Serie de artículos sobre la Historia de Carabanchel
[dropcap]E[/dropcap]l clima de los Carabancheles, más fresco que el de la capital, y su proximidad a la misma, propició la construcción de quintas residenciales y de recreo. Entre ellas destacan la Finca de Vista Alegre, la Finca de los Padres Marianistas en Carabanchel, la Quinta de Santa Rita, el Palacio de Eugenia de Montijo, las villas de Ceriola, la quinta del Marqués de Mortara, la quinta del Sordo, la finca “Buenos Aires” de Miguel Nájera, la finca “Las Delicias Cubanas” de la Marquesa de Montesclaros, la villa de González Bravo y la villa de Jaime Girona. Tan importante era el trasiego de gentes entre Carabanchel y la capital, que la frecuencia de la diligencia se triplicó entre 1825 y 1840.

La Finca de Vista Alegre
En 1823 el matrimonio al matrimonio Pablo Cabrero y Josefa Martínez Arto adquiere un gran terreno en Carabanchel Bajo, donde construyen una finca de recreo a la que llaman Finca de Vista Alegre, por las buenas vistas que desde ella se tenían. Fue inaugurada el 28 de abril de 1825, y tal fue el éxito de las fiestas que allí se celebraban, que permanecía abierta hasta en invierno y era el lugar de veraneo para los vecinos de la capital. La Finca de Vista Alegre fue en esta época el espacio de ocio y recreo más importante de Madrid.
Se cree que a partir de 1831 o 1832 el negocio de la Vista Alegre pasó a ser ruinoso. Debió de ser en el invierno de 1832 cuando la finca pasó a denominarse “Real”, es decir, pasó a formar parte de la Casa Real, propiedad de la reina María Cristina de Borbón, quien inmediatamente comenzaría su engrandecimiento, comprando fincas adyacentes hasta alcanzar 50 hectáreas cercadas.

Dentro de la finca se encontraban las casas-palacio de Vista Alegre, con 37 habitaciones y una gran plaza flanqueada con 10 estatuas de mármol. Este palacio será conocido después como Palacio Viejo, al que se añadió un curioso baño circular bajo una cúpula con linterna y un invernadero, excelente muestra de la llamada arquitectura fernandina. La Casa de Navarro, con 11 habitaciones y un mirador desde el que se veía todo Carabanchel Bajo; el Palacio de Bella Vista y el del duque de Rianzares, con 66 habitaciones. Según Madoz, en el Palacio Viejo había más de 900 cuadros repartidos en 161 habitaciones. La ampliación y mejoras terminarían sobre 1836, fecha en la que se rodea de una tapia de ladrillo con siete puertas.

En 1859 el célebre banquero malagueño José de Salamanca compró Vista Alegre, llevándola a su máximo esplendor. Renovará el sistema de riego y construirá para sí un palacio propio. Conocido como el Palacio Nuevo, llegó a albergar 652 cuadros de los mejores pintores.
La Finca de los Montijo
La de los Montijo es la finca más antigua de los Carabancheles, pues procede del siglo XV. La recibieron en herencia los abuelos de la emperatriz Eugenia de Montijo en 1834, y la mejoraron embelleciendo el palacete medieval y modernizando la finca con nuevas construcciones, baños y un teatro.

El Mapa Topográfico Nacional
En 1875, Carabanchel Bajo figura en la primera hoja del Mapa Topográfico Nacional, como un reducido núcleo de casas bajas, agrupadas junto al camino que une Madrid con Fuenlabrada. El resto del territorio que lo rodea son tierras de labor, generalmente dedicadas a cultivos de viñedo y cereales. Pero destaca una gran mancha verde, que representa la finca cerrada de los Montijo.

Los Carabancheles tenían peculiaridades topográficas bien distintas: aunque en la parte de Arriba (Carabanchel Alto) los habitantes seguían manteniendo su carácter campesino hasta la última década del siglo XIX, los de Abajo (Carabanchel Bajo) gozaban ya de una industrialización incipiente, quizá debido a su cercanía con la capital. Así, se habla de la existencia de un almacén de pólvora, dos fábricas de velas de sebo, una de jabón y otra de licores.