HABLANDO DE URBANISMO. Lo mal hecho, mal parece

María, una vecina del PAU, comparte la foto adjunta. En ella se observa un pequeño tramo del pavimento del carril bici, deteriorado y parcheado.

Para los que no lo sepan, después de mas de 15 años de reclamaciones vecinales, el Ayuntamiento decidió su “arreglo”. Entrecomillamos arreglar, ya que no se reclamó en plazo a la constructora que lo ejecutó originariamente, perdiendo así las garantías. Cosas que pasan… mucho.

Pero si se ha rehabilitado, ¿por qué una foto así? Pues porque lamentablemente muestra algo que resulta ser una anomalía normalizada en Madrid: la paralización de una obra a medias por falta de un presupuesto adecuado o por la decisión de hacerla en tramos.

Así todo, tampoco esto es lo destacable de la foto. Lo que llama la atención es que los pintores estamparon las relucientes y blancas señales de sentido de tráfico, tanto sobre el acabado nuevo como sobre el destrozado pavimento, pendiente de rehabilitar. No lo duden, en Madrid esto es posible. Es irracional, sí, pero sucede y da igual.

Quién sabe si el trabajo se hizo siguiendo la orden del gestor de intentar, absurdamente, tapar lo deplorable y peligroso del estado del pavimento con el blanco reflectante. ¿Y nosotros? a pagar dos veces la pintura. La segunda cuando vuelvan a repetir el trabajo.

Esta irracional situación no es un hecho aislado. Ocurre frecuentemente y a la vista de todos. Así, tenemos otros ejemplos en nuestros espacios públicos. Para muestra, en la entrada del centro de especialidades de Guayaba, donde se colocó el poste que señala el lugar específico para la reunión y el encuentro. Y se clavó en el único espacio de barro y escombros (y cuando llueve, charca), porque resultaría más fácil y cómodo. ¿Otro ejemplo? el cruce de peatones en Gómez de Arteche, con el rebaje en una acera y sin rebaje en la otra, simplemente porque la obra solo se contrató para las aceras de los números pares. ¿Y por qué no? Terminamos la lista con nuestro ya vecino por antigüedad: el socavón frente a la Biblioteca Luis Rosales, que se reproduce cada dos años.

Visto lo visto, no es esperable que las contratas hagan mejor su labor y atiendan a los criterios de responsabilidad y buen hacer de su profesión. Tampoco parece factible esperar a que el Ayuntamiento tome las riendas del control y dirección de obra, que son de su competencia. Así que asumamos que seguiremos viendo este tipo de obras esperpénticas, si no peligrosas.

Pocas personas vecinas parecen querer percatarse de lo que ocurre, y algunas se preguntan con inocente escepticismo: “¿Pero es que no se dan cuenta de lo que hacen o cómo lo hacen?”. Así que, una vez más, permítanme que actúe de portavoz para reiterarle a este Ayuntamiento que es él, y ninguna entidad más, el responsable de velar para que esto no ocurra. O que cuando suceda tiene el deber de reclamar contra aquellos que se han acomodado en la ganancia, a manos llenas, con las obras de conservación.

No me disculpen, pero es no hay nadie más a quien deba recordarle que las obras mal hechas mal parecen.

Si quieres que comentemos sobre algún hecho urbanístico que te afecta, escribe a pupu2129@yahoo.es, a la atención de nuestra columna.


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