La lucha en defensa de la sanidad pública sigue

El Gobierno de la Comunidad de Madrid lleva décadas de política deliberada de desmantelamiento y privatización de la sanidad pública. Es la comunidad autónoma que menos porcentaje de inversión realiza en Atención Primaria y la que dedica más porcentaje de su presupuesto a pagos a la sanidad privada. En 2012 lanzó un plan de privatización de 9 hospitales y 32 centros de salud que no se llevó a cabo por la enorme movilización social de rechazo a esta medida y por las sentencias judiciales que le fueron contrarias. Cuando llegó la pandemia y más necesitábamos servicios sanitarios, el Gobierno de la Comunidad cerró las Urgencias de Atención Primaria y el pasado 31 de marzo despidió a más de 6.000 profesionales sanitarios.

En este contexto, después de años de estrangulamiento y de recortes, primero vecinas y vecinos y después profesionales de la sanidad nos hemos echado a la calle a decir basta y a reclamar más inversión y medios humanos y materiales para la sanidad pública. El Centro de Salud Abrantes llegó a estar sin ningún médico de familia. Por la población que atiende este centro (un área de 30.000 personas) tendría que tener 16, pero llegó a estar sin ninguno. Otros centros de salud de la periferia sur de Madrid estuvieron en condiciones muy similares. No es de extrañar que haya sido en torno a estos centros donde se ha originado una nueva ola del movimiento de protesta en defensa de la sanidad pública. A las regulares manifestaciones en las ciudades y barrios se han sumado acampadas y otras formas de protesta. Destacar la histórica manifestación del pasado 13 de noviembre, en la que centenares de miles de asistentes mostramos que somos muchas, muchísimas personas quienes expresamos que no vamos a permitir que desmantelen y acaben con el sistema público de salud.

A la exitosa manifestación del 13 de noviembre le siguió la huelga de las y los médicos de familia. No era para reclamar mayor salario o mejores condiciones laborales. Era una huelga para reclamar la contratación de más profesionales médicos para poder hacer mejor su trabajo y poder tratar mejor a sus pacientes, es decir, reclamar que se afrontara y solucionara el principal problema que tiene la sanidad pública. La huelga fue un éxito de seguimiento y se prolongó más de cinco semanas consecutivas. Ante sus demandas legítimas los y las médicos se encontraron con la cerrazón y el fanatismo de la Consejería de Sanidad, que despreció sus reivindicaciones como desprecia cada día las necesidades de los y las madrileñas. Ante este inmovilismo, representantes de los y las huelguistas llegaron incluso a protagonizar un encierro de varios días en el edificio de recursos humanos de la Consejería de Sanidad en señal de protesta. La huelga ha sido jalonada de manifestaciones y movilizaciones de solidaridad por parte de profesionales y el conjunto de vecinos y vecinas. Sin embargo, agotados por largas semanas de huelga, el 22 de diciembre los y las médicas decidieron suspender la huelga [el 11 de enero estaba previsto que tomaran una decisión definitiva sobre si retomarla o darla por concluida. No había información al respecto cuando este artículo ha sido escrito].

Una vez finalizada la huelga, la situación de la lucha en defensa de la sanidad pública entra en un impasse. Se trata de reconstruir una estrategia de lucha tras las fiestas navideñas. Desde los barrios en lucha por la sanidad, ya se está organizando una gran manifestación para el próximo día 12 de febrero. Tenemos que movilizarnos para que sea un éxito similar o aún mayor que la manifestación del pasado 13 de noviembre; tenemos que volver a demostrar que somos más, muchos más, quienes defendemos la sanidad pública.

Así mismo, en el mes de marzo se quiere hacer un referéndum popular, una consulta ciudadana sobre la sanidad pública. La idea es llenar las calles de nuevo y poner todos los medios posibles para defender esa conquista social histórica que es la sanidad pública. Nos jugamos un modelo de sistema sanitario y también un modelo de sociedad. El Gobierno regional es un ferviente enemigo de todo lo que tenga que ver con el bien común y los servicios públicos. Abandera una ofensiva contra las conquistas sociales y los elementos que palian la desigualdad social y cuidan de las personas más golpeadas por el sistema. Su modelo de sociedad es diametralmente opuesto al nuestro. Y en gran parte es eso lo que se está dirimiendo con la lucha en torno a la sanidad pública. Por eso es tan importante lo que estamos haciendo.


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