Un centro de día para Carmen

Francisco Navajas Lobato, vecino de Carabanchel Alto con discapacidad y dos personas totalmente dependientes a cargo, está viendo empeorar su salud día por día mientras espera el centro municipal que su mujer tiene concedido y que nunca llega

Francisco Navajas Lobato es un vecino de Carabanchel Alto con una tremenda problemática en su familia, que va minando su salud más de lo que ya estaba. Tiene reconocida una discapacidad del 45%; está operado de la columna vertebral, del corazón, y pendiente de otra operación por principio de parkinsonismo; y no puede andar ni moverse normalmente. Por si todo esto pudiera parecer poco, tiene dos personas dependientes a su cargo: una hija en silla de ruedas por parálisis cerebral y su mujer, con un trastorno cognitivo severo similar al alzhéimer. Como ven, todo un panorama.

Pues bien, a la hija la recogen a las nueve de la mañana y la traen a las cinco de la tarde, y a su mujer, con grado 2 de dependencia, le concedieron un centro de día en julio de 2020, pero hasta la fecha dicha concesión no se ha hecho efectiva, y cada día que pasa aumenta el desgaste de Paco, lo que le ha convertido en visitante habitual del servicio de Urgencias y del hospital. Tanto es así que tuvimos que postergar mi visita por haber estado Paco ingresado diez días a causa de una obstrucción en el riñón, y cuando al fin le dieron el alta, el día antes de acercarme a verle se lo había pasado en Urgencias.

Al llegar a la cita, en los jardines de la casa de Paco, me recibe Belén Izquierdo, integrante de las mesas de Mayores y de Diversidad Funcional del Foro Local de Carabanchel, que ha seguido muy de cerca este caso. Me pone al día de las gestiones realizadas tras la concesión del centro de día a Carmen, la esposa de Paco: “la pusieron en lista de espera, y hasta la fecha ahí estamos... Hace más dos meses, una semana antes de que operasen a Paco de corazón, nos acercamos a ver a la trabajadora social del centro de Servicios Sociales de Monseñor Óscar Romero, quien nos dijo que le iban a solicitar una plaza de centro de día urgente, pero todavía lo estamos esperando. Por lo que yo llevo viendo todos estos años, siempre hay plazas reservadas para este tipo de urgencias, así que no está funcionando correctamente la Administración”.

Claro, esta situación no la puede afrontar Paco en solitario. Y a sus otros dos hijos, con trabajo y familia propia, solo les es posible acercarse el fin de semana. Así que, dado que su mujer y su hija precisan de ayuda constante, ha tenido que contratar a una señora para que venga a casa de lunes a viernes las 24 horas, y de los fines de semana se encargan sus hijos de forma alterna. Por tanto hay que sumar al desgaste físico el económico: Paco y Carmen tienen cada uno una pensión normal y corriente, y se está viendo obligado a tirar de los ahorros, que a este ritmo no tardarán en desaparecer, no por arte de magia.

La materialización del centro de día concedido supondría una reducción de este gasto inasumible, además de unas valiosísimas horas de descanso para Paco, que le permitirían recuperarse algo, pues su actual situación vital es tan inasumible como el gasto. “Tendríamos que tener unos Servicios Sociales en condiciones en el Distrito —se queja Belén—, y que a esto le diesen por lo menos una pequeña solución. No estamos diciendo que solucionen el problema completo, pero por lo menos que ayuden, que hagan algo. Queremos un centro de día para Carmen, y lo saben perfectamente los Servicios Sociales: yo ya le he enviado seis correos a la trabajadora social, y me contestó a los dos primeros, luego ya ni contestan ni dan solución… y ya estamos desesperados”.


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