El tranvía Madrid-Carabancheles-Leganés

En 1876 el banquero Enrique O’Shea consiguió la concesión para realizar el trazado de una vía de tranvía que uniera Madrid con Leganés, pasando por los Carabancheles, línea que posteriormente fue traspasada a la Compañía General Española de Tranvías. Así, el 1 de julio de 1878 se inauguró la línea Madrid-Carabancheles-Leganés. Tenía la cabecera en la Plaza Mayor, y desde allí, a lo largo de un trazado de 11 kilómetros, bajaba por la calle Toledo, atravesaba el río Manzanares por el Puente de Toledo y continuaba su recorrido por la carretera de Fuenlabrada, que posteriormente se llamaría calle General Ricardos. Su recorrido era muy similar al del actual autobús 35 (Carabanchel Alto-Plaza Mayor) o la línea 5 de Metro en el tramo entre Carabanchel y Opera.

Eran coches tirados por caballos, de 46 asientos. El servicio comenzaba a las 6:30 y terminaba a las 21:00. Las tarifas iban desde los tres céntimos hasta una peseta. En 1890 el servicio se redujo a dos viajes diarios de ida y vuelta, al tiempo que la tracción animal de los coches era sustituida por los tranvías eléctricos. Consta en documentos que los alcaldes de los Carabancheles se pusieron de acuerdo para llevar a cabo una ofensiva conjunta en 1909 ante el Ministerio de Fomento para que se duplicaran las vías y así aumentar el servicio, ante la demanda creciente como consecuencia del aumento de población, y de forma muy especial cuando se celebraban corridas de toros en la plaza de Vista Alegre.

El ferrocarril de vía estrecha

En 1885 se construye un ferrocarril de vía estrecha que lleva, atravesando los Carabancheles, desde el río Manzanares hasta San Martín de Valdeiglesias a aquellos madrileños aventureros que se arriesgaban a un incómodo viaje de tres horas amenizado con tortillas de patata.

Este ferrocarril fue rentable mientras interesó al estamento militar, pues hacía parada en el Hospital Militar y en el aeródromo de Cuatro Vientos, y desapareció cuando, en 1927, el Ministerio de la Guerra hizo constar que ya no le interesaba el ferrocarril. Las vías, no obstante, no se desmontaron hasta después de la Guerra Civil, y han dejado en el barrio su impronta en toponimias como “calle de la Vía” o “paseo de los Ingenieros”.

Algunas catástrofes

Los años de 1885 y 1886 fueron un tanto “complicados” para los vecinos de los Carabancheles. En el primero de ellos una terrible epidemia de cólera azotó estos lares,

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