CIENTOS DE PEQUES SIN PODER BAÑARSE POR EL CIERRE DE LA PISCINA INFANTIL DE LA MINA

FRAVM

“Es de vergüenza, algo increíble. Ellos sabían desde el mes de mayo que íbamos a venir y ahora nos encontramos con la piscina infantil cerrada y los niños dando vueltas alrededor sin poder bañarse. Los padres están cabreados, los niños cabreados, los monitores cabreados… Un desastre”. Estas palabras de Antonio Méndez, coordinador del campamento urbano deportivo de verano de la A.V. Pradera Tercio Terol, resumen la situación que al cierre de esta edición se vive en el polideportivo municipal La Mina.

Desde el 28 de junio, el vaso para los niños de 3, 4 y 5 años permanece cerrado “por motivos técnicos”. Esos motivos no son otros que la falta de contratación de una persona socorrista, según ha asegurado personal de La Mina a las familias afectadas. Antes de esa fecha, la piscina infantil estuvo disponible algunos días alternos, y ahora nadie sabe cuándo volverá a abrir.

El cierre se produce en unos días de altas temperaturas históricos y en pleno desarrollo de los campamentos urbanos de verano. “Nosotros tenemos 180 chavales, de los cuales 70 son menores de 6 años. 70 niños que en estos momentos no pueden darse un chapuzón en su piscina, a los que hay que sumar otros muchos que vienen de otros campamentos del Distrito. En estos días estamos usando el polideportivo más de 500 niños y monitores de todos estos campamentos”, asegura Méndez. El campamento que coordina, que da servicio a las familias del colegio público Capitán Cortés y de otros centros del barrio de San Isidro, arrancó el 24 de junio, y los padres de los menores de 6 años no conciben que se queden sin piscina durante las cuatro semanas que aún quedan para su finalización.

Su enfado es completamente lógico. El VII Campamento Urbano Deportivo de Verano de la asociación vecinal prometía “piscina todos los días”, y esto es así porque la entidad contaba con el compromiso del Ayuntamiento. “Esperamos que no tarden en enviar a un socorrista, como todos los años, porque el cabreo de las familias es mayúsculo”, concluye Antonio Méndez.


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