UNA CARTA DE REYES

ìLas palabras son aire y van al aire”, decía el poeta, y nuestros políticos lo han asumido como ley irrefutable que rige todo su hacer. Así lo hemos vuelto a vivir en el pasado año. Año de Reyes en el que una y otra vez nos hemos acercado a las urnas con la esperanza de la noche de Reyes y nuestras cartas en forma de voto, que se han visto desde el día siguiente traicionadas, demostrándose el auténtico sentido de los periodos electorales: una carrera por el poder y la libertad de algunos de hacer lo que quieren, sin pensar en el sentido plural de nuestra sociedad y sus auténticas y urgentes necesidades.

Con esta realidad se ha abierto la actual legislatura. Durante 20 años se acusó al PP de ser una apisonadora que no escuchaba a los partidos en la oposición (democracia representativa), lo cual ha sido y es verdad. Pero esa misma realidad se ha vivido con Ahora Madrid —ahora Más Madrid, mismo perro con distinto collar—, quienes no solo han desoído a los partidos en la oposición, sino las propias reclamaciones presentadas por los vecinos desde las áreas que ellos mismos habían creado, los Foros Locales y los Presupuestos Participativos (democracia participativa), convirtiéndose en la representación moderna más clara del despotismo ilustrado: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Es decir, en román paladino: dejadles que hablen, que luego haremos lo que queramos.

Por otra parte, quienes prometían una transformación y regeneración de nuestro mundo político, Ciudadanos, han comenzado en este primer periodo real de su entrada en el poder con la misma gestión interna de la vieja política: la creación de redes clientelares dentro del partido, que les lleven a consolidar el poder interno, utilizando para ello el dinero de los contribuyentes. Sí, un cambio lamentable, porque donde regía el concepto de “espíritu de servicio a nuestros vecinos” se ha transformado en “es cuestión de dinero” o “intereses personales”.

El resto del panorama político ya lo conocemos: un PSOE que ha cambiado la “S” de “Socialista” por “Sanchista” con el pleno significado de esta corriente; un personaje que encarna, en nuestro panorama político, las mayores dosis de traición y utilizar a su propia gente con una sola finalidad: perpetrar su deseo de poder. No olvidemos a Vox, cuyas manifestaciones más inmediatas nos llevan a la exclusión radical de gran parte de la actual sociedad española, proponiendo e interpretando una realidad social fuera de este mundo y, siendo suave, trasnochada.

Con esta fuerza moral y de sentido común, ¿qué podemos esperar para los próximos años? Nada se cumple sin una asignación económica, y aun así, en la pasada legislatura hemos visto que donde digo “digo” puedo decir “Diego”, sobre todo por el hecho de que lo que se vota en los plenos no es vinculante, es decir, el equipo de gobierno no está obligado a cumplirlo. Vienen a ser un escenario político. En ellos podremos ver nuestras peleas de bares planteadas públicamente y, eso sí, la relación de quejas vecinales y necesidades sociales que nos dejan con una doble sensación: las hemos podido airear, pero con el sentimiento de frustración de saber que posiblemente no se resolverán.

Los presupuestos para Carabanchel lanzan una observación demoledora: siendo el distrito más poblado de Madrid es uno de los que recibe una menor subida en los mismos, solo un 0,9% en relación a los del pasado año. Debemos decir que en 2019 Ahora Madrid realizó los mejores presupuestos para Carabanchel de toda la legislatura. Queda el hecho de que no son suficientes y deja constancia de una realidad: Carabanchel ha servido para devolver al PP a la posición de gobierno. Sabemos que quien gana en los distritos del sur suele ganar las elecciones en Madrid, se necesitan políticamente, pero son los distritos más olvidados y abandonados en la gestión. Algo que se vio en el planteamiento del proceso electoral de Ciudadanos, ahora equipo de gobierno.

¿Qué nos queda a los vecinos? Hacer lo que sabemos, trabajar para conseguir resolver los problemas reales de nuestro entorno, si es posible unidos, a pesar de nuestras diferencias, porque unidos estamos en unas necesidades reales que todos sufrimos por igual como seres humanos. La política la necesitamos como gestores, pero poco podremos contar con ellos mientras algo no cambie en nuestro país. Nos vemos obligados a movernos entre las redes que van tejiendo para su propio beneficio.

Por: Encarnación Coco


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