La Huerta Jardín de Libros Nómadas, un proyecto de ecología, cultura y participación vecinal

Visitamos la Huerta Jardín de Libros Nómadas, un espacio abierto al barrio en la confluencia de las calles Arroyo Opañel y Mercedes Domingo

La Huerta Jardín de Libros Nómadas es un proyecto de ecología, cultura y participación vecinal que ha recuperado un espacio en Opañel para uso del barrio, desarrollándose y fructificando a lo largo de más de siete años. Surgió a partir de las protestas del vecindario ante la intención, por parte de la parroquia de Santa Catalina Labouré, de construir una cripta en el mismo. Conseguido el espacio por los vecinos, este huerto-jardín situado en la confluencia de las calles Arroyo Opañel y Mercedes Domingo ha sido vivero de multitud de iniciativas, y en la actualidad, tras el confinamiento y la vuelta a la actividad, lo sigue siendo. Para conocerlo mejor, me acerqué una tarde por allí para charlar con sus participantes, quienes me acogieron muy amablemente y, sentados tan a gusto a la sombra de uno de sus árboles, me contaron su historia.

El vecindario ha trabajado de lo lindo en la adecuación y desarrollo del espacio, con excelentes resultados. Foto: J.L.N.

“En 2014, los vecinos empezamos a movilizarnos porque la parroquia del barrio decidió hacer una cripta. Este solar había estado unos 15 años vallado en su totalidad, y no nos gustó la idea de que pusieran aquí una cripta con 230 enterramientos. Por eso salimos a la calle”, me explica Pepa Miñarro, vecina y participante en la asociación La Higuera y el Almendro, surgida en torno al proyecto. “De esa chispa se creó una plataforma vecinal, apoyada por la A.V. de Comillas y la Asamblea Popular de Carabanchel, que sostuvo la protesta durante tres años y medio —continúa—, hasta que se consiguió que se parara el proyecto de la cripta y se reestructurara el plan de urbanismo para reorganizar este espacio”. La protesta vecinal tenía dos vertientes: que no se hiciera la cripta y que se diera un uso vecinal al solar.

“Hicimos una consulta, preguntando a los vecinos qué querían aquí. Salió la idea de una biblioteca, y eso dio pie a que algunos vecinos de la plataforma crearan una asociación cultural para dar forma al germen de esa biblioteca. A la asociación la llamamos La Higuera y el Almendro porque esos dos árboles que hay en la esquina de la calle de la Vía se convirtieron en todo un símbolo de resistencia. Durante la protesta nos enteramos de que no todo el terreno había sido permutado en su momento a la Iglesia, sino que una parte era municipal. A partir de ahí fuimos descubriendo cosas, irregularidades… Todo mediante un trabajo muy grande de investigación vecinal, sumado al de sostener esa protesta para que diera sus frutos, porque fueron tres años y medio de movilizaciones frente a la parroquia cada domingo”, explica Pepa.

En el marco de este proyecto se han realizado multitud de actividades de diverso tipo. Foto: J.L.N.

 Empezar a crear 

Los vecinos entienden que su actividad no debe quedar en la mera protesta, sino que al tiempo han de empezar a crear. Reciben el apoyo de diferentes colectivos y entidades, como el Servicio de Convivencia Intercultural en Barrios. Finalmente, tanto esfuerzo, tiempo y trabajo van dando sus frutos, y en agosto de 2017 se firma entre la Junta Municipal y el Arzobispado “un convenio para cambiar la disposición de la parcela y para que la parte municipal pase a ser utilizada por los vecinos”, apunta Lourdes Carrizo, también vecina y participante del espacio. Poco después, a finales de aquel año, continúa Lourdes, “se abrió un programa del Ayuntamiento, Imagina Madrid, en el que decidimos participar. Consistía en revitalizar nueve solares de todo Madrid, y uno de los propuestos era éste.

Entonces a Pepa se la ocurrió la idea de presentar nosotros un proyecto como vecinos, y fue uno de los elegidos junto con otro de un grupo de arquitectos llamado Kune Office, con los que tuvimos que colaborar. El proyecto lo presentamos en noviembre de 2017, empezó a andar en 2018 y duró hasta principios de 2019”. “Fue duro —sigue Pepa—, porque la relación con el equipo de arquitectos no resultó nada fluida, había perspectivas muy diferentes y al final terminamos trabajando por separado. El fruto de este trabajo fue que hicimos veintitantos talleres de participación, de ecología y eventos culturales. Kune Office, como punto de intercambio de libros, decidieron traer una cabañita del Matadero, un antiguo invernadero, y construyeron al lado una estructura. El programa terminó cuando cambió el Gobierno municipal, y ahí tuvimos un periodo de incertidumbre muy grande, porque no sabíamos qué iba a pasar con el proyecto. En un principio la Junta dijo que nos entendiéramos con Patrimonio, porque el solar no estaba registrado en la Junta y se desentendían, pero al final les convencimos de que valorasen todo el trabajo de los vecinos y les recordamos que antes de Imagina Madrid los vecinos ya habíamos pedido que provisionalmente esto fuera huerto urbano hasta que pudiera ser biblioteca”.

Punto de intercambio de libros. Foto: J.L.N.

