EL CHALET DE CARABANCHEL ALTO:

UNO DE LOS ÚLTIMOS RETALES DEL ANTIGUO MUNICIPIO

Que Carabanchel Alto fue un antiguo municipio anexionado a Madrid por decreto en 1948 es un dato que aparece en todos los libros de historia de Madrid y que conocen sobradamente todos los vecinos y vecinas de Carabanchel. Sin embargo, además de los fríos datos de las fechas recogidos en los libros y de lo inaprensible de los relatos orales (también englobados dentro de la llamada “memoria colectiva” o “recuerdos compartidos”), tenemos elementos materiales que nos remiten a aquel Carabanchel histórico, aquel Carabanchel que fue y que, aún en pleno 2020, es posible rastrear y documentar, con elementos que emergen de entre nuestras calles y plazas como náufragos del tiempo, varados sin remedio en el Carabanchel contemporáneo.

Uno de estos náufragos o espectros del pasado municipal de Carabanchel es la vivienda unifamiliar de ladrillo visto y granito ubicada en la confluencia de la avenida de Carabanchel Alto y la calle de la Guitarra, a espaldas del pequeño parquecito que ha quedado junto a la tapia del convento del Santo Ángel y frente a las tapias del Acuartelamiento Arteaga (antiguo Instituto Politécnico del Ejército). En la misma acera donde, además, se ubica la casa que sirvió como último ayuntamiento allá en 1948.

 

El nuevo "Parque de Mesonero Romanos", a espaldas del cual se encuentra el chalet. Foto: Mesa del Árbol

Sirva el párrafo anterior para dibujar mentalmente, a modo de cuadro o lienzo, un paisaje urbano propio de un antiguo municipio: las tapias de un convento, las de un cuartel, el antiguo ayuntamiento, calles con nombres evocadores como “Guitarra”, “Rosa” (hubo incluso otra, desaparecida, llamada “callejón de los Infiernos”), etc. En definitiva, el corazón del antiguo núcleo urbano de Carabanchel Alto, o lo que hoy queda de él.

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El chalet estuvo a punto de correr igual suerte
que tantos otros lugares, rincones y edificios
del Distrito

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Si a esto añadimos que ese parquecito antes aludido ha sido renombrado a propuesta de la Mesa del Árbol de Carabanchel como “Parque de Mesonero Romanos”, entonces comprenderemos que estamos ante un enclave de gran importancia para la historia y la memoria del barrio. En efecto, la propuesta de renombrar así esta zona verde “recobrada” obedece al deseo de recuperar el recuerdo de que en esa misma calle estuvo la quinta de verano del más ilustre cronista de la Villa de Madrid y donde concluyó, en 1861, su obra más memorable: El antiguo Madrid. Sobra decir que hoy día ninguna placa municipal da cuenta de dicho hecho.

Comprobamos, pues, que aún podemos atisbar los restos de ese Carabanchel histórico, aunque éstos cada día son más precarios, escasos, y se encuentran en constante peligro de desaparecer (ahí tenemos el caso de Villa San Miguel).

La vivienda unifamiliar que nos ocupa, conocida como “el chalet”, a punto estuvo de correr igual suerte que tantos otros lugares, rincones y edificios desaparecidos en los últimos cincuenta años en Carabanchel. Tras años de abandono, este inmueble, que al parecer habría sido la vivienda del antiguo médico del pueblo, se convirtió en un almacén de materiales de construcción, para posteriormente pasar a ser una vivienda ocupada de forma ilegal. Durante ese tiempo el edificio sufrió el expolio de todo cuanto pudiera haber allí de valor (cobre, apliques metálicos, etc.), además de producirse incendios en su interior (por las tomas ilegales de corriente) y de deteriorarse gravemente todos los elementos estructurales de madera y piedra hasta el punto de llegar a amenazar la ruina total.

Una espontánea y rápida movilización de los vecinos y vecinas pidiendo la recuperación del “chalet” llevó al anterior consistorio a expropiarlo con vistas a acometer su rehabilitación y destinarlo a dotación municipal, en concreto como centro destinado a atender a las mujeres víctimas de la violencia de género. Tras su restauración (que en algunos aspectos también podría ser discutible), incomprensiblemente el inmueble ha quedado cerrado a cal y canto hasta el día de hoy. Resulta desconcertante que tras el desembolso realizado por las arcas municipales para recuperar este edificio histórico y singular (tiene más de cien años), con el fin de evitar su ruina fruto del abandono continuado, ahora vuelva a estar cerrado y sin visos de actividad.

Así, este chalet de comienzos del siglo XX, testigo mudo de un pasado que aún persiste en sus ladrillos, columnas, dinteles y, sobre todo, en su silueta, con ese aire señorial que daba la bienvenida a los que entraban en Carabanchel Alto procedentes de Leganés, continúa sumido en un profundo letargo que en nada contribuye a su mantenimiento y preservación. Pues como bien es sabido, un edificio sin vida es un edificio condenado a la ruina. Confiemos, pues, en que se culmine pronto con un uso esta segunda oportunidad que se le otorgó a un edificio que ya estuvo una vez condenado a desaparecer. Carabanchel no puede seguir permitiéndose contemplar cómo su paisaje urbano histórico se deshace a jirones entre el asfalto y los bloques de hormigón.

▴ El chalet protagonista de este reportaje. Foto: A.J.A.


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