiarios, tras un largo litigio por el control de los pastos y árboles de las tierras madrileñas. Según este acuerdo, los primeros pasaron a ser propiedad del Cabildo y los segundos del Concejo de Madrid. De ahí que se modificasen las armas con la inclusión de un madroño y de una nueva postura para el oso, irguiéndose sobre el árbol.


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