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Nuevamente la violencia, que no para

Es lamentable que la violencia no pare. Como un vendaval de venganza y frustración se extiende en todos los campos, y nos hemos acostumbrado a vivir con ella. Es por este motivo que nos parece importante toda manifestación de repulsa hacia este sinsentido.
Casos como las mujeres asesinadas recientemente en Carabanchel, con un rechazo claro del barrio. Pero nos gustaría ir más allá de las manifestaciones, de la repulsa, de la condena… Nos gustaría que se profundizara en cómo se genera la violencia y cómo se podría crear una cultura de la no violencia y la paz. Esto desde luego choca contra la misma base cultural en la que nos hemos formado.
Ya desde pequeños se nos dice que hay que responder ante la violencia, y la tele y la opinión general dicen que uno tiene que hacer pagar por el daño que nos hacen. No parece muy popular la postura de la no violencia, ni tener buena prensa, pero a pesar de todo es la única postura coherente que permite dar la posibilidad de corregir los errores y acercar posturas antagónicas. Es la que permite crear otro tipo de sociedad plural y diversa.
Pues no faltan posturas de oportunistas de baja calaña de azuzar el fantasma del odio, el racismo, la xenofobia, la insensibilidad y la caradura más descarada. Así es que los fanatismos los tenemos instalados dentro de nuestras propias fronteras y en todos los rincones.
El presidente Hollande daba una respuesta totalmente irracional ante los atentados de París, movido solo por la venganza y la revancha, porque en realidad es más de lo mismo: es empeorar todo y alimentar esa cadena interminable de calamidad y desastre que no tiene fin.
Sabemos lo que ha traído la guerra de Irak: solo más sufrimiento, odio y violencia. ¿Por qué entonces seguir haciendo lo mismo? Será que la violencia se ha instalado dentro de nuestros dirigentes, y lo que es peor, dentro de la población, radicalizando posturas irreconciliables.
Crecen posturas de extrema derecha en Europa, con discursos sonrojantes e incendiarios. Sinceramente, parece más valiente adoptar posturas que trasmitan los valores de la no violencia, como metodología de acción integradora de todos los seres humanos, hacia una nación humana universal, acabando con las barreras y con las fronteras, y abrazando un ideal que fue la bandera de la revolución francesa, por poner un ejemplo que todos conocemos. Esos ideales fueron: libertad, igualdad y fraternidad. Será momento de retomar esa fuerza renovadora de hermandad y de libertad. Pues la guerra sabemos a lo que conduce; y nadie lo quiere, pues todos perdemos en ello.

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