HABLANDO DE URBANISMO. Hacer el mono de toda la vida

Hace relativamente poco se realizaban reparaciones de la cubierta de un edificio. Sin equipamiento ni seguridad, al verlos actuar así se les apercibió, pero al no hacer caso fue necesario llamar a la Policía, que acudió y puso orden.

Actualmente, nuestras casas están plagadas de cuadrillas rehabilitándolas, bien por obsolescencia o bien buscando mejorar en el plano energético. Desafortunadamente, también es común ver trabajando a una manada de humanos yendo y viniendo, que como simios se mueven y actúan sin ningún tipo de seguridad.

En pleno siglo XXI, las tecnologías y la evolución en prevención laboral han permitido llegar a un grado muy alto, nunca absoluto, de seguridad en las obras públicas y los grandes proyectos. Aunque les aseguro que esa toma de conciencia no ha llegado por convencimiento, sino por la imposición de controles y supervisiones. Salvando honrosas excepciones.

Pero en la multitud incontable de las pequeñas obras como a la que nos referíamos al principio no hay control que valga. Es terriblemente alarmante ver como todos los participantes se ponen de acuerdo para no cumplir con lo que debería ser el máximo interés.

El primer interesado es el currito. Esa persona que sirve de peón / ayudante al que acaban de “contratar” y recoger en la Plaza Elíptica. Para ganarse los 50 euros ese día debe acatar. En ocasiones, también le falta la cultura suficiente para saber que se puede y debe trabajar de otra manera, más segura.

El segundo interesado es el patrón. Bregado, nunca ha querido entender eso de la prevención de riesgos laborales. Cuesta dinero, en equipamiento o simplemente en tiempo. Comprar un arnés reduce el abultado margen de ganancia y les hace ir más lentos. Es imposible justificar su forma de actuar. Él sí tiene la cultura y el conocimiento. Sabe cómo hacerlo, pero simplemente se niega. Y si no se cuida de él mismo, ¿cómo va a cuidar de los que le importan menos que la taladradora?

El tercer interesado sería la dirección facultativa; si la hubiese, claro. Porque es frecuente contratar estas obras sin aparejador ni arquitecto.

El último interesado debería ser el contratante, que en estos casos son las comunidades de vecinos. Como el currito, ni entienden ni quieren entender, esperando poder ampararse en su ignorancia consciente.

Que se sepa: la comunidad de propietarios, con su presidente a la cabeza como representante legal, actúa como promotor de la obra, ya que son los que encargan la realización de la misma y por tanto tendrán responsabilidad legal en caso de accidente.

Y si todavía no estamos convencidos, a ver si con ésta: ¿de verdad puede existir un trabajo en el que perder la vida sea una opción aceptable? Señor presidente/a de la comunidad, ¿quiere usted ser responsable de las lesiones o muerte de otra persona?

En conclusión, si al pedir un mínimo de responsabilidad el patrón les bufa y les dice que eso encarecerá la obra… por favor, recuerde lo que ha leído. Si aun así sigue sin importarles…  adelante, déjeles hacer el mono de toda la vida.


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