HABLANDO DE URBANISMO. ‘Madrid, ciudad 3,5 raspao’

Un vecino del barrio, que lleva tiempo batallando contra lo absurdo del urbanismo madrileño, nos llamó la atención sobre las nuevas obras de remodelación de varias vías en el polígono industrial Aguacate, con objeto del programa Madrid, ciudad 21.

En concreto, hablamos de la calle Duquesa de Tamames, entre el cruce con la calle El Dinero y el cruce con la calle de Isabel Patacón. Es una calle singular, con industrias a un lado y las instalaciones militares del Cuartel General Arteaga en el otro. 

Antes de la reforma existía una única acera, en el lado militar, mientras que enfrente convivían soleras de hormigón de entrada a las industrias, restos de la primera pavimentación y amplias explanadas de tierra y arcilla, que servían de improvisado parking y, ocasionalmente, de vertedero de restos de obras. El proyecto venía a recuperar estos espacios degradados y darle a la vía un carácter integral, funcional y bello. ¿Por qué no?

Para ello, lo primero fue colocar una valla, con dibujos, el coste y plazo de ejecución y, lo más interesante, los objetivos a conseguir con el proyecto y las obras. Por fin sabíamos qué querían conseguir y podíamos valorar el resultado. La primera promesa, y por ello la más importante, era “garantizar la accesibilidad en aceras y pasos de peatones”.

Lo sentimos, el resultado no ha llegado ni por asomo a su objetivo. En primer lugar, en el lado industrial, el proyecto introduce una nueva acera de dos metros de ancho, entre la nueva franja verde y los aparcamientos. Lo que en principio queda muy bien sobre plano (suele pasar) en la realidad no responde como debería. 

El aparcamiento es usado por particulares e industriales que, al no tener tope de rueda o rigola, llevan los vehículos hasta que la rueda toca acera, invadiendo de 30 a 70 cm la acera. Por otro lado, el que la acera discurra en esa posición y por muchos bolardos que pongan no obliga a las industrias a respetar que los peatones pasen por medio de su zona de trabajo, donde aparcan, cargan, descargan, etcétera.

En segundo lugar, ¿qué ha pasado con la acera de toda la vida, la del muro militar? Pues que ahí sigue, como siempre, aislada. El proyecto no ha contemplado ni un solo cruce de peatones que conecte ambos lados. 600 metros de calle sin posibilidad, salvo que te la juegues. No es un olvido, es una acción consciente que se constata por el hecho de que no han dejado previstos rebajes en los puntos donde se debería poder cruzar. Encima, tampoco han querido resolver el estrangulamiento que una obsoleta torre de vigilancia produce al llegar a El Dinero.

Atónitos ante este desplante hemos tirado de catastro para cerciorarnos de la propiedad de la acera y, en efecto, es de competencia municipal.

En conclusión, se han equivocado y mucho sin que parezca que a la vista del resultado piensen en rectificar; no son sabios. En esta ocasión me guardo la foto del panel de la vergüenza, antes de que lo retiren.

Con este resultado no nos queda más remedio que puntuarles con un Madrid, ciudad 3,5 raspao.

Si quieres que comentemos sobre algún hecho urbanístico que te afecta, escribe a pupu2129@yahoo.es, a la atención de nuestra columna.


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