Cuidados de la persona cuidadora

Cuidar de una persona en situación de dependencia supone un desgaste físico y emocional que puede acarrear complicaciones a largo plazo para la propia salud y bienestar del cuidador. Por eso los cuidadores también necesitan ser cuidados y, sobre todo, aprender a cuidarse sin tener sentimientos de culpa, para mantener un estado de salud óptimo que les permita poder seguir atendiendo bien a su familiar.

Cuidar de uno mismo (autocuidado)

Es vital para poder ofrecer calidad de vida a la persona que cuida. Lo contrario, como asumir una carga de tareas excesiva o no descansar lo suficiente, puede jugar en nuestra contra, produciéndonos cansancio, tensión y nerviosismo elevados, aislamiento, etcétera.

El autocuidado nos permitirá:

— Encontrarnos en mejor disposición física y mental para realizar las tareas del cuidado.

— Tener sensación de control de nuestra vida y realidad cotidiana.

— Mantener un estado de serenidad y bienestar en todo momento.

 

► Recomendaciones fundamentales para la persona cuidadora:

Pida ayuda. Esta nueva situación va a influir en la vida de la persona al cuidado, y también va a alterar profundamente la propia vida de la persona cuidadora y de las personas que la rodean. No tiene por qué enfrentarse solo a todos los problemas:

— Pida ayuda a familiares y amigos.

— Ayuda profesional.

— Ayudas técnicas y adaptaciones en el hogar.

No descuide su alimentación. Comer cinco veces al día, evitar las comidas copiosas y llevar una dieta sana, equilibrada y variada, aportará a su organismo todos los nutrientes necesarios para reponer energías y poder realizar todas sus tareas.

— No se salte ninguna comida.

— Siéntese a comer.

— Coma de manera pausada.

Intente hacer ejercicio físico. Ayuda a relajarnos de las tensiones diarias y nos permite mantener la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio.

— 30 minutos de ejercicio al día son suficientes para mejorar la salud.

— Caminar es una de las formas más sencillas de hacer ejercicio.

— La bicicleta estática también es una buena opción.

Vigile su descanso. La falta de sueño puede producir alteraciones en la visión y audición, somnolencia diurna, disminución de la atención, la concentración, la memoria y la capacidad para organizarse, torpeza de movimientos, irritabilidad, insomnio, etcétera.

— Es importante encontrar momentos para el descanso.

— Procure dormir no menos de siete horas.

— También puede ser útil practicar alguna técnica de relajación.

Saque tiempo para otras relaciones personales y sociales. No debe renunciar a su propia vida por el hecho de cuidar de una persona en situación de dependencia; es preciso poner límites a los cuidados y buscar formas que permitan conciliar el hecho de ser cuidador con la vida personal, social y laboral.

Disfrute de las visitas de amigos y familiares.

— Dedique un tiempo al día a hacer algo que le guste.

Busque ayuda para que pueda salir a relajarse.

Mantenga una actitud positiva. Es fundamental desarrollar habilidades de comunicación para saber reaccionar ante los cambios de salud y ánimo del dependiente. Buscar información y prepararse ante el duelo por el familiar se encuentran entre las cuestiones básicas que también ayudan a evitar la posible sobrecarga.

Manténgase informada. Conozca las figuras jurídicas para ejercer la tutoría del mayor o cómo acceder a las ayudas administrativas es otra asignatura importante para el cuidador.

La inmovilidad

Produce dependencia familiar y compromete seriamente la calidad de vida tanto del paciente como del cuidador y la familia. La persona inmovilizada tiene un mayor riesgo de desarrollar complicaciones de circulación, respiratorias, de orina, estreñimiento, aparición de úlceras en las zonas de apoyo, etcétera.

Es fundamental que la persona cuidadora conozca cómo realizar una correcta movilización, sobre todo si el inmovilizado permanece en cama o sentado, cada 2-3 horas, ya que está en juego no solo la salud de la persona en situación de dependencia, sino también la del propio cuidador.

— Mantener la espalda recta.

— Flexionar las piernas al agacharnos. Esto ayuda a mantener recta la espalda.

— Separar los pies. Poner uno de ellos en la dirección del movimiento que realizaremos con la persona dependiente.

— Agarrar al inmovilizado por los hombros, codos, cadera y tobillos.

— Crear un contrapeso con nuestro propio cuerpo.

Ayudas externas

Para facilitar los cuidados se pueden utilizar productos de apoyo (camas articuladas, colchones anti-escaras, almohadas y cojines...), todos ellos recopilados en el  Catálogo de Productos de Apoyo del Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT, www.catalogo-ceapat.org).

Existen también subvenciones para apoyar a la persona dependiente, con ayudas económicas o técnicas para adaptar el hogar, contempladas en la Ley de Dependencia). Asimismo, las estancias temporales o programas de respiro familiar son un servicio de carácter preventivo que consiste en ofrecer alojamiento en centros residenciales a personas dependientes, para que los familiares puedan descansar algunos días al año.

Para mayor información, pregunte en los Servicios Sociales más cercanos a su domicilio, o consulte con la enfermera del centro de salud.

No lo olvide: para cuidar, lo principal es cuidarse.


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