Para conocer los detalles de la ‘expedición’ de la APC a Ginebra que ha llevado a la ONU y a la OMS la lamentable situación del Centro de Salud de Abrantes, entrevistamos a las cuatro personas que la han integrado
El pasado 26 de julio, una representación de la Asamblea Popular de Carabanchel iniciaba un viaje de 1.653 kilómetros en bicicleta hasta la ciudad suiza de Ginebra, donde llegaba el 13 de agosto. Allí se reunieron con el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, con altos funcionarios de la Organización Mundial de la Salud, con misiones permanentes de varios países miembros, con el Consejo Municipal de Ginebra y con diversas organizaciones sociales. A todos ellos les expusieron la situación concreta del Centro de Salud de Abrantes, así como la general en la que se encuentra la Atención Primaria en la Comunidad de Madrid.
Para conocer los detalles de esta gesta, he hablado con sus protagonistas. Son Alberto Astudillo y Jorge Aranda, los intrépidos ciclistas; y Rian Gómez y Belén Moreno, las no menos intrépidas integrantes del “equipo de furgoneta” que les ha ido proporcionando apoyo y se ha encargado de la logística del viaje. Los cuatro han conformado un equipo campeón.
●●● ¿Cómo surge la idea de ir a Ginebra?
Jorge: Surge de la desesperación, de cuatro años de protestas, viendo a nuestros vecinos y vecinas abandonados, que se les niega un derecho, que la falta de médicos les lleva a una situación crítica para su salud. Se hacen las recogidas de firmas, las recogidas de reclamaciones, el encierro en el centro de salud, los encierros en la Gerencia, y no dan ninguna solución. Aunque la ley está de nuestro lado: dice que tiene que haber 17 médicos y 4 pediatras. Incluso se contacta con la Oficina del Defensor del Pueblo, que hace recomendaciones, pero sigue sin haber soluciones reales. Hay vecinos que denuncian en juzgado de guardia lo que está pasando, y sin embargo pasan los años y no hay más médicos. Y en ese contexto decidimos que hay que hacer algo más: ir a una instancia que sea superior a la Comunidad de Madrid y que pueda presionarla. Y en ese sentido surge la posibilidad de ir a la ONU: yo conocía a Alberto de distintas protestas, sabía que él monta mucho en bici, que lo hace muy bien, se me ocurrió plantearle la idea, y así generamos el equipo.
●●● ¿Cómo fue la preparación?
Alberto: El primer objetivo era irnos a Bruselas, al Europarlamento. Pero como habían sido las elecciones y todavía no se habían creado los grupos de trabajo ni las comisiones, pues no tenía tanto sentido. Entonces consultamos con la gente del CAES, con el abogado, la posibilidad de llevarlo a Naciones Unidas. Y decidimos recalcular e irnos para allá. Empezamos a prepararlo en mayo-junio… Dijimos: “Pues venga, ¿cuándo tenemos vacaciones?”. Agosto es el mes en el que casi todo el mundo podemos tener vacaciones, y salimos así un poco a lo loco. Ya sobre la marcha fue cuando las compañeras empezaron a hacer contactos…
Rian: Bueno, sí que es cierto que antes ya nos vamos cada uno centrando en una cosa. Jorge trabaja mucho con el abogado de CAES y con la asamblea para redactar el informe, Alberto se encarga de hacer las etapas, Belén empieza a mirar dónde podemos dormir, aunque luego cada día va cambiando… Y yo empiezo a tirar de amigas de amigas, más luego un contacto que tenemos que conoce a bastante gente, a generar una red, más la que ya había creada, que eso nos ha ayudado muchísimo.
●●● A nivel físico, ¿qué tal ha sido?
A.: Lo peor ha sido el calor, sobre todo en las etapas de España...
J.: Sí, el problema se acentuaba cuando había dificultades… Siempre que nos perdíamos, que fuera de carretera nos tocaba empujar la bici por lo escabroso del terreno o que teníamos problemas mecánicos gordos… ¿qué pasaba? Que en lugar de acabar a las dos o las tres, que era la hora pensada, acabábamos más tarde y nos comíamos calorazo. Y ahí es cuando lo pasamos mal. Por ejemplo el día que cruzamos Somosierra, que tuvimos problemas, llegamos a las seis de la tarde. Son diez horas encima de la bici, que es una locura. Te quita descansos y sobre todo te tragas muchas horas de calor. A lo que hay que sumar que con el calor no duermes bien por las noches. Luego cuando montas en bici sin tanto calor en Francia notas la diferencia: es mucho menos duro.
●●● ¿Cómo era una etapa tipo?
R.: Lo principal sería que nos levantamos los cuatro, desayunamos prontito, ellos se van y nosotras nos quedamos organizando la furgo. Y luego desde ahí Belén va mirando dónde vamos a dormir, para llamar si no hemos reservado. Y yo generalmente iba conduciendo. Pero esto va variando, porque sobre todo los primeros días nos levantábamos, íbamos a una cafetería y nos quedábamos allí Belén y yo a lo mejor cinco horas haciendo llamadas, escribiendo correos y volviéndonos un poco tarumbas. Pero ya hay un punto en el que parece que todo va más rodado y entonces podemos dedicarnos también a seguir fortaleciendo esas redes que ya se han empezado a generar.
