Productos de la tierra… de Carabanchel

 

Visitamos el Huerto Urbano El Toboso, fructífera iniciativa de la A.V. de General Ricardos

ROBERTO BLANCO TOMÁS

Como ya sabréis, en esta redacción nos gustan los huertos urbanos. Por muchos motivos: porque acercan al urbanita un mundo al que en origen es totalmente ajeno, porque favorecen la alimentación sana y el consumo responsable, por el efecto cohesionador que producen en sus participantes como grupo, por sus posibilidades educativas… y, en fin, porque nos parece cosa de magia traer el campo a la ciudad.

Por eso, siempre que tenemos noticia de alguna iniciativa de estas características, allí que vamos con la cámara y la grabadora para recogerla y compartirla con vosotros. Así, este mes hemos visitado un huerto bien hermoso, en plena calle de El Toboso (y disculpad el ripio).

El Huerto Urbano El Toboso es una iniciativa de la A.V. de General Ricardos que arrancaba en octubre de 2011, así que en breve cumplirá cinco años. La idea surge, según nos cuenta Pedro, miembro de la asociación y coordinador del huerto, “porque aquí teníamos una parcela de 800 metros cuadrados que estaba deteriorada, se utilizaba como vertedero. Entonces pensamos entre los vecinos que podríamos hacer un huerto urbano, lo planteamos en el vecindario, se apuntó alguna gente y entre todos nos pusimos manos a la obra. Lo primero fue limpiarlo, porque estaba desastroso: lleno de hormigón, de basura y de todo”.

Trabajando duro, los vecinos consiguieron habilitar para el cultivo unos 400 m2, ya que en el resto había demasiado hormigón procedente de las obras de los alrededores, por lo que esa parte no utilizable ha quedado como zona de servicio. A continuación, dividieron la parte cultivable, habilitando 16 parcelas de 20 m2 cada una. “La participación en el huerto es colectiva, pero a la hora de plantar, en sus 20 m2 pone cada uno lo que quiere”. Las parcelas van rotando: “cada cierto tiempo hay gente que se va y gente que se queda, por lo que siempre hay gente nueva”.

Personas mayores, personas importantes

La idea del huerto perseguía, explica Pedro, “crear un centro de encuentro vecinal, pero con un fin ecológico y de encontrarnos con la agricultura”. En este sentido, ha tenido gran importancia “la participación de las personas mayores, cuyos conocimientos hemos aprovechado. Ellos nos iniciaron en la tarea de plantar, porque aquí no sabía nadie”. Aquella generación llegó a Carabanchel en su juventud, con la migración del campo a la ciudad, y han mantenido unas habilidades que ahora les han venido muy bien a sus vecinos de generaciones posteriores. Pregunto a Pedro acerca de la dificultad de las tareas que realizan en el huerto. “La verdad, es duro —contesta—. Cultivar requiere preparar la tierra, abonarla, luego hay que picar, remover, hacer los surcos… Lleva bastante trabajo. La productividad, a la tierra, hay que arrancársela”.

El huerto, a su vez, permite el desarrollo de otras actividades de forma paralela, que también son muy interesantes. Como ejemplo, Pedro nos cuenta que han empezado a colaborar “con la Fundación Cepaim, que trabaja con inmigrantes sin papeles, y les hemos dejado un par de huertos para que estas personas se integren con los vecinos. Éste es el primer año, y va bastante bien la cosa”. El huerto también colabora con los campamentos de verano de los colegios: “tenemos una actividad con ellos: vienen un día, les enseñamos todo lo que es el huerto y los chavales flipan”, explica sonriente.

‘Vaya tomate’

Comprobamos que la tierra carabanchelera no ha perdido la fertilidad que tenía en tiempos anteriores a la absorción de los dos pueblos por Madrid. Pedro enumera los vegetales que produce el huerto: “Tenemos acelgas, tomates, cherrys, pepinos, judías verdes, berenjenas, calabacines… Hay de todo un poquito. Aquí crece prácticamente de todo, y además con un buen sabor… No tiene nada que ver con lo que venden por ahí: tú te comes un tomate de aquí y dices: ‘vaya tomate’. No hace falta irse al campo: estamos hablando de la calle Toboso, en medio de Carabanchel. En verano yo no compro ni tomates, ni pimientos, ni acelgas, ni de nada… Para la casa, esto te da suficiente”. El único límite es el invierno: “Cultivo de invierno empezamos a tenerlo, pero aquí da mucho la sombra y se congela todo. No sale nada, y cuando lo hace tarda mucho en salir… Lo único que podemos plantar, que eso sí que nos sale luego en primavera, son las habas y el guisante”.

Le preguntamos si tienen pensado incluir algún cultivo nuevo, y asiente: “Estamos estudiándolo con esta gente de Cepaim. De momento han plantado lo mismo que nosotros, pero ellos, que vienen de otras latitudes, quieren introducir cosas de su tierra. Ya veremos a ver: no tengo ni idea de lo que piensan hacer, pero algo quieren hacer”.

Terminamos preguntándole si quiere enviar algún mensaje especial a nuestros lectores y vecinos. “Pues decirles que se animen a participar en este tipo de iniciativas, que tienen mucho provecho y se pasa muy bien… Se trabaja, pero se pasa muy bien”, concluye.

 

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