HABLANDO DE URBANISMO. El pequeño patrimonio, a la basura

El antes y el después de unas columnas perdidas ya para siempre.

Todos los días rondamos por las calles del barrio y pasamos cerca o al lado de algún elemento patrimonial. De ladrillo, de estuco, de piedra, de hierro… son cientos los pequeños elementos patrimoniales que decoran vallas, fachadas y jardines. A veces son restos aislados de derruidas propiedades. Permanecen ahí por el simple hecho de que no molestan ni estorban, ignorados por casi toda la vecindad.

Es, o era, el caso de las columnas y muretes de piedra del vallado de un derruido chalet, entre las calles Santa Teresa de Jornet y Frambuesa. Mirando la foto del “antes”, puede observarse que ese cerramiento era lo único que quedaba de la antigua propiedad. La cerrajería de hierro solo se apreciaba en la cancela, ya que el resto hace tiempo se había cerrado con lamas.

Pero las columnas permanecían inertes, casi sin huella. Auténtico granito, perfectamente tallado, que adornaba su sencilla robustez con una ligera ranura en los bordes y se remataba con un sombrerete, también de piedra. Asimismo, toda la base del vallado era un murete pétreo. Sin embargo, desprovisto de su dueño y la mansión que guardaba, quedó para proteger un pasado señorial que ya nadie recuerda.

El conjunto arquitectónico, aunque sobrio, debió ser muy caro para la época y hoy alcanzaría un precio prohibitivo. Pero todo en la vida (y también el patrimonio) tiene el valor que le queramos dar. Y así, un día de octubre alguien decidió iniciar las obras de acondicionamiento de las calles y la parcela para su futuro aprovechamiento inmobiliario. Y por supuesto, lo primero que debía desaparecer era la magnífica piedra.

Los que entienden y valoran este tipo de elementos patrimoniales (yo incluido) hubiésemos visto con envidia cómo el nuevo dueño retiraba con cuidado las piezas de piedra para su posterior reubicación, o simplemente venta. Sin embargo, el muro ha terminado demolido, no desmontado; tirado y convertido en piedras resquebrajadas, cuyo valor final es el coste de su retirada al vertedero. Sin más. La cerrajería, ya sabemos: a la chatarra.

Pero antes de que empiecen a despotricar contra el especulador salvaje, deberían saber que las obras son públicas y están siendo realizadas por la Dirección General de Conservación de Vías Públicas del Ayuntamiento de Madrid, a la cual le estaremos muy agradecidos por la mejora de nuestras calles (se verá), pero a quienes deberíamos preguntar: ¿por qué?

Con el tiempo que se han tomado para realizar esta obra (desde 1997), de verdad, ¿no han tenido tiempo de salir de la M30 y valorar el aprovechamiento del muro de piedra, digamos, en la rehabilitación de la plaza de la Emperatriz? (sin fecha conocida de reforma). Tampoco hubiera importado tanto que se lo llevaran a lo que ustedes parecen conocer como Madrid y que desde el sur comienza al norte del Manzanares.

En definitiva, ¿cómo pretenden que en Carabanchel aprendamos a valorar nuestra historia si ustedes mismos le dan el valor de un simple escombro? Por favor, vale ya de tirar el patrimonio a la basura.

Si quieres que comentemos sobre algún hecho urbanístico que te afecta, escribe a pupu2129@yahoo.es, a la atención de nuestra columna.


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