DIARIO EN CONFINAMIENTO

El día a día en una de las ‘zonas básicas de salud’ con ‘restricción de movimientos’ durante las dos últimas semanas de septiembre

Vivo en Vista Alegre, una de las 37 (luego 45) “zonas básicas de salud” confinadas por el Gobierno de la Comunidad de Madrid la segunda mitad de septiembre en el marco de su muy polémica estrategia para contener la segunda ola de COVID-19. Por mi profesión, normalmente me desplazo yo en busca de la noticia, pero como parece que esta vez la noticia ha venido a buscarme a casa, decidí llevar un diario para no perder detalle e irles narrando esta situación tan anómala. Entonces no sabía que a lo largo de dos semanas viviría algunas experiencias añadidas que me iban a permitir comprobar en primera persona otras facetas relacionadas con la pandemia. Pero no les entretengo más: si he despertado su curiosidad, en estas dos páginas lo tienen todo. Pasen y vean.

18 de septiembre

Nos encontramos fuera de Madrid desde el sábado 12. Mi compañera, trabajadora de la sanidad en un hospital madrileño, tenía aún una semana de vacaciones, y hemos realizado una escapada para cargar baterías y desconectar. Pero hoy estamos pendientes de las noticias: el Gobierno de la Comunidad va a anunciar las nuevas medidas para combatir la pandemia, y el confinamiento, de toda la ciudad o de algunos barrios, está sobre la mesa. De hecho, hay convocatoria para ir todos a Sol a las 20:00 si finalmente nos confinan. Tras un primer aplazamiento, la rueda de prensa pasa a la tarde, con la excusa de que están comprobando la base legal de las medidas. Mal rollo.

Por la tarde sale la presidenta, y ocurre lo que temíamos: confinadas 37 zonas básicas de salud ubicadas en seis distritos de la capital y otros siete municipios. En Carabanchel, “le toca” a Guayaba, Puerta Bonita y Vista Alegre. Además, las reuniones sociales se reducen a seis personas, los establecimientos cerrarán a las 22:00 salvo los esenciales, y se limitan los aforos al 50%. Por supuesto, a las ocho de esa tarde hay concentración en Sol para protestar. El confinamiento comenzará a las 0:00 del lunes, y no tiene pinta de que nos vayamos a librar a última hora.

20 de septiembre

A las 12:00 ha habido concentraciones de protesta en todos los distritos afectados. En Carabanchel se han realizado ante el Centro de Salud de General Ricardos y también en la plaza de la Emperatriz. Nosotros teníamos prevista la vuelta este mismo día, y de camino nos acercamos al pueblo de mi compañera, en Guadalajara, para “despedirnos” de sus padres y hacer acopio de huevos y verduras del huerto. Volvemos poco antes del “toque de queda”.

21 de septiembre

Voy al dentista, y la cita transcurre con todas las medidas de seguridad: separación, gel hidroalcohólico, desinfección de las suelas, el personal con sus equipos de protección en perfecto estado de revista… En la calle, todo parece normal: la gente sigue su vida como los meses anteriores, todos con mascarilla y siguiendo las precauciones indicadas. Es importante insistir en esto: en nuestros barrios desde marzo el cuidado ha sido la norma, o al menos es lo que yo he visto. No me creo que esto haya ido a peor por la inconsciencia de la gente. Mi compañera, que ha ido a currar, me envía indignada una foto del metro, lleno como siempre. Nos confinan, nos señalan, pero nos siguen obligando a ir a trabajar como ganado.

Me acerco a Correos a recoger un envío, y observo que aquí también se siguen las medidas de precaución a rajatabla. En la calle, me da la sensación de que hay mayor presencia policial, pero ni rastro de controles. Han anunciado que los dos primeros días no van a multar, solo a informar a la ciudadanía.

Veo por la tele la rueda de prensa de Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso en la sede de la Comunidad. Muchas banderas y poca novedad: el presidente no ha ido a “criticar”, sino a “ayudar”, lo que quiere decir que el Gobierno autonómico hará lo que crea conveniente y los vecinos nos vamos a comer el confinamiento tal cual estaba planeado.

22 de septiembre

Sigue la normalidad y las precauciones, tanto en los establecimientos como por parte de los vecinos. Nada parece indicar que la situación haya cambiado demasiado con respecto a las semanas anteriores.

23 de septiembre

Mi compañera me llama desde el trabajo para avisarme de que una persona de la familia, con quien estuvimos el domingo en espacio cerrado, ha dado positivo de coronavirus. Ella está a punto de hacerse la PCR en su hospital, y yo me la voy a tener que hacer también. Aunque ninguno de los dos tenemos síntomas, ya no salgo a la calle y la espero para que me lo cuente con más detalle. Llega un par de horas después, me explica que ya se ha hecho la PCR y que la han mandado a casa de momento, y en espera de los resultados, durante diez días de cuarentena. Si no da positivo, el día 30 tendrá que hacerse una nueva PCR antes de reincorporarse.

