Carabanchel Zona Cero
Carabanchel Zona Cero

CARABANCHEL ZONA CERO

Un lugar del Distrito concentra abundante patrimonio de diferentes etapas de la historia de nuestra ciudad
MIGUEL GARCÍA ANDÚJAR (CHYP)


Un lugar de Carabanchel resalta en las diferentes etapas de la historia de Madrid al nivel mismo que la Villa y Corte, y sin embargo es en la actualidad un solar vacío, una ermita con serios problemas de conservación, una vía pecuaria abandonada y un yacimiento romano sepultado bajo una improvisada solera de hormigón.



Es intrínseco a nuestra especie la transformación de los lugares que habita, es moderno el concepto de memoria y de patrimonio, y más contemporánea es aún la perspectiva próxima y diversa de los múltiples patrimonios y los múltiples valores históricos y culturales.



No es Madrid, ni siquiera España, un país que valore la cultura por encima de las dinámicas especulativas. Nos movemos en un escenario donde importantes elementos de la ciudad están amenazados, y para cuya defensa es necesario prever estrategias, criterios y urgencias.



Carabanchel Zona Cero (“CZ0”, en adelante) es el entorno de la ermita de Santa María la Antigua, al lado del solar de la cárcel de Carabanchel y el parque de Eugenia de Montijo. CZ0 contiene elementos de todas las capas históricas que han marcado al barrio. CZ0 es el origen de la población que más tarde se mudó a sus respectivos núcleos del Alto y del Bajo, CZ0 es la brecha de separación entre los distritos de Latina y de Carabanchel (antes todo era Carabanchel) y, a su vez, CZ0 es también frontera entre el Alto y el Bajo.


¿La Miacum romana?


En CZ0 se encuentran los restos de una villa romana, de carácter aislado, datada en el siglo II o III d.C. El arqueólogo José María Florit encontró diferentes restos de construcción: ladrillos, tejas, cerámicas, ánforas, vasijas, monedas y vidrios, en su estudio del yacimiento hacia 1903-1907. Llegó incluso a afirmar de ella que era la legendaria Miacum romana, la que se describe en el itinerario de Antonio Caracalla.



En CZ0, sobre una eminencia del terreno, se destaca una pequeña iglesia que llama la atención por su aspecto de antigüedad, y en efecto parece remontarse por lo menos al siglo XIII. En ella sitúa la tradición alguno de los milagros de San Isidro, y en ella se encuentra también el pozo llamado “de San Isidro”. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1981, siendo el único BIC del Distrito hasta que el año pasado se declaró también BIC a la Finca de Vistalegre. Actualmente su estado de conservación es alarmante.



En CZ0 estuvo la población que es origen común de ambos Carabancheles y que se mudó sin razón evidente a sus núcleos actuales en el Alto y en el Bajo. Una mejor relación con Madrid es la causa más razonable que justificase la mudanza, ubicándose los nuevos núcleos en el camino que unía a Madrid con Fuenlabrada, Leganés y Alcorcón.



En CZ0 se encontraba la mayor finca recreativa de las del Alto, la ancestral Quinta de Miranda. Con origen medieval, posesión de los Zapata y Cárdenas, tuvo diferentes transformaciones y etapas, hasta llegar a ser una de las principales fincas de recreo del Carabanchel del siglo XIX. Es en esta quinta donde se descubre, a finales del siglo XVIII, el famoso mosaico romano, del yacimiento antes mencionado, que puede visitarse en el Museo de San Isidro de Madrid.


‘Ciudades jardín’


A finales del siglo XVIII y durante el XIX, se convirtieron los Carabancheles en un lugar donde proliferaron fincas y casas de recreo de la burguesía y aristocracia madrileñas; en un lugar de fiestas, lujo, palacetes, riqueza y poder. Es entonces cuando los Carabancheles pasan a ser auténticas “ciudades jardín”, traspasando su nombre fronteras, a lo que contribuiría, y no poco, la creación de una Real Posesión, la de Vista Alegre en 1832, por parte de la reina María Cristina de Borbón, y la vinculación de la vetusta quinta de Miranda a la emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, coronada en 1853.



Es en el último tercio del siglo XIX cuando se inicia el ocaso del Carabanchel de las fincas, entre otras cosas debido al final de las Guerras Carlistas. Es en este momento cuando la mayoría de las posesiones pasan progresivamente a manos de la Iglesia, que las utiliza para fines benéficos, docentes y asistenciales. Se conoce en esta etapa a Carabanchel como “el pequeño Vaticano”, y lo cierto es que era una pequeña ciudad de la beneficencia. En este contexto, se ubica en CZ0 el sanatorio del doctor Esquerdo, fundado en el año 1877.



Este ocaso de las fincas de recreo se retrasó en algunos casos hasta entrado el siglo XX, siendo en 1929 en Carabanchel de Arriba cuando la legendaria Quinta de Miranda recayó en las religiosas Oblatas del Santísimo Redentor para establecer su convento y desarrollar con holgura sus fines. Finalmente, fue demolida en 1969.


Ocasión perdida


En CZ0 (no) se encuentra el símbolo de la represión franquista. La ausente cárcel de Carabanchel, demolida en el año 2008 por el Gobierno de Zapatero, fue construida por el régimen franquista entre 1940-44 y estuvo en funcionamiento 55 años. De su conjunto queda todavía en pie el que fuera el hospital penitenciario, hoy en uso como CIE de Aluche.



El enorme descampado nos habla de una gran ocasión perdida, de olvido, de especulación y de planes que no respetan para nada el entorno y las preexistencias. Prueba de ello es el plan de abrir una autovía urbana que conectara la Vía Carpetana a través del camino de los Ingenieros y el Parque de Eugenia de Montijo con la avenida de los Poblados, y que se quedó en una solera de hormigón por la reaparición de los restos romanos. Es una muestra más de la psicopatía de la ciudad de Madrid y sus gobernantes con el patrimonio, y especialmente con el de las periferias.



El estigma de no ser el centro, de no recibir la inversión, de no ver cambios ni reformas sustanciales y, al mismo tiempo, ser testigo de la pérdida de lo característico y lo identitario. Es responsabilidad nuestra armarnos de las herramientas que nos permitan justificarnos y defendernos ante las actuaciones injustas futuras. Vigilar, atender, reclamar y denunciar como acciones elementales que vertebren y respalden el cuidado de nuestro barrio, que por suerte o por desgracia es un barrio con historia.




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