Para disfrutar de los muchos placeres que nos proporciona la cocina, resulta fundamental contar con buenas materias primas. Y en esta cuestión, si hablamos de carnes y embutidos, tenemos en Carabanchel desde hace ya más de medio siglo un establecimiento que no podemos dejar de visitar: la Carnicería-Charcutería Algar, en la galería comercial de C/ de la Laguna, 107.
En efecto: este negocio, auténtica historia viva de Carabanchel, abría sus puertas en 1962 de la mano de José Luis y Gonzalo Zurdo Maganto. José Antonio Álvarez, su actual propietario, recogió el testigo hace 15 años y ha seguido la línea que iniciaron los pioneros apostando por la calidad. Su especialidad en carne es la ternera blanca, la ternera gallega y el lechal. También las carnes rojas y las vacas rubias gallegas, cuya carne traen de origen con su certificado de calidad. En cuanto a embutidos, sus jamones (con especial atención al ibérico, de Guijuelo, y al 5 Jotas) y sus quesos constituyen un acierto seguro para todos los paladares.
Situados en una galería comercial con solera en la zona, en Algar encontrarás el clásico comercio de barrio “de toda la vida”, con el trato cordial y cercano que implica atender a tres generaciones de clientes (abuelos, padres e hijos), con género para todos los gustos y posibilidades, y el “extra” de que si quieres algo especial también lo hallarás allí, en su apetitosísimo mostrador de delicatessen. Y por encima de todo, la calidad que les caracteriza en todos sus productos.
En su ánimo de ofrecer siempre lo mejor a sus clientes, también en el campo de la imagen, el año pasado hicieron reforma, y les ha quedado el puesto de lo más “pinturero”. Allí te esperan encantados, y si no puedes ir, también sirven a domicilio, abarcando toda el área metropolitana del sur de Madrid. Puedes realizar tu pedido de forma sencilla por WhatsApp, o “como toda la vida” por teléfono. De una forma o de otra, no lo dudes: con Algar, la satisfacción está garantizada.
Para terminar estas líneas, José Antonio quiere tributar un homenaje a los antiguos propietarios, José Luis y Gonzalo, que fallecieron en los últimos tres años. Va por vosotros, pioneros: vuestro excelente trabajo sigue brillando en el barrio.