Intentamos llamar al centro de salud, ella para tramitar la baja y yo para que me hagan la prueba. No hay manera de contactar, así que me voy para allá. En la puerta, una reportera y un cámara de La Sexta graban planos y buscan testimonios. Hay cola, pero no es para tanto, solo cuatro personas. Luego escucho a una trabajadora del centro comentar que los de la cámara están todos los días en la puerta. Me toman los datos, también los de mi compañera para la baja, y me dicen que me vaya a casa, que esperemos a que nos llamen y que no salgamos. En la calle, normalidad, aunque se supone que desde hoy multan, pero aún hay dudas sobre la legalidad de dichas sanciones, por lo que de momento se paralizan hasta que la Justicia se pronuncie.

24 de septiembre

Hoy hay convocadas movilizaciones frente a los centros de salud. En nuestro distrito, ante los de Nuestra Señora de Fátima, Guayaba, Carabanchel Alto y Abrantes. Me fastidia no poder estar, pues me parece muy importante defender y reclamar una sanidad pública de calidad. Las seguimos por las redes sociales, y nos indignamos con lo que ocurre en Vallecas, frente a la Asamblea de Madrid: antidisturbios apalizando con saña a chavales. Lo que contemplamos no es nuevo: he cubierto un montón de manifestaciones y lo he visto demasiadas veces. Y me sigue pareciendo intolerable. 

El médico ha telefoneado a mi compañera y le ha tramitado la baja, que tendré que recoger por ella cuando vaya a hacerme la PCR.

25 de septiembre

Llaman a mi compañera para darle los resultados: negativo, lo que nos deja más tranquilos. A mí me llaman al final de la mañana y me dicen que van a intentar hacerme la prueba esa misma tarde. Luego me lo confirman: debo pasarme por el centro de salud a las 16:25. Voy con tiempo, caminando por unas calles que siguen teniendo un aspecto bastante normal. Entro por el garaje, y hay como otras seis o siete personas para lo mismo, aunque la espera no es muy larga. La PCR resulta molesta: se siente uno como si fuera una pipa de las de fumar en plena limpieza, restregando bien por dentro con el limpiapipas. Menos mal que es cosa rápida. Me dicen que me llamarán para darme los resultados e insisten en las medidas de precaución y en el aislamiento. Antes de irme, recojo la baja de mi compañera. Esta vez no hay cola: solo una persona esperando.

Hoy la Comunidad ha anunciado que amplía el confinamiento a ocho nuevas zonas, todas ellas también de mayoría de clase obrera. El descontento sigue creciendo, sobre todo ante la escalada represiva vista en Vallecas. Y parece que empiezan a notarse las diferencias entre Gobierno y Comunidad, pues poco después del anuncio de las nuevas medidas aprobadas por esta última, el ministro de Sanidad comparece ante los medios para pedir a Ayuso que revise sus actuaciones y “escuche a la ciencia”. Por otra parte, hoy el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha avalado las restricciones impuestas, así que esta tarde la Policía ha empezado a multar “en serio”.

26 de septiembre

Esta madrugada ha fallecido un familiar cercano de mi compañera. Era mayor, y tenía COVID-19 y bastantes cosas más, por lo que el coronavirus realmente ha sido lo de menos. La situación es muy triste, con la limitación de personas que pueden asistir a velatorio y entierro, las medidas de precaución que han de tomarse para llevar a cabo ambas cosas, la imposibilidad de los asistentes de dar un abrazo a su esposa, también mayor, y a sus hijos y nietos… Una faceta más de esta pandemia, no por sabida menos desoladora. Era una buena persona, y un tipo muy entrañable. Que la tierra le sea leve.

Otro familiar cercano que dio positivo tiene la impresión de que respira regular, se va para Urgencias y pasa la noche en observación. Pero al día siguiente le hacen una PCR y ya da negativo. Le comunican además que tiene anticuerpos. Este bicho es de lo más raro, pero al menos esta vez tenemos una buena noticia.

27 de septiembre

Esta mañana ha sido el entierro en el pueblo. Nos duele no haber podido estar, aunque debido al confinamiento de nuestra zona tampoco hubiéramos podido asistir de no estar nosotros en cuarentena. A mediodía me llaman para comunicarme que mi PCR ha salido negativa. De todos modos tendré que cumplir los 14 días de cuarentena, pero tampoco me agobia: tengo libros, discos y películas de sobra (y aprovecho para reivindicar la cultura, sector muy machacado que es un auténtico salvavidas, no solo en casos como éste).

