Caño Roto vuelve a alzar la voz

La Plataforma por la Vivienda de Caño Roto pide la actuación del Ayuntamiento en el barrio por su mal estado y falta de servicios

La Plataforma por la Vivienda de Caño Roto, creada hace apenas un año e integrada por vecinos y vecinas del barrio y otros colectivos y asociaciones, ve necesaria la actuación del Ayuntamiento de Madrid por el mal estado de las zonas comunes, suministros y falta de servicios.

Tras meses en los que las Administraciones se han lanzado las unas a las otras la responsabilidad de mantener en buenas condiciones las canalizaciones y las zonas comunes con sus servicios incluidos hemos conseguido despejar toda duda. A esta plataforma se le ha facilitado un documento en el que figura el Ayuntamiento como responsable de Caño Roto desde el año 1969, en el que éste se hizo cargo mediante cesión y adquiriendo sus competencias al Ministerio de Vivienda de la época.

Teniendo en cuenta las diferentes problemáticas que afectan a nivel social y a nivel particular a las viviendas del Dirigido, Absorción y Mínimo, no podemos más que aunar las diferentes carencias y trasladarlas para que, de una vez por todas, sean escuchadas y resueltas. Para ello, vamos a solicitar un Plan Especial que nos pueda facilitar las mejoras y el acceso a las ayudas para las zonas comunes.

Esta plataforma necesita de todas las personas que tengan y quieran solucionar los problemas que venimos arrastrando desde hace muchos años y que afectan de forma directa en cuanto a la calidad de vida, la economía y la salud. Pedimos por ello una respuesta sincera y consecuente, merecida por la falta de cuidado y olvido de tantos años.

Os dejamos ahora con uno de los casos que afectan a este barrio y que no deja indiferente, que pudo solucionarse a tiempo, que guarda en secreto la dejadez y olvido.

A los oídos de nuestras voces

Va para un año que derribaron el que pudo ser nuestro hogar, una casa baja del Dirigido de Caño Roto. Qué barrio este, que nos pareció tranquilo y sin embargo en su interior su sonido vive contenido, inquieto pero temeroso.

Llegamos aquí en octubre de 2020 sin conocer a nadie, motivados por mejorar nuestra calidad de vida en un barrio más amable y acogedor. Vinimos como en su momento vinieron los primeros colonos a trabajar en la capital, trabajar y construir, trabajar y criar, trabajar y vivir. En ese vivir, compartir y construir del que todas formamos parte, unas de forma activa y otras de manera expectante.

Los recursos justos, la hipoteca concedida, la inmobiliaria deseosa y la propiedad nerviosa. Ambos somos de fuera, como ya he dicho vinimos por trabajo, el mío que en Madrid es donde más opciones hay, como casi todos. Somos de fuera, provincianos, nos encanta la naturaleza, el pueblo, lo rural, las raíces, el folclore, y por eso hacemos del barrio una aldea y saludamos por las mañanas a sus vecinas. Convocamos sextaferia si alguna necesita ayuda o hay algo que mejorar en nuestra zona, la nuestra, la que nos corresponde y la que nos compromete. No conocíamos a nadie, pero vimos sus calles, sus plantas, sus adornos y sus cuidados, por eso nos decidimos a que fuera nuestro lugar. Aquí queríamos estar, criar a nuestros hijos y con ellos vinimos a ver la casa, la casa nos gustó, la compramos, la íbamos a arreglar, hicimos nuestros cálculos para entrar a vivir sin modificar mucho. Yo iba a arreglar casi todo, casi. Sin embargo, al empezar a retirar toda una vida anterior de aquel lugar, sus camas, sus muebles, sus armarios con sus perchas y sus abrigos, los vestidos que salían en las fotos, las fotos de sus vidas, vidas que habían llegado allí para trabajar y criar a su familia. Ahí estaba yo viendo su intimidad, conociendo sus vidas y preguntándome qué hicieron mal para que sus hijos que ahora nos vendían su casa dejaran todo así. La vida de estas personas no debió de ser fácil. Por las caras tan serias, porque la ropa del padre mostraba el abandono que había sufrido en sus últimos años. Y ahí seguía yo, el padre que lo quiere hacer bien y que no quiere equivocarse en sus decisiones retirando y tirando una vida anterior. En esa labor de hijo, me llevé la desagradable sorpresa de que tras el típico mueble de salón armatoste una enorme grieta recorría la pared de lado a lado y donde casi me entraba la mano. Días después tras la copiosa Filomena un leve enlucido del patio cayó y dejó un hueco donde debía estar el muro de carga de la vivienda. En ese momento el informe del buen estado de la vivienda IEE fue negativo y nos aconsejaron apuntalar la estructura. Después los técnicos del Ayuntamiento nos mandaron una orden de reforzar ese apuntalamiento y como se siguió moviendo tuvimos que poner más puntales. Y así hasta que se declaró ruina y llegamos a abril de 2023, hace un año y momento en que los muebles, las ropas y las fotos me podían haber dado igual y las grietas que mostraban estas vidas también porque todo se fue a la porra.

Ahora bien, éstas no son las únicas grietas que se tapan en el barrio de Caño Roto, dentro y fuera de las casas. Desde que llegamos y conocemos la realidad de su historia pasada y actual hemos visto cómo una vez tras otra las grietas se tapan continuamente. En el Dirigido, en el de Absorción y en el Mínimo hay problemas de grietas, algunas estructurales y otras sociales, pero todos las tapan. Las tapan las instituciones y las tapan las vecinas. Las taparon los padres que no tenían recursos para arreglarlas y las tapan los hijos para venderlas y olvidarse de todo. Hay grietas por las canalizaciones del agua y de los sentimientos. Unas grietas se ven antes que las otras, pero todas están ahí y por mucho que se tapen van a continuar saliendo. Si no se arreglan los cimientos donde se asientan las casas, al igual que si no cuidamos los valores de familia y comunidad, todo se irá con el agua.

Nosotras seguiremos reclamando lo que creemos que nos corresponde como ciudadanos a la antigua propiedad porque no fueron honestos y nos dejaron sus grietas. Nunca hemos querido derribar la casa ni especular con ella, eso lo hicieron quienes heredaron su mal estado con la inestimable ayuda de una inmobiliaria. Como parte de la comunidad reclamaremos el mal estado de las zonas comunes, a esas canalizaciones y servicios que no nos quieren dar. También para quien necesite dejar de ocultar su miedo a quedarse sin casa, para ser consecuentes y defender lo nuestro como propio y hacer pueblo con el barrio. Para conseguirlo necesitamos ir todos y todas con el objetivo común de vivir en una comunidad que cuide sus casas y cuide de sus vecinas, de las de siempre y de las que van llegando.

Contacta:


  Votar:  
Resultado:4 puntos4 puntos4 puntos4 puntos4 puntos
  1 voto