CRÓNICA DE UNA ‘MUERTE’ ANUNCIADA

Seis largos meses han pasado ya desde que se paralizaron las obras de adaptación de un espacio para un huerto urbano en una tierra dejada de la mano de Dios.

Por si todavía hay algún despistado, se trataba de un terreno cedido por el Ayuntamiento que lindaba con la C/ Monseñor Óscar Romero en dirección a la ermita Nuestra Sra. de la Antigua, en donde, entre otras cosas, además de plantar tomates se buscaba recuperar una zona degradada y dar cabida a un montón de ilusiones y proyectos para mayores y no tan mayores, en definitiva hacer barrio.

La causa del cese fue la posibilidad de que estuviera encima de los restos de una villa romana agropecuaria y la posibilidad de que las raíces de los vegetales arraigaran estropeando los restos arqueológicos (nada probable, puesto que se iba a trabajar en bancales elevados dada la pésima calidad de la tierra).

La conclusión, valga el refranero español, “las cosas de palacio van despacio”. Ni hay movimientos para excavar el pasado ni para excavar el presente, pero mira por dónde sí que tenemos un nuevo y estupendo vertedero, además vallado, al que podemos bautizar como “Yacimiento Litronium”.

Y yo me pregunto: si tardaron tres años en conceder este espacio de tan solo 1.400 m2, cuya única tarea era arañar el terreno y vallar, ¿cuánto van a tardar para hacer una prospección arqueológica de más de 200.000 m2?

Por eso, solicitamos a la entidad competente que resuelva lo antes posible si podremos plantar las pobres lechugas en ese espacio algún día o si, por favor, van a buscar otro lugar donde el huerto sea menos “invasivo”.

El Pobrecito Hablador

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