●●● ¿Habéis notado el apoyo de la gente?
A.: A pie de carretera, si esa gente no nos llega a apoyar nos damos la vuelta [risas]. Sí, porque tienes una etapa como la de Somosierra... y claro, llegas muerto, te tiras a dormir y al día siguiente amaneces pensando: “Madre mía”. Y de repente empiezas a ver mensajes, te mandan vídeos, y dices: “Hostia, que hay peña que ha depositado mucha esperanza en nosotros, y además nos van siguiendo en directo”. Y era un poco lo que te impulsaba: “Pues venga, tiramos”. Y al día siguiente lo mismo… Pensábamos que iba a parar en algún momento, pero cuanto más te acercabas al final, más vídeos y más cariño. De hecho fue muy bonito cuando llegamos a Ginebra, que las vecinas hicieron una concentración aquí también, en el centro de salud, para apoyarnos.
●●● ¿Y qué tal la acogida del tejido social ginebrino?
R.: Eso fue brutal…
Belén: Se reunieron también para darnos cobertura y para facilitarnos, por ejemplo, el poder dormir en algún lugar, el poder estar en alguna casa, y eso se agradece un montón.
R.: Se generó un grupo de Telegram a través de un contacto que teníamos de la asamblea y ahí fueron metiendo a más gente, que también nos apoyó incluso en las citas que teníamos, y se organizaron entre ellas y fue maravilloso llegar y ver en la plaza de las Naciones a toda esa gente que en realidad no nos conoce de nada.
B.: Y se habían hecho incluso pancartas con el corazón verde de la sanidad pública…
●●● ¿Qué vías se abren a partir de ahora?
R.: Pues en primer lugar hay que destacar que ya existe un trabajo sin el cual esto no hubiera sido posible, que han sido estos cuatro años de gente en la puerta del Centro de Salud de Abrantes pidiendo firmas, denunciando lo que está sucediendo y todas las manifestaciones de los jueves. Creo que sin eso no hubiéramos tenido la repercusión que hemos tenido, y gracias a eso un primer objetivo ha sido dicha repercusión. Un segundo punto es que desde Naciones Unidas hemos presentado ya la queja a nivel formal y se activan los mecanismos de defensa de derechos humanos desde este momento. Se va a trabajar en ello y veremos en qué desemboca. Otro punto son los UPR, en castellano los EPU (Exámenes Periódicos Universales), a los que se someten los países miembros que han ratificado el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Empezamos a trabajarlo para presentarlo en octubre, y creo que esto puede ser un revulsivo para seguir uniéndonos y defendiendo la sanidad pública.
●●● ¿Próximos hitos?
R.: La llegada a Ginebra no implica que ya hayamos terminado allí: hemos generado también unas redes para seguir trabajando por doble vía, tanto allí como aquí. Por un lado aquí en España con Vecinas y Vecinos por la Sanidad Pública y con la Asamblea Popular de Carabanchel, y por otro lado en Ginebra con el CETIM, que es la ONG que nos está apoyando allí. Entonces cuando presentemos el UPR también vamos a tener diferentes reuniones con países miembros, con misiones permanentes.
J.: Eso se suma al trabajo que se viene haciendo en el barrio: el 12 de septiembre vuelve a haber manifestación, y sigue la campaña de recogida de reclamaciones en la puerta del centro. O sea que en ese sentido no se para: los vecinos están muy activos.
●●● Si tuvierais que hacer un balance, ¿cuál sería?
J.: Yo diría que he conocido a tres personas fantásticas, y que es una lástima que tengamos que dedicar nuestro tiempo y nuestro esfuerzo a defender cosas que se supone que están garantizadas por la ley. Este verano teníamos que habernos ido a la playa, a disfrutar, a descansar, a estar con nuestras familias, y que tengamos que pegarnos estas matadas solo porque hay una decisión política de una minoría que quiere acabar con derechos fundamentales para enriquecer a terceros, pues ése es el problema, ¿no? Ojalá nuestros derechos estuvieran garantizados y no hubiera sido necesario hacerlo. Es lo que toca ahora: luchar y seguir organizándonos para construir una sociedad mejor.
R.: Y creo que hay que poner en valor lo que somos y darnos la importancia que tenemos. La sociedad civil es una parte importantísima del funcionamiento de todas esas instituciones, y eso no funcionaría si no fuera por nosotras.
A.: Y esto también ha servido para alimentar la esperanza de toda la gente que viene luchando. De repente haces algo innovador, que abre un abanico de posibilidades, y contribuir a generar esa sensación de que no está todo perdido yo creo que es una de las cosas más bonitas de este viaje. Gente que viene de cuatro años luchando, de 140 manifestaciones en el barrio, de poner quejas, de encerrarse, de pelear, que está al borde de la desesperanza, y de repente con esto aportar para que piensen que hay otra vía, otra posibilidad, y que sigan adelante. Así que el jueves 12 nos encontraremos con ellos para seguir peleando.
B.: Sí, la gente es lo mejor… Desde luego, te animaba mucho para seguir. Yo creo que hay momentos, o por lo menos yo los he tenido, de cierta desesperanza en lo colectivo, y esto me ha devuelto la esperanza.