No solemos repetir temas, o al menos no tan seguidos, pero el despropósito obliga. Recordarán que hace dos meses se habló de la glorieta partida del cruce entre la calle Aguacate y la Vía Lusitana, donde se eleva un tótem dicefálico y el hormigonado de 900 m2 de jardines. Creíamos que ahí acababa la cosa, pero no. El Ayuntamiento ha decidido recuperar la zona verde y sobre el hormigón ha instalado césped artificial.
La primera vez que vi esta solución fue en Burgos, en un polígono industrial, donde un empresario había enmoquetado con esta solución la zona que el Ayuntamiento le obligaba a dejar y mantener como jardines. La jugada le salió bien y se lo admitieron. Pero tomaron nota y modificaron la normativa para impedir que volviera a suceder. Luego lo he visto en Rivas, en alguna minirrotonda de áreas comerciales, cubriendo retales y rincones, siempre como solución residual. Y hete aquí que en Madrid también brota la hierba de PE. Ignoro qué asesora del consistorio se ha llevado el merito de la idea. Le habrán reído la gracia cuando dijera eso de “Que no se quejen, que eso es también zona verde”.
Este disparate de enmoquetado no tiene razón de ser, por varias razones. En primer lugar, en la glorieta han conservado ridículas esquinas ajardinadas, luego no se puede alegar una dificultad para su cuidado.
Segundo, han dejado los olivos en pequeños alcorques, sí, pero quienes han “disfrutado” de ese césped plástico en verano saben que, al sol, esas superficies acumulan e irradian una gran cantidad de calor, que hace insoportable estar cerca de ellas. Y eso afectará a los árboles. Esos mismos olivos dependen ahora de riego artificial, ya que el nuevo suelo (y el hormigón de base) son totalmente impermeables. El agua de lluvia que se pudiera aprovechar se desperdicia, vertida en la calzada.
Y por no seguir, acabamos con el sostenimiento. Ahora mismo, la superficie está colmada de hojas y semillas. ¿De qué forma Parques y Jardines lo va a limpiar y mantener? ¿Alguien vendrá a pasar la aspiradora?
Por supuesto, contra nuestras argumentaciones, los instaladores explican que supone un ahorro de agua, facilita el drenaje de la humedad, requiere de un mantenimiento mínimo, es más resistente al desgaste y “se mantiene verde y atractivo todo el año”.
Da miedo, ¿verdad? Según estas exposiciones, deberíamos pensar en sustituir las flores y los arbustos por plantas de plástico. Y ya puestos, algunos árboles.
Y si a las excusas de ahorro líquido, mantenimiento… añadimos, qué se yo, anulación de la producción de residuos y eliminación de faltas de civismo, se podría sugerir la sustitución de animales, domésticos y salvajes, por atractivos peluches o estéticos robots con IA incorporada.
Perdonen, se me ha ido el santo al cielo. Quizás sea porque me falta el oxígeno que el césped de polietileno no produce.
En conclusión: si la idea prospera, en Parques tendrán que modificar la política de contratación y publicar el siguiente anuncio: “Se buscan operarias para enmoquetar jardines”.
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