Reclaman abordar la cuestión desde una perspectiva múltiple e integral
Dos jóvenes han fallecido y cuatro han resultado heridos a principios de febrero como consecuencia de la actividad de bandas juveniles violentas. Ante esta realidad insostenible, la FRAVM, INJUCAM y Scouts de Madrid, tras condenar estos hechos y mostrar todo su apoyo y solidaridad con los chicos heridos y las familias y amigos de las víctimas, reclaman abordar el problema desde una perspectiva múltiple e integral, más allá de la imprescindible respuesta policial, cuya eficacia en estos días valoran muy positivamente.
Además, solicitan a las Administraciones más recursos en prevención y nuevos planes de intervención con jóvenes en situación de riesgo, iniciativas en las que ofrecer alternativas de ocio y de vida a partir de la participación y el compromiso de las y los propios jóvenes.
Las entidades realizan esta demanda avaladas por una dilatada experiencia de trabajo con chicas y chicos y grupos en riesgo de exclusión. Desde hace dos años, las tres impulsan en la capital un exitoso proyecto, El Barrio Más Joven, que utiliza el fomento de la participación juvenil y del ocio saludable como herramienta para realizar un trabajo de prevención en diferentes materias: conductas adictivas con y sin sustancias, prácticas sexuales de riesgo, desarrollo de actitudes racistas, machistas y homófobas y también de actitudes violentas y/o delincuenciales.
Muchos de los chicos que llegan a estos grupos violentos no piensan “me voy a unir a tal o cual banda”, sino que simplemente bajan al parque o a las canchas del barrio y se relacionan con sus iguales. La mayoría son chavales que se acercan a estos grupos sin saber realmente en lo que se están metiendo. Una vez dentro de la banda es muy difícil pedirle a uno de estos chavales que salga de la red de apoyo que suponen estos grupos sin darle otra alternativa, sostiene Gonzalo Gárate, coordinador de El Barrio Más Joven.
Y ahí está la clave, en la falta de alternativas de chavales que hemos permitido que crezcan en entornos desfavorecidos. “Muchos de los chicos y chicas que terminan formando parte de bandas sufren una discriminación múltiple que deriva en una falta de oportunidades, de expectativas laborales, carencias en su autoestima, provocando que se encuentren en riesgo de caer en conductas antisociales o violentas o en el consumo de sustancias peligrosas”, asegura Gárate.
Por eso es tan importante trabajar la prevención en la infancia y armar, con los propios chavales y chavalas, alternativas de ocio. Pero no solo. “Son necesarios programas integrales que combatan la desigualdad, con medidas de apoyo familiar, intervención comunitaria en el barrio y en la escuela, fomento de habilidades sociales, educación en valores pro-sociales y en hábitos saludables. La integración de estos niños y jóvenes beneficia a la sociedad en su conjunto. No debe verse como un gasto, sino como una inversión”, subrayan las asociaciones.
Finalmente, estos colectivos reclaman más proyectos como El Barrio Más Joven, iniciativas que generen alternativas al “estar en la calle”, que impulsen “espacios en los que los jóvenes puedan desarrollar sus inquietudes, espacios de los que se sientan parte, y que estas estructuras sean perdurables en el tiempo”.