El monumento, situado en la calle del General Ricardos, entra en la Lista Roja de Hispania Nostra
El asilo Goicoechea e Isusi, situado en la calle del General Ricardos, se encuentra en un pésimo estado de conservación, ha perdido multitud de elementos originales y ha sido vandalizado y expoliado. Por todos estos motivos, acaba de ser incluido en la Lista Roja que elabora la asociación Hispania Nostra, que recoge más de 1.300 monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.
La gran fachada de la casa-asilo, producto de la reconstrucción realizada por Secundino Zuazo, aloja desde hace años grafitis multicolor. Lo que antes era una vistosa tapia es ahora una pequeña valla de alambre forrada con una lona verde, víctima también de las pintadas. En la fachada se encuentran asimismo los pequeños restos de su ahora desgarrado frontispicio, en donde se observan algunas letras en relieve que conforman la matrícula de una antigua construcción ostentosa; “Fundación Goicoechea Isusi. 1924”. Además, el interior está apuntalado y necesita de periódicas revisiones técnicas, de las cuales carece, pues no está protegido.
Ramona de Goicoechea e Isusi fue una rica burguesa vinculada a la aristocrática casa de Llanero por su matrimonio con Baldomero Murga, fallecido en 1877. Éste era pariente del famoso magnate José de Murga y Reolid, marqués de Linares e importante benefactor de instituciones de asistencia social. La viuda gestionó con éxito la fortuna familiar, ampliándola, y practicó activamente la filantropía. Tras su muerte en 1922, legó parte de su capital a obras de beneficencia, entre ellas la Fundación Casa-Asilo Goicoechea e Isusi. El edificio se finalizó en julio de 1926, y fue Isabel de Borbón quien lo reinauguró como Asilo para los Inválidos del Trabajo Manual e Intelectual, convirtiéndose en uno de los primeros asilos para las mujeres inválidas del trabajo.
Como parte del plan de Inversiones Financieras Sostenibles (IFS) de 2021, se anunció la propuesta de compra de este edificio por 2,5 millones de euros, pero el Gobierno municipal que siguió a este plan de inversiones consideró la compra y restauración inviable económicamente debido a su costosa rehabilitación.
Sus actuales propietarios alegan que su nivel de protección es demasiado elevado y consideran innecesaria su rehabilitación; es decir, se está reivindicando la desprotección del edificio. Aunque otra razón de peso podría ser que una catalogación menos proteccionista llegaría probablemente a aumentar de forma considerable la posibilidad de edificación de la parcela y del edificio. En noviembre de 2023 se ha relanzado ante la Junta Municipal de Carabanchel un proyecto de restauración. Se trata de un barrio históricamente dispar, pues las múltiples quintas aristocráticas convivían con unan población en su mayoría asalariada y humilde. Este hecho se manifiesta en los escasos restos de vivienda que aún sobreviven y también otras en proceso de desaparición, además de las numerosas fundaciones asistenciales, escuelas u hospitales cuyas instalaciones están presentes aún en el barrio y que, en muchas ocasiones, reutilizaron edificios señoriales, como este caso.
La Fundación Casa-Asilo Goicoechea e Isusi se ocupó de recuperar y restaurar como dotación cultural y asistencial el antiguo asilo para mujeres trabajadoras. El equipamiento cuenta con una amplia parcela de 2.928 m2, diáfana pero antiguamente ajardinada, y una superficie construida de 1.575 m2, repartida en tres niveles de planta rectangular, que se amplía en los laterales respecto a su cuerpo central, y a la que se añade una capilla, en su parte trasera, con ábside semicircular. En su estilo se observan reminiscencias del Neoclasicismo y Barroco, especialmente en su puerta principal.
Originalmente fue un hotel para la aristocracia que se edificó en 1890, estratégicamente situado en la carretera de acceso a Madrid, en Carabanchel Bajo, que contaba entonces con abundantes quintas de recreo. Con su adquisición para transformarlo en asilo se rediseñó su exterior y estructura gracias a la intervención del destacado arquitecto Secundino Zuazo Ugalde. La Guerra Civil, que causó serios estragos en múltiples edificios de los Carabancheles, no dañó al edificio. Posteriormente, la asistencia se limitó a mujeres mayores con discapacidad, y en la década de los 80 cerró sus puertas.