EL AÑO TERMINA CON MÁS DE 70 MILLONES DE PERSONAS EXPULSADOS DE SUS HOGARES

El asilo hoy:

 
 Arturo Prado Lima
Las convulsiones y contracciones del mundo de hoy nos dejan como resultado una población flotante que se enfrenta a un destino incierto, sin futuro y sin solución a la vista. Estas movilizaciones humanas deambulan sin encontrar la tierra prometida. Son aquellas masas que no  encuentran en sus países la garantía de los mínimos derechos a que son acreedores por el simple hecho de haber nacido. Son los llamados refugiados o asilados que imploran en las fronteras la protección de sus vidas y sus derechos más elementales. 
 
España recibió 55.000 peticiones de asilo y refugio en 2018, y se espera que al término de 2019, las peticiones se acerquen a las 80.000. De éstas, sólo un 24% se están tramitando en estos momentos. El 76% no tiene posibilidades de tramitación por un atasco en las oficinas del gobierno que tienen la misión de atender y dar respuesta a las peticiones. Hace algunos días, los trabajadores del Samur Social de Madrid se vieron obligados a realizar una huelga para denunciar la falta de personal, medios y recursos para atender las miles de peticiones de ayuda de solicitantes de asilo provenientes de Siria y Venezuela, principalmente. 
 
Raúl, un solicitante colombiano, tuvo que salir de España después de casi dos años de espera. En Francia, dice, tiene más posibilidades de encontrar respuesta a sus peticiones. Su madre, su mujer y su hijo corren peligro en su país de origen. Tienen la urgencia de asilo, pero no sabe dónde y a qué país dirigirse para que su familia sea acogida con mayores garantías. La misma situación la padecen miles de latinoamericanos, incluidos ciudadanos en el Salvador y Nicaragua donde no hay una situación de guerra, al menos declarada. Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, CEAR, “70.8 millones de personas se han visto obligadas a huir por la guerra, la violencia y graves violaciones a sus derechos fundamentales. Esto supone el número más alto jamás registrado desde la II Guerra Mundial”. De éstas, 80 mil han llegado a España.
 
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, desvela que los solicitantes de asilo ya no se circunscriben a los perseguidos políticos y violencia partidista, religiosa, étnica o racial, sino que nuevas modalidades se han incorporado a la larga lista de motivos de solicitud de refugio: “Violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal y feminicidio. Violencia sexual y acoso: violación, actos sexuales forzados, abuso sexual infantil, matrimonio forzoso, acecho, acoso callejero o cibernético. Matrimonio infantil. Mutilación Genital. Trata de seres humanos: esclavitud y explotación sexual”.
Y debemos agregar a esta lista los refugiados ambientales. Son las víctimas que dejan sin posibilidades de existir a los afectados por terremotos, inundaciones, explosiones volcánicas, maremotos, sequias, etc. Todos estos fenómenos hacen que al menos 70 millones de personas deambulen por el mundo en busca de un lugar para vivir en paz.
En Centro América, las caravanas de migrantes hacia Estados Unidos supuso la reacción de los presidentes de Honduras y Guatemala criminalizando a los marchantes que huían de la pobreza y formando acuerdos con los Estados Unidos para compartir políticas anti migratorias. México, el país puente entre Centro América y Estados Unidos, se vio obligado a asumir políticas contra las caravanas presionado por el presidente Trump, quien vive aún con la obsesión de levantar un muro en la frontera común.
Europa, cuya política migratoria no encuentra un consenso entre sus miembros, ha convertido al Mar Mediterráneo en un cementerio de libios, sirios, magrebíes y de otros países africanos, sin que una política común ponga una solución definitiva. Más de 3 millones de refugiados esperan en Turquía para cruzar las fronteras y llegar a Europa: esto supone un serio problema diplomático y humanitario entre Turquía y la Unión Europea difícil de superar. 
El refugio en España, en Europa y el mundo mantiene en vilo a las clases dirigentes que, antes que proponer soluciones, han optado por la negación del fenómeno, el cierre de fronteras, la construcción de muros y la represión contra aquellos que buscan proteger sus vidas y sus proyectos vitales.
Las migraciones humanas serán más fuertes e insistentes en 2020. Las convulsiones y contracciones del mundo de hoy van en aumento y serán cada vez mayores las presiones migratorias. Sin embargo, hay también fuertes movimientos internacionales que presionan contra las causas que originan estos hechos: intervenciones armadas y ocupación a países inermes, destrucción ecológica, actitudes racistas, étnicas y religiosas, movimientos que cada vez se vuelven más masivos y alumbran un posible auge de la sensatez y la cordura en el mundo.
 
 
 
 
 

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