El alzhéimer de los perros (síndrome de disfunción cognitiva)



RUTH GONZÁLEZ LIRIA
Adiestradora y Psicóloga Canina


El alzhéimer en los perros es el conjunto de cambios en el comportamiento como consecuencia de la degeneración del sistema nervioso central en un perro de edad avanzada.

En lo relativo a síntomas, se divide en cuatro fases:

  1. Desorientación. El animal es incapaz de reconocer lugares frecuentes familiares: no recuerda el trayecto a casa tras el paseo diario, anda desconcertado por la casa, permanece con la mirada fija en un lugar determinado, está ausente.
  2. Alteración en las interacciones con sus propietarios. El animal no saluda a sus dueños y deja de reclamar su atención (caricias, etcétera).
  3. Alteración de su ciclo sueño – vigilia. Se levanta por las noches sin rumbo fijo, deambulando por la casa, y duerme por el día.
  4. Perdida de hábitos de eliminación (defecación y micción dentro de casa). Este síntoma es el más común en el alzhéimer canino. El animal no hace caso a las ordenes conocidas

Actualmente se realizan diferentes pruebas para diagnosticar en un animal el síndrome de disfunción cognitiva y descartar una patología responsable de estos cambios en su comportamiento. No obstante, siempre se contará con una entrevista con el dueño, que informará al detalle de todos los cambios en el comportamiento de su perro, lo que llevara a completar el diagnóstico del can.

Esta enfermedad no se cura, ya que es un proceso degenerativo e irreversible, pero sí contamos con opciones que harán que este proceso se ralentice y pueda mejorar su desarrollo y su calidad de vida:

  1. Fármacos (neuroprotectores – estimulantes), para aumentar la capacidad transmisora, disminuir los radicales libres y mejorar el flujo cerebral.
  2. Dietéticos: suplementos o dietas con antioxidantes o ácidos grasos.
  3. Entorno: evitar hacer cambios en nuestra vivienda o nuestra vida para no desconcertar más al animal; mantener rutinas fijas de paseos, comida, etc., haciendo los paseos más cortos y más a menudo; no disminuir el contacto–estimulación manteniendo el juego, caricias, etc.; y volver a enseñarle los hábitos perdidos.

En este proceso de enfermedad es muy importante que mantengamos una disciplina de rutinas, entendiendo en la medida de lo posible los cambios de comportamiento del animal. Todo tratamiento ayuda, pero no cura. Es importante saber esto, ya que este síndrome le acompañara hasta sus últimos días, teniendo variaciones. Es decir, aun con tratamiento tendrá temporadas mejores y peores.

No olvidemos que cuanto antes se detecte el problema antes se aplicara el tratamiento paliativo y todos los cambios degenerativos serán más lentos. Quizás ésta sea una de las enfermedades más difíciles de llevar en nuestro amigo por su deterioro visible en el día a día, pero detrás de todo esto sigue estando nuestro mejor y más fiel compañero, por lo que nos seguirá dando su amor más incondicional junto con nuestra paciencia infinita. Nuestro perro seguirá dándonos amor puro y sincero, ya que eso no cambiará. Sigamos a su lado como él está al nuestro en el camino de nuestra vida. ¡Guauuuuuu!

Ruth González Liria

 

 

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