28 de septiembre

Arranca ya la segunda semana. Comunidad y Gobierno central siguen sin ponerse de acuerdo, el Gobierno sugiriendo que hay que cerrar todo Madrid y la Comunidad haciéndose la sueca. Mi compañera recibe llamada de la rastreadora para realizar seguimiento a su caso.

Pienso en lo complicadas que son estas cosas en nuestros barrios: mi casa tiene salón, dos habitaciones no muy grandes, una cocina pequeña y un baño más pequeño. El típico piso carabanchelero construido en los años cincuenta del siglo pasado por el Ministerio de la Vivienda franquista para los curritos. En este caso, con una ventana a un patio que da al portal y el resto a la típica acumulación interior de patios de todos los bloques. Aunque a mí no me agobia, soy consciente de que a mucha gente le afectaría a la salud mental una situación así (y con críos seguro que es más complicado).

A partir de las diez de la noche es cuando, al menos desde mi encierro, se nota más el confinamiento de la zona. Madrid es una ciudad ruidosa, y Vista Alegre es un barrio muy madrileño también en este sentido, pero al cerrar los bares y demás establecimientos y no haber apenas gente por la calle, nos invade un silencio irreal, no negaré que placentero, pero también inquietante por lo anómalo. Cualquier vecino que hubiera estado fuera y apareciera en el barrio de repente, solo por este silencio atronador, se daría cuenta de que “aquí pasa algo”.

29 de septiembre

Según las noticias, “La Policía Municipal de Madrid interpone entre 50 y 60 propuestas de sanción al día por incumplir las restricciones de movilidad que hay en determinadas zonas sanitarias de la capital”. Pobre gente, me da igual lo que estuvieran haciendo: la población de nuestros barrios no es opulenta precisamente, y las cantidades son de espanto. Supondrá seguro la ruina para más de uno y más de una.

Hoy llaman a mi compañera de la Consejería de Sanidad para preguntarle qué tal se encuentra, si se ha hecho la PCR, si tiene síntomas, la temperatura corporal, etc. A mí me telefonea la rastreadora de la Comunidad para lo mismo, y después ídem mi médico de cabecera, quien me recuerda los plazos de la cuarentena y me desea un buen día (lo hacen todos los que llaman, qué majetes).

30 de septiembre

Mi compañera acude a su hospital para hacerse una nueva PCR. Si sale negativa, podrá incorporarse al trabajo. No va demasiado temprano, para evitar el mogollón en el metro y minimizar riesgos. Vuelve cabreada porque a las diez de la mañana la frecuencia de paso de los metros era de diez minutos, algo que hace tiempo ocurría solo en las últimas horas de servicio. Mientras ha estado fuera, me han llamado para ver cómo me encuentro y todo lo demás. Dicen en las noticias que en Madrid hay solo tres rastreadores, pero a nosotros nos llaman todos los días. Conozco casos que han dado positivo y no les han llamado ninguna vez durante toda la cuarentena, y ellos sí que tenían síntomas.

1 de octubre

El Boletín Oficial del Estado ha publicado esta mañana una resolución sanitaria con el acuerdo alcanzado ayer en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, “que incluye el confinamiento perimetral de Madrid y otras nueve ciudades de la Comunidad y limitaciones de horarios y aforos [...] de modo que habría empezado a contar el plazo de 48 horas para su aplicación de las restricciones, que según el Gobierno son de obligado cumplimiento”, según informa El País.

A mi compañera le llama nuestro médico para comunicarle que su PCR ha dado resultado negativo. Recoge el alta por la tarde, y a la vuelta me comenta que, aunque hay algunos comercios y bares cerrados, en general se ve bastante gente paseando. Esta tarde hay nuevas concentraciones contra el confinamiento y en defensa de la Atención Primaria frente a los centros de salud del Distrito.

2 de octubre

Día revuelto de viento, con algo de lluvia, que atiende al nombre de “ciclogénesis explosiva Álex”. La ciudad de Madrid será confinada al completo a partir de las diez de esta noche, en cumplimiento de la nueva normativa del Ministerio de Sanidad y tras su publicación en el BOCM. En realidad es muy parecido a lo que llevamos experimentando en el barrio desde hace dos semanas, pero ya para toda la ciudad. El Gobierno regional cumplirá la normativa, pero la va a recurrir y solicita medidas cautelares.

En fin, unos y otros ya aburren, así que tomo el mando (el de la tele, claro) y pongo una serie, pues lo cierto es que seguimos confinados, parece que la cosa va para largo, y habrá que entretenerse. Les deseo un próspero y tranquilo encierro, vecinos.


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