Una solución para Laura

Una vecina, desempleada y con múltiples problemas de salud, vive con su madre, también enferma, en una vivienda insalubre que no reúne condiciones de habitabilidad
ROBERTO BLANCO TOMÁS
Laura Casqueiro Moure tiene 49 años, y vive con su madre, de 78, en el número 3 de la calle Francisco Romero. La situación de estas vecinas es laura1realmente complicada, pues acumulan todo tipo de problemas que se han ido encadenando.
Laura era pintora, y trabajaba con su compañero sentimental. Éste enfermó de cáncer de colon, perdió su empleo y, tras años de lucha y once operaciones, finalmente fallecía el año pasado, a los 52. Laura, que también acabó perdiendo su puesto de trabajo, le cuidó durante todos esos años. Hoy está desempleada, sin ninguna ayuda, y desesperada porque no ve posibilidades de encontrar nada. Su edad y especialmente su situación le cerrarían todas las puertas, si las hubiera. El informe médico de esta vecina se extiende en una lista interminable de problemas de salud, y el de su madre, a la que también cuida, es casi igual de largo.
A día de hoy, Laura y su madre sobreviven con la pensión de esta última, 602 euros, en una vivienda cuyo alquiler les supone 212,89 mensuales. Dicha vivienda, muy antigua (en su origen fue una vaquería), fue valorada por Sanidad como “insalubre”, y no reúne condiciones de habitabilidad (sin ventilación, con problemas de humedad, desperfectos, atascos en las tuberías…), habiéndose llegado a caer incluso parte del techo. “Se ha ido deteriorando con el tiempo —nos cuenta—, y la he arreglado algunas veces, pero se cae todo. Cuando se cayó el techo vinieron del Ayuntamiento y los Bomberos y estuvieron mirando, hicieron fotos, pero nada más… Luego puse yo la escayola, a medias con los dueños”. He aquí uno de los problemas: los dueños quieren arreglar lo mínimo, y ellas no tienen ni medios ni la propiedad del inmueble para hacerlo. Tampoco recursos para mudarse a otro sitio.
Todo ello va aumentando el resto de problemas: las condiciones de la vivienda han acentuado algunas de las dolencias de Laura: “influye en mi alergia: me ahogo, no puedo respirar; tengo también problemas de piel, y aquí no cuento con movilidad suficiente para mis problemas de columna, ni mi madre tampoco. Encima ella tiene colon irritable, y el baño está en pésimas condiciones, ni nos podemos duchar bien”.
Estas vecinas llevan más de quince años pidiendo una solución. Primero a los propietarios, para que hicieran arreglos, y ya a la Administración y a cualquiera que pueda ayudarles. “Pido que nos ayuden —nos dice—, y que no se hagan los sordos, que te mandan de un lado a otro como si fueras una pelota, pidiéndote más y más papeles, y poco más”. Una posible salida podría ser una vivienda de alquiler social, o cualquier otra posibilidad que pase por un precio que puedan pagar con tan pocos recursos. Pocos y menguantes: a todos los problemas se ha venido a sumar uno nuevo. Tras estar años pidiendo la ayuda por dependencia correspondiente a la situación de su pareja, justo se la concedieron cuando falleció. Se la ingresan en la cuenta, y la Seguridad Social se la embarga por deudas de su compañero… “Ahora me la reclaman a mí —explica—. Los de la dependencia dicen que cómo es posible que me la hayan embargado, y eso mismo digo yo”.
En resumen: urge una solución. La situación es ya insostenible, y la agravará la llegada del invierno, que multiplicará las humedades, el frío sin el debido aislamiento, y previsiblemente la necesidad de calefacción y el gasto consiguiente. Pero es que además madre e hija deben ser operadas a causa de sus respectivos problemas de salud en breve, y a ver qué hacen. Desde estas líneas hacemos una llamada a las distintas Administraciones, servicios, y a cualquiera que pueda echar una mano: no consintamos que en nuestra sociedad ocurran todas estas cosas sin hacer algo para intentar evitarlo.

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