Vista Alegre, una rosa eterna

 En torno a la Finca de Vista Alegre 

Vista Alegre es una de las fincas de recreo que proliferaron en Carabanchel principalmente durante el siglo XIX. De ellas fue la más importante, por extensión, por haber pertenecido a la Corona durante casi medio siglo y, en especial, por la calidad artística y arquitectónica de sus jardines y edificios.

La Finca pasó a ser posesión del Estado en 1887, y su apertura para los vecinos de Carabanchel ha sido una reclamación desde entonces. Ha habido diferentes proyectos de intervención para el conjunto, pero siempre ha sido frustrado el intento de apertura.

Finalmente, el pasado 1 de mayo abrieron los jardines de la zona de los palacios, que es la zona que mejor conserva la traza y configuración de la etapa como jardín paisajista. La zona intervenida supone una cuarta parte del total de la Finca. Los trabajos se están desarrollando por fases, habiéndose finalizado la fase I, que ha recuperado y rehabilitado parcialmente los jardines y ha rehabilitado algunos edificios como las caballerizas y la galería.

► El Palacio Nuevo (superior) y la Estufa Grande (portada) serán objeto de trabajos de rehabilitación en la fase II. Fotos: Comunidad de Madrid

La fase II, que según la Comunidad finalizará en 2023, incluye la rehabilitación de los espacios interiores y parte de la envolvente del Palacio Nuevo, rehabilitación de espacios interiores del Palacio Viejo, como el teatro cinematógrafo, y de parte de la Estufa. También la continuación de la restauración de la ría (no sabemos si del total de ella), incluyendo puentes y la restauración de la noria y del circuito de agua al sur del Palacio Nuevo.

El proyecto de ajardinamiento trata de recuperar trazas del jardín histórico, que se encuentra bien documentado. Nos encontramos una propuesta en la que destacan los parterres de vivaces de rotación, que requieren importantes labores de jardinería y mantenimiento, y que a priori limita ampliar los períodos en los que la finca es visitable. En cuanto a los usos, parece que se mantendrán el CRIF y el CEPA, y se utilizará la Estufa Grande como espacio expositivo que explique la Finca a los visitantes. Se desconocen el uso de las caballerizas y del Palacio Nuevo.

Se ha tendido a un modelo que se muestra poco permeable con el barrio y a unos usos que, aunque todavía difusos, parece que van en la misma línea. Así, la Finca, con capacidad de ser un lugar que vertebre y oxigene la vida de Carabanchel en el epicentro del barrio, está siendo transformada en una rosa eterna dentro de una cápsula de vidrio. Esto es, en una belleza con un valor reconocible, pero de disfrute limitado, que no transforma demasiado la vida de los vecinos.

No es cuestión de poner en duda la rigurosidad de los trabajos, realizados con el ánimo de recuperar el paisaje de su etapa de apogeo, pero se hace escaso ante el potencial de la Finca como elemento realmente transformador para la zona. Es latente el deseo de esparcirse sin limitaciones, cruzar de la plaza de Carabanchel a la calle de Clara Campoamor y de la avenida del Gral. Ricardos a la calle de Carcastillo, disfrutar de equipamientos culturales, ver una exposición, una obra de teatro en el salón de actos del Colegio de Huérfanos de la Policia Nacional, en el cinematógrafo del CRIF o en la capilla del Palacio Nuevo, cine en el IES Puerta Bonita, o un espectáculo de danza del Conservatorio María de Ávila o del Mariemma, en unas instalaciones acordes habilitadas en la propia Finca.

El resto de la Finca ha sufrido una importante fragmentación administrativa y diversos avatares desde 1887, pero a pesar de ello es un conjunto de edificios singulares que bien pueden describir el proceso de transformación del barrio de Carabanchel desde entonces hasta la actualidad.

La reciente apertura se trata sin duda de un gran paso para una parte de la Finca. Todavía queda pendiente, para esta parte y para el resto, encontrar el equilibrio entre la recuperación del patrimonio paisajístico del s. XIX, el reconocimiento del valor de las transformaciones y usos que se han desarrollado en el s. XX y las necesidades y deseos de los vecinos en el s. XXI.


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