Desde hace unos meses, centenares de tarjetas postales (más de medio millar hasta ahora) están llegando a Moncloa para pedir al presidente del Gobierno “la creación de un verdadero Centro de Memoria de la Cárcel de Carabanchel, uno de los centros más emblemáticos de la represión franquista, y también de la resistencia y la lucha por las libertades y la justicia social”.
Las personas que han rubricado dichas tarjetas sugieren que, aunque de manera provisional, dicho centro pueda albergarse “en el antiguo Hospital Penitenciario, único edificio que dejaron en pie tras el vergonzoso derribo de la cárcel que ordenó, en 2008, un Gobierno de su partido, y que hoy alberga el CIE de Aluche, otra cárcel tan vergonzosa como aquella”. Y le piden también que se “realicen las prospecciones necesarias para proteger los vestigios subterráneos que se conservan tras el derribo”.
Desde el mes de julio, Presidencia del Gobierno está enviando respuesta a cada una de las personas que enviaron la citada tarjeta postal, con un texto similar en el que informa del “Acuerdo de incoación del procedimiento de declaración de Lugar de Memoria Democrática en el actual solar de la antigua Prisión Provincial de Madrid (más conocida como Cárcel de Carabanchel)”.
En este aspecto, cabe recordar que dicha incoación lleva casi un año de tramitación sin que se conozca su estado actual, y que en la propuesta inicial se excluía, de manera incomprensible, al antiguo hospital penitenciario como vestigio existente de la citada cárcel. Además, se reducía el ámbito de la declaración a dichos vestigios y no al conjunto del espacio ocupado en su día por la cárcel, de acuerdo a la propia definición de lugar de memoria democrática, según la Ley del mismo nombre.
Por último, en el escrito de respuesta informan de que remiten las propuestas recibidas al Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, y agradecen que se haya escrito al presidente; “Para él es muy importante conocer de primera mano las inquietudes de la ciudadanía”, concluye.
Resulta decepcionante, una vez más, la respuesta del Gobierno, que en otros países alardea de homenajear a víctimas de la represión fascista y héroes de la lucha democrática, pero que en el suyo es incapaz de dar pasos en firme en esta materia, incumpliendo incluso su insuficiente Ley de Memoria Democrática.
Porque la memoria de la Cárcel de Carabanchel se merece un verdadero centro de investigación y divulgación, bien dotado, y que recuerde lo que significó aquella prisión, lo que es mucho más que una mera declaración o una simple sala de exposiciones.