La victoria de Laura frente a su empresa

Con el apoyo de ADELA, esta vecina de Carabanchel consiguió las medidas que reclamaba

Dicen que los éxitos se contagian, por eso desde la Asamblea Popular de Carabanchel creemos que hay que contarlos. Éste es el relato y el caso de éxito de Laura (nombre ficticio para proteger su anonimato), que proviene de una lucha colectiva. Porque la vulneración de derechos en el ámbito laboral sucede a diario en todas las partes del mundo, y en la mayoría de las empresas. Y la precariedad que sufren, fundamentalmente las mujeres, se agudiza en sectores como en el que trabaja nuestra compañera Laura, el de las residencias. En el último año, uno de cada cuatro empleos creados lo fue en actividades sanitarias y de servicios sociales, y en este sector el 76% de las personas que trabajan son mujeres.

Los centros de trabajo pueden ser los lugares donde más violencia recibimos y más indefensión podemos sufrir. Por ello, destacamos la importancia de organizarse entre los trabajadores para movilizarse, tal y como hizo Laura con el apoyo de ADELA, tras solicitar unas medidas de conciliación que le fueron denegadas, lo que consideramos que iba en contra el artículo 34.8 del Estatuto de los Trabajadores, que establece que “Las personas trabajadoras tienen derecho a solicitar las adaptaciones de la duración y distribución de la jornada de trabajo, en la ordenación del tiempo de trabajo y en la forma de prestación, incluida la prestación de su trabajo a distancia, para hacer efectivo su derecho a la conciliación de la vida familiar y laboral. Dichas adaptaciones deberán ser razonables y proporcionadas en relación con las necesidades de la persona trabajadora y con las necesidades organizativas o productivas de la empresa”.

A continuación, su relato:  “Soy mujer, y trabajo a tiempo parcial desde hace muchos años en el sector de residencias para personas dependientes. Soy fija y tenía turnos rotativos mañana y tarde. También tengo un hijo afectado por una importante discapacidad. Ya tiene 19 años. No ha sido fácil compaginar el trabajo con atender sus muchas necesidades, pero me he ido apañando. Cada vez era más difícil encontrar a una persona adecuada que le cuidara durante mi ausencia, pero ya en los últimos meses la situación se ha complicado de tal manera que pedí a mi empresa me concedieran turno fijo de mañanas, que me denegaron de inmediato.

Mi hija mayor me habló de ADELA: habían asesorado a unos amigos suyos con muy buen resultado. Les consulté y me animaron a defender mi petición en el juzgado, colectivamente redactamos la demanda y allá que fui, sin abogado, puesto que no era necesario, papeles arriba y abajo. Escuché algunos argumentos más que desconsiderados por parte de la demandada, temí represalias, he de reconocer que a ratos me pudo el desánimo… pero gané y ha merecido la pena.

Quiero agradecer a ADELA su compañía durante todo este proceso, no solo como asesores legales, sino como compañeros de camino: su interés en cómo iban sucediéndose los hechos, sus mensajes de ánimo, su rapidez en revisar las notificaciones que les iba enviando… Ni el confinamiento ha podido con nuestra voluntad de luchar por lo que es justo.

Y quiero deciros que no hay que renunciar a nuestros derechos de conciliación de la vida personal, familiar y laboral, que no son un regalo ni un trato de favor: son una necesidad y son razonables, no debemos sentirnos culpables por ello. Hoy me siento muy feliz de haber dado ese paso y de haber contado con tan generosa e inestimable ayuda”.


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