LLEGANDO A LOS 65 AÑOS LAS PENSIONES

El 16 de octubre, a las 11 de la mañana en la Puerta del Sol de Madrid, tendrá lugar una manifestación en defensa de las pensiones. Con este motivo, Julia Castillo llama a la participación de todos y describe -en esta nota- las diferentes situaciones que tienen los pensionistas.

Por Julia Castillo

Cuando vas cumpliendo años te planteas varias cuestiones. Estas dependen de tu situación social, familiar, económica, territorial… incluso de si eres hombre o mujer.

Vamos a centrarnos en el aspecto económico. Quizá en otra ocasión abordemos el afectivo.

Si has estado trabajando y cotizando durante toda tu vida y la base de cotización ha sido alta, tendrás una pensión digna que te permitirá cubrir tus necesidades básicas.

Pero, según los datos publicados por la SS, las pensiones medias en España rondan los 1000 euros (con una gran diferencia si calculamos esa media diferenciando mujeres y hombres)

Lo que ocurre es que, según las propias estadísticas publicadas por la Seguridad Social, esta situación se da en un pequeño porcentaje. Los mayores de 65 años que han llegado a esa edad cotizando hasta el último día, son muy pocos. Poquísimos.

La mayoría llevan unos años sin empleo, por lo tanto, sin cotizar. Eso afecta, y mucho, al cálculo de su pensión.

Otros, sobre todo otras, o no han cotizado o han cotizado poco, a pesar de haber trabajado toda su vida. Son las personas, en su mayoría mujeres, que se han dedicado a las llamadas, comúnmente, labores del hogar (hoy se llaman los cuidados).

Esa palabra que comienza a coger importancia, sobre todo entre los movimientos sociales y es el eje principal de la Economía feminista.

Efectivamente, se refieren a: tener hijos, cuidarlos, educarlos, gestionar la casa, la economía doméstica, ejercer de enfermera, de psicóloga, de maestra… Todos esos trabajos imprescindibles para el buen funcionamiento de la familia, base de la sociedad, y que no se tienen en cuenta a la hora de calcular la pensión que te corresponde por tu dedicación (en muchos casos exclusiva).

Vamos a lo que hoy quería explicar:

Si llegas a viejo y tu pensión es de 1000 euros, tienes tu casa en propiedad, no tienes más deudas que las generadas mes a mes (luz, agua, comunidad, etc.) puedes arreglártelas, incluso si sois dos personas las que tenéis que vivir con ese dinero. Pero si uno de los dos, o tú si estás solo, eres dependiente, es decir, no te las apañas solo, sino que necesitas ayuda para la limpieza de casa, gestiones en bancos, incluso tu aseo personal… ya tenemos un problema.

Lo primero, siempre, es recurrir a la familia. Familia que tiene su propia vida y que se ve alterada por tener una nueva tarea. Familia que ya se verá bastante apurada (no necesitamos estadísticas para saber que esto es así) para llegar a fin de mes y para conciliar vida laboral y familiar. Aun así, algunas consiguen hacer malabares y te echan una mano. Claro que siempre hasta que no necesitas la ayuda de alguien con más conocimientos sobre el cuidado de los mayores.

La segunda opción es contratar a un auxiliar (chica para todo, que esa es otra). Es evidente que con 1000 euros no puedes ni darle un salario digno ni pagar una seguridad social completa.  O sea que, sin remedio, contribuimos a la precariedad laboral.

Y la tercera opción es la residencia de la tercera edad. Si tu grado de minusvalía te hace merecedora de una ayuda, estás de “enhorabuena”, claro que para cobrar esa lotería tendrás que esperar, a veces, hasta después de muerta, dadas las demoras en aplicar la Ley de Dependencia y su falta de fondos económicos.

Vamos a suponer que tienes suerte y enseguida te admiten en una. Si estás al tanto de las últimas noticias publicadas y de los movimientos sociales hiperactivos últimamente en torno a este tema, verás que las residencias, sobre todo las de la Comunidad de Madrid, no se lucen precisamente ni por el buen trato, ni por los buenos cuidados, ni por los medios humanos y materiales empleados en el bienestar de sus “inquilinos”. Tanto es así que en vez de residencias ya se les llama, coloquialmente, MORIDEROS.

Y hay que añadir que no son gratuitas, ya que se quedan con casi toda tu pensión para “sufragar” los gastos que les ocasionas. Por tanto, tampoco es tan “social y altruista” su labor.

¿Y si, por la causa que sea, te incapacitan? Entonces ya tendríamos que hablar del AMTA, pero esas son palabras mayores y merecen otro artículo aparte.

Evidentemente envejecer en este país, y concretamente en esta comunidad, es harto difícil, pero sobre todo es por el trato INDIGNO por parte de la administración pública. Administración que intenta, con la vergüenza que le queda, mantener vivos a los que ya no producen para el esclavo-capitalismo en el que estamos inmersos.

Es por ello, y más, que esta generación que ha estado en las calles durante décadas, vuelve de nuevo para defender lo público y la DIGNIDAD.

 

 

Julia Castillo es miembro de la Comisión Estatal de Comunicación de COESPE


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