ORPEA llama a la concienciación sobre los casos de violencia de género en mayores

25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

  • Las mujeres mayores recurren en menor medida a los servicios de ayuda
  • Desde 1999 han sido asesinadas en España 164 mujeres sexagenarias o de mayor edad, un 13% del total de las víctimas. A la discriminación por ser mujer se suma la discriminación e invisibilización por la edad (edadismo)

Desde 1999 hasta 2020 han sido asesinadas en España 164 mujeres de más de 60 o 65 años según el Instituto de las Mujeres, organismo dependiente del Ministerio de Igualdad. Los rangos de edad y la frontera de la tercera edad varían según el año de publicación de la estadística, pero los datos señalan que el 13% del total de 1.297 fallecidas en nuestro país eran sexagenarias o de mayor edad.

La última macroencuesta de Violencia contra la Mujer del Ministerio de Igualdad refleja que el 42,1% de las mujeres de 65 o más años que han sufrido violencia física, sexual o emocional a lo largo de sus vidas. Las conclusiones apuntaban a que, aunque las cifras de prevalencia de la violencia cuando se cuentan relaciones pasadas son más altas en las personas jóvenes, “si se observa lo que sucede en la pareja actual, las mayores de 65 muestran prevalencias más altas”. Otra de las conclusiones es que “las mujeres mayores ocultan la violencia vivida en bastante mayor medida que el resto de mujeres, con todas las implicaciones que esto conlleva”.

Cristina Cantero, Directora de Relaciones Institucionales de ORPEA Ibérica, grupo de residencias de mayores y atención a la dependencia líder en Europa, señala que el colectivo de mujeres mayores es especialmente vulnerable a la violencia de género por esta falta de visibilidad del problema, y apunta que en muchas casos, las residencias pueden desempeñar un papel como cortafuegos: “Las mujeres mayores sufren una doble discriminación. A la propia violencia machista se le añade el edadismo, la discriminación en base a su edad, por la cual la sociedad aún mantiene estereotipos negativos hacia las personas mayores, los cuales imponen barreras a estas mujeres para denunciar el maltrato y a las instituciones para detectarlo. La falta de una alternativa habitacional lejos del agresor es otro de los principales escollos que tienen las mayores. Las residencias de mayores pueden jugar un papel importante en la lucha contra el maltrato”. Desde ORPEA, llaman a una mayor concienciación poblacional sobre los casos de violencia de género en mayores ya que “las mujeres mayores víctimas de violencia recurren en menor medida a servicios de ayuda psicológica, social o legal, según el CIS (el Centro de Investigaciones Sociológicas). Son casos menos denunciados por las víctimas”, concluye Cristina Cantero.  

Desde ORPEA señalan que los profesionales que atienden a las mujeres mayores deben tener una formación específica que les dote de herramientas para poder detectar y prevenir situaciones de maltrato en personas mayores. Por esta razón, los centros de mayores de la compañía cuentan con profesionales capacitados para intervenir y atender necesidades específicas. Por otro lado, la compañía cuenta con programas de empleo en sus centros para mujeres maltratadas o en riesgo de violencia de género de cualquier edad.

 

Cómo se manifiesta la violencia de género en las mujeres mayores

 

La violencia de género en las mujeres mayores trasciende a las agresiones físicas que, además, son las más visibles y fáciles de detectar. Sin embargo, la violencia va mucho más allá y se puede manifestar de distintas maneras. Algunas de las más destacadas son:

  •    Violencia sexual, cuando el agresor ejerce la fuerza y obliga a la pareja a mantener relaciones sexuales no consentidas o emite comentarios  vejatorios.
  • Violencia psicológica o emocional, que se produce cuando la pareja menosprecia la dignidad de la mujer y coarta su libertad.
  • Violencia económica, en la que el hombre controla y limita los recursos que la mujer necesita para su bienestar y el de su familia.

Estas últimas manifestaciones de violencia suelen permanecer invisibilizadas a ojos del entorno familiar y personal de la mujer maltratada y, por tanto, dificulta su detección. La soledad no deseada y las situaciones de dependencia o discapacidad en las que viven muchas personas mayores agravan la situación. Con la edad, por tanto, aumenta la vulnerabilidad de las mujeres.


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