Carta abierta de una médica de Atención Primaria a sus compañeras

Negar que comienzo este escrito con mucha impotencia y una profunda tristeza sería mentir. Los profesionales de la salud llevamos 15 largos meses trabajando en la Comunidad de Madrid, en condiciones de claro maltrato.

Maltrato por la falta de adecuada protección para desempeñar nuestro trabajo frente al virus. Cuando comenzó la pandemia, pusimos en peligro nuestras vidas y las de nuestras familias. Hay una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que así lo confirma, la denuncia que fue realizada desde Atención Primaria y Pediatría.

Maltrato por tantos contratos precarios, contratos temporales de hasta un solo día, sin ningún derecho.

Maltrato vaciando de profesionales los hospitales públicos para llenar una nave innecesaria y dependiente del Hospital La Paz, forzando a los trabajadores a su traslado involuntario, y sobrecargando a los compañeros de los hospitales de origen, demasiada movilidad forzosa utilizando a los trabajadores como peones en un tablero de ajedrez.

Maltrato al no contratar a los rastreadores necesarios, rechazando la oferta de Madrid Salud que ponía los profesionales de salud pública del Ayuntamiento al servicio de la ciudadanía a coste cero.

Maltrato impidiendo gestionar en Atención Primaria la vacunación COVID-19, imponiendo su caótica organización y dejando a la luz las escenas tan lamentables de largas colas de espera en los vacunódromos, y desplazamientos de pacientes de hasta 140 kilómetros.

Maltrato al obligarnos a trabajar con agendas imposibles y en condiciones pésimas, sin tiempo para tratar de forma adecuada a nuestros pacientes.

Hace 36 años comencé a trabajar como médica en Atención Primaria. Las consultas eran de dos horas de duración; en esas dos horas debíamos atender a muchos pacientes, teniendo que limitarnos a facilitar alguna receta y poco más.

En todo este tiempo ha cambiado radicalmente el concepto de salud y el de enfermedad: el enfoque abarca el aspecto biológico, psicológico y social. Trabajamos la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Entendemos la importancia de la participación comunitaria. Y después de todo este apasionante recorrido, ¿vamos a permitir su demolición?

Hace ya unos 15 años que los hospitales van disminuyendo camas, que las plantillas se van reduciendo, que los servicios se privatizan y disminuyen en calidad; la Atención Primaria, como primer dique de contención, se sobrecarga, todo ello debido a la reducción de presupuesto para la sanidad pública, con derivación a la sanidad privada.

La sanidad pública ha pasado de ser el derecho de todas y algo de lo que sentirnos orgullosas a ser un suculento negocio para algunos. Ante esto, las profesionales, ¿no vamos a reaccionar?

Cierto que estamos agotadas e indignadas por ese continuo maltrato, y digámoslo claro: con poca confianza en un cambio a mejor. También es cierto que tenemos todo el poder. Que si paramos juntas se para todo, y esa parada sería insostenible. Nos falta unión para recobrar nuestra dignidad en el trabajo.

No podemos asistir impasibles a la desaparición de la Atención Primaria. Los contratos ofrecidos son tan indignos que no consiguen atraer a los nuevos especialistas de medicina familiar: de 223 plazas en la Comunidad solo se quedan 17, seis de ellos solo un mes; en pediatría, de 46 se quedan seis en Primaria.

Acudamos a nuestros colegios profesionales, a las asociaciones profesionales, a los sindicatos, pidamos explicaciones a nuestras gerencias, contactemos con los grupos parlamentarios, hagamos grupos de trabajo, pensemos en posibilidades de acción. Aunque seamos pocas, estoy convencida de que lo conseguiremos: demos el primer paso.

Informemos a la ciudadanía, haciéndoles partícipes de la protección de su salud; convirtamos sus aplausos en protestas. A fin de cuentas, la ciudadanía está siendo víctima directa: también sufre ese maltrato. Es la Atención Primaria la que carga con el 80% de la atención médica, siendo el 20% lo atendido en hospitales.

No podemos rendirnos: es mucho y muy valioso lo que está en juego.

Foto: A.P.C.


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