Además del huerto ecológico, uno de los “puntos fuertes”, hay que destacar que en el marco de este proyecto se han realizado multitud de actividades de diverso tipo, todas ellas autogestionadas por los vecinos. Ángela, hermana de Pepa y también participante en el espacio, nos enumera algunas: “un certamen de literatura infantil de relatos cortos con los colegios de la zona, La higuera opañelera, durante tres años; un evento de poesía, Opañel es un poema, que se ha hecho todos los años hasta la pandemia; también hemos realizado actividades fuera de aquí, como la recuperación de las fiestas del barrio…”.

 Llega la pandemia 

Pero en marzo de 2020 llega la pandemia, y ocurre lo mismo que en todos los espacios públicos: paralización general hasta que empieza a aflojarse el confinamiento. “En mayo empezamos a entrar de nuevo —recuerda Ángela—, y esto era una selva… Tuvimos que trabajar bastante para limpiar y prepararlo para funcionar de nuevo”. Una vez hecho esto, la primera actividad que les ocupa es la recogida de alimentos para la despensa solidaria del barrio, consolidándose como un punto fijo para la misma. Y pronto surgen nuevas iniciativas marcadas por la situación que se está viviendo. Carlos, otro vecino y participante, nos explica una muy interesante: “Yo propuse, como la pandemia nos ha traído mucha ansiedad, montar un taller de meditación. Empezamos a hacerlo a finales de mayo, y está teniendo buena aceptación. Es una manera de que los vecinos tengan un espacio en el que poder expresar sus emociones, aprender a gestionarlas, y pensamos que ha venido muy bien, pues se ha puesto de manifiesto mucha de la neurosis que tenemos encima”.

Ángela nos habla del grupo de libros, el que maneja la biblioteca de intercambio, otro de los “puntos fuertes” del proyecto: “Está activa, pero no podemos abrir nada más que el domingo por la mañana. Nos donan libros, los ponemos en cuarentena en cajas herméticas con antibichos y luego se van colocando. De lo que traen, seleccionamos lo que no tenemos y nos interesa, y lo que sobra se lleva a otros espacios. Tenemos mucho material para niños, libros y juegos, y cuando vienen les sacamos unas alfombras y pasan ahí un buen rato. También les enseñamos el huerto, a cultivar, a cuidarlo y a recogerlo, y luego hacemos una fiesta y comemos el producto. La idea es promocionar la ecología desde jóvenes”.

El proyecto funciona de forma autogestionaria. Foto: J.L.N.

Su hermana destaca la serie de sinergias creadas con otros colectivos: “es superinteresante cómo nos vamos enlazando y ayudando unos a otros. Por ejemplo, los Scout de San Viator han estado aquí montando eventos, y también tomamos parte en otro, Poesía a este lado del río, organizado a objeto de recoger fondos para la despensa solidaria por el colectivo Forajidos de Leyenda, al que pertenezco y que incluye a diferentes agentes culturales del barrio”. Dicho evento tuvo lugar el 30 de marzo y consistió en un recital de poesía online retransmitido desde distintos espacios del barrio, entre ellos éste.

 Situación actual 

Pepa nos actualiza la situación en términos “institucionales”: “A día de hoy, desde julio del año pasado que estuvimos en una reunión en la Junta Municipal no ha habido contacto con ellos. Tenemos de palabra el beneplácito para nuestra presencia aquí, y en la Red de Huertos se les olvidó incluirnos en la anterior convocatoria, pero nos han comunicado que lo harán en la próxima. En cuanto al tema de la biblioteca, de momento nadie ha tenido voluntad política para que aquí se construya una”.

Desde mi “observatorio”, a la sombra del árbol, puedo contemplar la actividad en el espacio, constatando que goza de buena salud. Sus participantes son un grupo heterogéneo que reúne hasta once nacionalidades. Destaca también la convivencia armoniosa y disfrutada de diferentes generaciones, que trabajan, interactúan y se divierten juntos como los compañeros que son. Esto no es baladí, pues en nuestra sociedad actual no abundan precisamente los espacios de encuentro intergeneracional. Mis anfitriones insisten para terminar en que aquí todo el mundo es bienvenido, y que cada cual puede implicarse “en la medida de sus posibilidades y ganas, y quien quiera venir simplemente a disfrutar del espacio también puede hacerlo sin problema, pues éste es un espacio abierto para todos”.

De momento abre sus puertas de siete a nueve de la tarde, y este plumilla os anima a que paséis por allí y descubráis otra forma de disfrutar del barrio y de sus vecinos, que en realidad es la de siempre y casi la olvidamos por culpa de la naturaleza de esta sociedad moderna en la que vivimos. Por eso es importante, también a nivel personal, participar en proyectos como éste. Así que no lo dudes y acércate por allí a echar un vistazo: te quedarás.


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2 comentarios

  1. Fernando Goncalves Castro | 15/10/2021 21:53h. Avisar al moderador
    Con esfuerzo y mucho ánimo "Hacemos Barrio".   
  2. Fernando Goncalves Castro | 15/10/2021 21:52h. Avisar al moderador
    Con mucho esfuerzo y ánimo Hacemos Barrio".   

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