Opinión: El suicidio como salida a la oferta y la demanda de los sueños rotos

11 personas se suicidan diariamente en España. De ellas, el 74% son hombres, y el resto mujeres. Es lo que dicen las estadísticas. Otro tanto intenta quitarse la vida sin lograrlo y otros casos simplemente no se reportan. Entre las causas más importantes del suicidio está la depresión. Vivimos en un sistema donde se nos forma para competir, no para vivir. La familia, el colegio, la universidad, la empresa, la sociedad, todas las instituciones están hechas para desviar el objetivo primario del goce de la vida hacia las diversas formas de cómo ser el primero, nunca el segundo.

La competencia feroz por producir más, vender más y consumir más nos lleva a un continuo estado de exaltación, prevención contra el otro y desconfianza en nuestras propias fuerzas y convicciones. La competencia como destino del ser humano conlleva a utilizar todos los medios al alcance para triunfar sobre el otro. De lo contrario, tu vida es un fracaso. Así es el sistema.

La regla del neoliberalismo: exprimir al otro. Crear necesidades artificiales para impulsar el consumismo. Desde la fuerza física hasta la pretendida libertad son objeto de explotación. El talento, la rabia, la nostalgia y hasta las historias de delincuentes son objeto de explotación en las empresas, en la política, en las televisiones, en las redes sociales, en las religiones, en todas partes y en todos los tiempos. Hasta uno mismo es objeto de autoexplotación.

El filósofo coreano Byung-Chul Han nos alerta: “tú crees que te estás autorrealizando, pero en realidad te estás autoexplotando”. ¿Cómo? Pues mira, te voy a poner un ejemplo. La actriz Verónica Forqué se ha suicidado el sábado pasado. Sergio C. Fanjul, en Facebook, insinúa que la actriz acentuó su depresión confesa por la presión a que fue sometida en el concurso Masterchef. Yo no veo esos concurso. Concursar diariamente con la sociedad que nos rodea ya es demasiado. Entonces, Verónica, como artista, explotaba su talento. Y en una sociedad consumista como la nuestra, eso significa que si no ganas, pues has perdido.

Y Cuando se ha herdido la ilusión de vivir, la expectativa en la realización personal, esa que nuestra sociedad, poco a poco, la ha convertido también en mercancía, pues la vida sobra. Y cuando la ilusión, la esperanza y los sueños se convierten en mercancía, y públicamente te dicen que no, que no tienes fuerza para ganar, que no eres la elegida, pues entonces la depresión surge con una fuerza inusitada y tienes que salir de ella. Pero no puedes salir porque el sistema también la ha convertido en mercancía. La industria farmacéutica sabe explotar eso. Deja miles de millones en venta de medicamentos. La salida a la aguda depresión es ni más ni menos que el suicidio. Los gobiernos hacen la vista gorda y no activan planes de prevención contra esta lacra. A la formación de consumidores de los sistemas educativos, se suma ahora los programas de competición de las televisiones, las redes sociales, las entrevistas para acceder a un trabajo, en fin, la competencia.

La persona como mercado, la fuerza de trabajo como mercancía, las emociones y deseos como productos expuestos a la oferta y la demanda, no son condiciones favorables para que la vida florezca en su totalidad. Las sociedades de hoy basadas en el despojo, el lucro, la corrupción y la mentira impiden el desarrollo de una personalidad íntegramente sana. La depresión, la consecuencia más directa de todo este fenomenal desequilibrio social, campea a sus anchas en los hogares, los puestos de trabajo, las aulas y las propias calles. Es un mal que no se toca y que no podrá ser atacado en su origen, porque el origen es sencillamente el sistema en que vivimos donde si no aspiras a ser el mejor al precio que sea, estás perdido.

Millones de Verónicas Forqué se quitan la vida diariamente en el mundo porque sus ideales no se acoplan a las reglas del sistema. Es una lástima.


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