VÍCTOR MANUEL ÁLVAREZ GUTIÉRREZ
Hace algo más de un mes, en la madrugada del 3 de agosto, vimos cómo se derrumbaba un edificio en el histórico barrio de Carabanchel, en la calle Duquesa de Tamames. La fortuna quiso que este desgraciado accidente no se cobrara ninguna vida, pero al ver el amasijo de ladrillos y tuberías amontonadas nos planteamos cómo se sentirán estos vecinos a los que arrancaban delante de sus ojos un pedazo de corazón.
En la más profunda de las indefensiones, sin su morada, su guarida, su seguridad, vivieron al día siguiente los primeros bandazos; la fría respuesta mercantilista de los seguros, no había dinero para ellos. La mayoría, vestidos con la ropa prestada por amigos y familiares, se sentían frustrados y abatidos. Es difícil cambiar la vida de un día para otro, pero las asfixiantes cargas hipotecarias de un montón de ladrillos parecía demasiado en aquel momento.SAMUR Social y las palabras de aliento del consistorio fueron un ligero bálsamo que les dio la oportunidad de sentarse, enfriar sus ideas y organizarse como grupo. Un rayo de luz entre las sombras se arrojó desde la compañía de seguros Santa Lucía: aunque la póliza no cubría el colapso del edificio, decidieron cubrir por el total asegurado para el mismo y dar a los vecinos que tenían contrato con Santa Lucía el contenido íntegro, forzando de esta forma a aquellos seguros con un mínimo de conciencia al menos a cubrir los contenidos de sus asegurados. A día de hoy, todavía Ergo Seguros, Generali, Plus Ultra y CaixaBank siguen en la mezquina actitud de un seguro que no da seguridad.
Este balón de oxígeno era una esperanza, pero quedaba lejos de ser una solución definitiva. El dinero quedaba retenido a la espera de saber qué gastos deberían cubrir estos vecinos. Alarmados, se enteraron de que era posible que tuvieran que hacer frente a los gastos de Bomberos y desescombrado. Esperando en unas viviendas de alquiler sufragadas durante seis meses por el consistorio, estos humildes vecinos caminan por la cuerda floja, esperando respuestas por parte de urbanismo en relación a los gastos y por parte de las entidades bancarias para las cargas hipotecarias.
Pero el coraje surge desde los más inhóspitos parajes, y, lejos de ver a un grupo de personas que lloran las pertenencias que no recuperaron, han organizado una asociación de afectados, tratan de negociar en grupo y de la mano del Ayuntamiento con aseguradoras y bancos, y se han puesto en contacto con otras asociaciones para recibir las ayudas de todas esas gentes que generosamente están dispuestas a colaborar con algo de ropa o muebles.
Se les puede escuchar en las redes sociales, y dan una muestra de entereza difícil de imaginar. Si quieres colaborar con ellos, han creado una cuenta bancaria a nombre de los afectados, y pronto publicarán el lugar donde depositar otro tipo de ayuda.
RECUADRO
Cuenta solidaria con los afectados: ES41 0075 1244 1506 0009 4657
